sábado, 29 de noviembre de 2014

Todo se vende



Comienzan en estos días a ostentar las zonas comerciales ese delator aspecto de que todo se vende, de que todo se encuentra disponible para que aquel que venga con la suficiente cantidad de dinero se lo lleve y se vaya tan contento. Tener y comprar, dos caras de una misma moneda. Tener y no saber para qué, sólo que cuanto más se tenga más tranquilo se encuentra uno, más cosas hechas parece que ha dejado, como si de una imperiosa obligación a cumplir se tratara. Recuerdo haber tenido una novia que me dejó el día en el que no pudo soportar más que yo tuviera tan pocas cosas. No deja uno de sorprenderse de lo enrevesada que es la naturaleza humana, de lo fácil que es engañar a un hombre, de lo fácil que es comprarlo y venderle cualquier objeto o cacharro. Me sorprende, y me da un poco de miedo, la habilidad con la que las firmas comerciales se inventan necesidades fundadas en absurdos hábitos que acaban haciéndonos la vida menos creativa y más sedentaria, más carente del sentido de la dinámica de lo que supone un día a día bien aprovechado haciendo uso de nuestras facultades y de nuestra capacidad de aprender por nosotros mismos. Los escaparates que hasta hace poco dudaban en el colorido ahora no vacilan en incorporar el rojo a su la composición cromática de sus exposiciones. Todo luce como nuevo aunque no lo sea, aunque algunos de los artículos expuestos pertenezcan a un excedente, probablemente ocasionado por el descenso en el ritmo habitual de venta durante el resto del año, producido tanto por la crisis como por ese curioso boom de establecimientos recién abiertos, la competencia, inaugurados nadie sabe con el dinero de quién. Cada vez que paso cerca de una de esas superficies, como El Corte Inglés, que tanto me aburren y a las que no entro a no ser por obligación, pienso en lo mismo: en lo marcado que nos tienen el camino del consumo, en el trauma que puede suponer para muchas personas no poder hacer lo mismo que casi todo el mundo gastándose parte de su sueldo en regalos muchos de los cuales corren el riesgo de ni siquiera llegar a utilizarse. San Valentín y Los Reyes Magos; el día del Padre y de la Madre; Papá Noel y Hallowen; Los cambios de temporada y las incitantes Rebajas; la sempiterna tentación a la que se ve sometida la masa en este mundo loco y sin piedad. Escribo sobre esto ahora que cada mañana veo cómo crece el decorado del centro de Sevilla en base a la cercanía de la Navidad, ahora que se ha anunciado que en buena parte del mes de Diciembre no habrá línea de tranvía desde la Plaza Nueva hasta la Puerta de Jerez debido a la gran transito de peatones por esta zona, ahora que todo empieza a oler a papel de envolver y a caja registradoras, a azafatas perfumadas y a vendedores mal informados, ahora que llega la otra parte, la menos romántica de las partes de las arquitecturas del otoño.

4 comentarios:

  1. Empieza la locura de las compras.
    Algunas son imprescindibles.
    Pero ¿qué es lo correcto?
    Si consumes, malo.
    Si no consumes, malo.
    Lo peor de todo es consumir innecesariamente.
    En fin...
    Salu2, Clochard.

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    1. Yo compro,
      Tú compras,
      él compra,
      nosotros compramos,
      vosotros comprais,
      y...
      y... ellos nos compran.

      SALUD, Dyhego.

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  2. Las cosas, cosos,aparatos,cacharros,utensilios,cachivaches,chismes y demás familia...quitan el protagonismo de lo que realmente es importante:vivir y compartir...No me gusta nada pero,en estos días tengo que consumir,intentaré hacerlo con el corazón.Así,acierto seguro.
    Un abrazo consumido y consumado!!

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    1. Bienvenidas sean las consumiciones hechas de corazón..!!!!

      MIL abrazos.

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