jueves, 25 de febrero de 2016

Apóstata razonable.


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Revisando una serie de libros a los que hacía tiempo que no les prestaba atención, en ese afán por reencontrarme con épocas pasadas, he encontrado unos cuantos de Fernando Savater, y entre ellos Apóstatas razonables; ahí es nada, ánimo valientes, un empujón con el que no sentirse solo, una firme manera de crecer cambiando, corrigiéndose a uno mismo no estando dispuesto al anquilosamiento moral y espiritual del que salen tantos y tan malos tumores que se encallan en los puertos del alma sin dejarle hueco al suspiro del aire limpio. En un comentario de la contraportada, correspondiente a un extracto del prologo de obra, Savater nos dice que los personajes que han sido incluidos en ese libro son aventureros dispuestos a descubrir nuevos territorios que cuestionen lo establecido, cada uno en su contexto. Aquí aparecen, entre otros, el psicoanalista Jung, los escritores Boccacio, Julio Verne y Robert Louis Stevenson, así como los filósofos Spinoza, Kant, Bertrand Russell o Heidegger por poner algunos ejemplos. He acariciado el libro y he evocado al unísono el lugar en el que lo compré y la ciudad en el que lo leí, y he reparado en lo poco que recuerdo de lo extraído en claro de aquella primera lectura a excepción del significado de la palabra apóstata, de la que guardo un grato recuerdo desde aquella ocasión y a la que eventualmente recurro para hablar conmigo mismo a cerca de mis principios, de las curvas peligrosas en las que uno prefiere no entrar, de los semáforos en rojo vivo del pensamiento que no quiere verse de nuevo en una contradicción. Hoy me ha vuelto a visitar, tras la cita con el libro de Savater, esa palabra por la que no tengo ningún prejuicio, con la que me siento cómodo y envalentonado, libre, sin pelos en la lengua, yo mismo, dispuesto a no ser el mismo río en el que me bañé ayer ni en el que me bañaré pasado mañana, y he vuelto a sentirme identificado con la condición de perfecto renegado de los preceptos bajo los que fue educada mi profesión a lo largo de los años en los que ejercí en restaurantes que simbolizaban la cima de la gastronomía y la incoherencia de la dignidad de la profesión, siendo testigo de innumerables calumnias e injusticias sobre compañeros débiles e indefensos en esa jungla de cazuelas de cobre en la que se convierten las cocinas de los restaurantes que ostentan la máxima calificación por parte de una importante guía amparada bajo el nombre de una marca de neumáticos. He visto patadas y voces, quemaduras adrede, empujones e insultos, presiones que hacían abandonar el barco a más de uno de aquellos mercenarios vestidos de blanco de cuyas manos salían los platos que uno recogía en el pase de cocina con más miedo que vergüenza. En la sala solíamos tener más suerte en este aspecto de la denigración a manos de los profetas del servicio, aquellos jefes de sala rigurosos y exigentes que no permitían un fallo y para los que nada que no tuviese que ver con la perfección, con su imperfección exenta de naturalidad, parecía tener valía,  ya que al no ser tan valorado el oficio, por la crítica y consecuentemente por la sociedad, parecía como que hubiera un poco más de transigencia, pero eso dependía del sitio; lo normal es que en una casa de máxima reputación se respirara un ambiente parecido al de un regimiento de legionarios, algo paradójico teniendo en cuenta que después había que enfrentarse al cliente sonriente y de buen talante, orgulloso de tu vocación, pero lo que ningún huésped podía siquiera imaginar era el sometimiento a una rigurosa disciplina, que en muchos casos, en muchísimos casos, hacía que los recién incorporados a un equipo de trabajo no aguantaran más de veinticuatro horas en el puesto que le hubieran asignado. Desde hace bastante tiempo, a pesar del rigor con el que trato de poner en práctica mi filosofía de trabajo, me siento un apóstata razonable, un Julio Verne de mi oficio, un gato azul, un perro a cuadros, un exiliado de la desproporción de antaño, aunque a veces me cueste trabajo, porque, dicho sea de paso, de los arrebatos de soberbia no hay quien se encuentre a salvo. Llegar a estas conclusiones es un alivio para el alma, una franja de color en la bandera de la libertad de expresión.


miércoles, 24 de febrero de 2016

El quinielista


A Mario Benedetti y a Nicanor Parra.

El quinielista rellena el boleto discreto
 suspira levanta la cabeza piensa existe
imagina suspira  suelta un par de euros
 camina despacio sonríe sueña  despierto
con que ahora por fin sucede lo imposible
después de tanto y tanto tiempo y tanto
aguantar el tirón y la mecha y tanto y tanto
lo inaudito inesperado inconmensurable
combustible hasta cierto punto comprensible
que no es poco que no es fácil que no es
lo imprevisible e inalcanzable entrelazado
 desesperadamente inesperado en lo jugado
tantas veces tantas noches tanto tanto tanto
tantos días pensando infinitamente lo mismo
en el abismo infinito círculo de lo interminable.

Carrrruuusssellll deportivo...!!!!!!!!

El quinielista sale a la calle y entonces se calla
 mira el sol se rasca el cogote sonríe no exclama
se frota las manos imagina susurra estornuda
llora de alegría no maldice ni le hace falta
al fin y al cabo se gana el pan como sabe escucha
 con la costumbre del sudor de su frente entonces
 todo se lo representa con multiples detalles
 piensa luego existe coge un avión vuela inventa
asiste al estadio clama grita celebra jalea golea
 se tumba en la playa desayuna almuerza cena
le gana la partida al desengaño a la tormenta
 de una vez por todas revienta la patilla vámonos
contempla el colorido y el resplandor de las cosas
y se mete un kilo de gambas rojas langostas
entre pecho y espalda y goza bogavantes
y por vez primera y en paz serenamente
 probará la dicha del champán dé o cé francés
del que de oídas se figura que asegura
 que las heridas cura del alma y mucho más
ay esas burbujas son milagrosas vitaminas
en noria el camino hacia la gloria sin escoria
bendita tú eres la más hermosa y espumosa
 entre todas las botellas con estrellas de epopeya
el alma entre un hilo de suspiros contenidos
después de una tarjeta roja de alegría indescriptible.

Goooollll del Ralma...

¡ Hola gallinero... !


El quinielista solloza y se reboza
en un baño de lágrimas de alborozo
sin regatear por fin hará la compra
tirará la casa por la ventana sin necesidad
sin que sea preciso decir un día es un día
y dos son dos y tres cuatro cinco seis
múltiples son los caminos por fin ya está
con caprichos objetos antojos detalles
 gustos cosillas canas al aire muecas de libertad
de baratijas nada ni de saldos ni de rollos
ni de menos da una piedra ni de migajas
ni de no es más rico el que más tiene
ni de bolsillos desfondados ni miserias
un televisor de plasma bien grande ya
con urgencia inminente en definitiva
 en el que ver los estrenos los filmes
los documentales sobre ciencia ficción
como esta de sentir la fortuna en la sangre
y todos los partidos en directo en tribuna
como Dios manda con el culo sobre el cuero
y esos peliculones con bólidos con ira con balas
 de canal plus digital prepago muchos por semana
salga el sol por donde quiera por Antequera
por Las Palmas por Conil de la frontera
 esta es la mía de hoy no pasa todo o nada
con tinto de Rioja con gambas con ostras
con sardinas langostinos chacinas ibéricas
percebes pato nécoras almejas mollejas
caviar solomillos al punto menos de la parrilla
que viva la Roja y el chándal y el carnaval
berberechos de Galicia nada de malas noticias
 anchoas del Cantábrico eso es matemático
cuchá que te digo mañana y al otro y al otro
trabajará pongamos que Rita la cantaora
que harto de torcidos tiene uno derecho
y con su dinero cada cual hace lo que quiere

Oéeee, oé, oé, oé...!!!

El quinielista es cabal aspirante a pragmático
desea despojarse de sus males reumáticos
ama la sustancia del placer balompédico
siente en su piel que se mueve en la cancha
y ante todo se promete ser discreto cero faroles
 no volver a doblar la raspa la espina eso si
ni las manos mancharse de grasa quejumbrosa
sin desterrar claro está el fragor obrero su orgullo
la cuna su sello y código de barras marca de la casa
ni pasar por el aro agachado otra vez como antaño
e ingenuo se pregunta cómo y de qué forma modo
manera se lo puede montar ingeniar reducir para
que nadie sospeche los orgasmos las caricias
las fugas las noticias las alarmas las casas
 de su excesivo entusiasmo fantasmas cuidado
algo pasa lagarto lagarto qué pasa lagarto
que bien es sabido te hemos cogido lagarto
que no te conviene sabes lo que tienes lagarto
dar brincos de alegría eh la policía lagarto
porque en el barrio las huelen y sucede lagarto
y se tiran de los pelos cuando entre tanto
 ven que un vecino levanta el vuelo las alas
lagartillo lagartejo lagartenorio lagartontuero
el pico la hacienda la bolsa la vida las faldas
  más de la cuenta y de pronto regenta un chalet
 se ríe demasiado pongamos por caso se perfuma
 para ellos pasando y esto es jodido puede que cruel
 a ser un extraño algo raro enfrascado de diferencias
no sabe uno qué es peor si ser un cobarde o peor
 o mejor o mire usted yo sólo sé que yo eso así ya está
no sé nada que ya es bastante y eso puedo marcharme
que me vayan quitando a ver si hay huevos coraje
 lo bailao vamosanda a ver venga el primero gili valiente
no existe peor mal que la envidia coño cagontó
hay que ajoyaguantarse que es reflexivo

Hola fondo norte...!!!!!!!


El quinielista es un hombre un homo laborens
 singular sencillo apropiado acicalado coqueto
que marca un uno una equis un doble otro doble
 un dos y se muerde los labios bolígrafo en mano
viendo en las nubes y sombras y soles y cruces
la forma de un balón una escuadra una red un ángulo
ángeles que meten goles fantasmas que disparan faltas
 penalties de cabeza libres directos saques de esquina
fueras de juego bordes del área líneas blancas banderines
círculos centrales cartulinas de todos los colores
hinchas brigadas bufandas bengalas avalanchas tirones
escudos túneles de vestuarios banquillos salas de prensa
 medias tacos botas utilleros entrenadores llamados misters
jueces de línea vallas publicitarias alineaciones indebidas
todo un acontecimiento vaya por delante el deleite
y se mantiene despierto en la moviola de sus ensoñaciones
hasta el final del partido que expira con el último pitido.

lololo lolololololololo....!!!


El quinielista pasa el domingo radio en mano
yendo y yendo y viniendo escuchando acechando
de la columna al pronóstico a la repetición
 a la soledad del transistor pegado a su oreja
recordando los minutos que faltan echando cuentas
ahogándose en un suspiro por los pelos qué pena
y rezando para que nadie meta un gol consagrando
el desastre su mujer le dice niño qué te pasa
niño me tienes preocupada niño te pasa algo
esto no es lo que era qué condena qué bicho te ha picado
a pesar de estar acostumbrada a la jornada futbolera
pero dime niño qué te pasa te pongo ésto quieres aquéllo
que te acaba de cambiar la cara y yo no sé nada
y esos colores y esos sudores y esos escalofríos
y esas ganas de mandarme al carajo se te nota en la cara
al tanto pena máxima han señalado última oportunidad
alegría consumada como entre me retiro como entre
carrusel deportivo ronda informativa sonido en directo
no se lo pierdan estamos a punto de salirnos del pellejo
el público arroja blasfemias disparates mangos de paraguas
el delantero se prepara y encara y mira y no mira
 con mirada asesina fulminando en enfoque al portero
lanza a lo Panenka o revienta el esférico punterazo
 y lo manda fuera del campo no me lo creo
momento que ha puesto digamos los pelos de punta
 fin al amago de infarto fin a tanta continencia
de unos cuantos y en cambio resurge la furia encarnada
nuestro quinielista quedó boquiabierto y sordomudo

(............) 


El quinielista se ríe después de la sensación del momento
 de quienes ven en el dinero algo fuera de lugar nojodas
 un problema si llega en exceso pero qué es eso joroba
no se explica tal imposible si es lo más intensamente deportivo
atención no le presta a tanta insensatez desmesurada
no entra en sus planes convertirse en un pijo de mierda
no le cuadra la historia de ser diferente a lo que era
no le encuentra pies ni cabeza a la pedantería arrogante
de billetes un saco prefiere que él sabe cómo yo cuándo
una montaña un carro un camión que se lo den ya verán
un remolque una pala una cosa qué le haga flotar
un castillo una mansión un torrente un manantial de tranquilidad
ni en sus repletas manos de callos ni en su orgullo obrero
que sea un fastidio un engorro se le pasa por la chistera
aquello supone un enredo por dios pero que regodeo
que fueran esos todos los problemas vamos a verlo
para dejar de tener que cuadrarse y de condolerse
delante del jefe decir buenos días cómo está usted
adiós señor buenas tardes claro llegó mi hora
lo que usted diga por supuesto pero nos vemos
entendido no lo dude en eso quedamos váyase al carajo

a por ellos, oé, a por ellos, oe, a por ellos oe oe oe!!!!!!


Para el quinielista no sólo se trata de un alivio
 después de tantos años bregando y dando martillazos
de andamio de barra de bar de tejados de chapas
de tanto tener que tragar la ignominia del currante
 tonterías ahora llega el momento llora por dentro
llega el momento de mandar a freír espárragos
a paseo váyanse a la mierda al quinto coño sabe
 toda esa cuadrilla de mamones mangantes pelotas
de botarates y rapaces aguilas buitres zorros ratas
de secuaces del engaño rapiñas estornudos sociales
sabuesos corruptos joslagranputa renegados hipócritas
que se las daban siempre de listos a costa de uno
canallas miserables sobornables delincuentes fatuos
serpientes reptiles usureros encumbrados de gratis
orangutanes carnívoros sospechosos malas hierbas
que no dejaban de ladrar ni de día ni de noche
que parecía que iban a heredar la empresa robando
que daban patadas al diccionario de su lengua
que contaban batallitas y chistes malos y de putas
ahora va a trabajar su Pmayúscula madre de ellos
porque sólo queda el descuento y como termine así
y esto no se mueva lo tengo en el bote lo tengo por fin
Suena un pitido empata el Levante y lo cambia todo
 cagonlaleche y en la madre que los parió mientras
la tierra gire y nade un pez hay vida todavía y eso
suena otro pitido otra señal otro gol otro punto a favor
otro uno en la columna aritmética que mete al quinielista
en faena de éxitos rotundos como esta tarde maravillosa
llena de gracia renovadoramente estadística para romper
los contratos con el pasado y con el presente angustioso
y ahora si ahora si ahora si me la van a chupar qué disparate
yo nunca hablo así pero es que esto supera mis expectativas
ahora termina el partido los partidos la jornada ahora
el arbitro ya no quiere añadir nada ahora santa palabra
ahora me voy a celebrarlo con mi alma y con mi sombra
y con mis versos de currante a cuestas de mis espaldas y de mis
riñones al jerez y de mis malos tragos y de toda esa infamia
en la que consiste esperar tanto y tanto y tanto y no me canso
de repetirlo no me canso ahora la vida sigue por fin
sigue pero ay amigo de qué manera.



jueves, 18 de febrero de 2016

Frío sevillano


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Sevilla es una ciudad en la que no es raro que le pille a uno el frío por sorpresa. El frío de Sevilla es húmedo, cosa que hace que no sepa el caminante cómo sacárselo del cuerpo, cómo quitárselo de encima se ponga lo que se ponga, tome lo que tome, vaya donde vaya, a excepción de cuando se recurre a esa leve exposición al sol, cumbre de la templanza invernal sevillana, tregua para la tiritera, patria de la contemplación poética, eco del mensaje de las casas del casco antiguo; es por eso que de la misma manera que siempre hay un roto para un descosido, en Sevilla siempre hay un rayo de sol para un pedazo de frío. Da gusto en días como el de hoy cambiarse de acera, parece como si por un momento entrara uno en la deseada templanza de una sala de cine cuando están cayendo chuzos de punta afuera a partir del instante en el que decide refugiarse al amparo del Lorenzo. Esa dualidad climatológica que convive en Sevilla, ese ser y no ser y al mismo tiempo ser demasiado, es uno de los rasgos significativos que se emparenta con otras dualidades, con otros binomios característicos, idiosincrásicos, marcas de la casa, códigos de barras de la ciudad de las contradicciones y las ironías más sagaces. Tan cerca y tan lejos, tan presumida y tan dejada, tan protocolaria y tan informal, tan ciudad de la gracia y de la hipocresía, tan Sur de la España profunda y tan cosmopolita. En esta época de tiempos revueltos, en todos los sentidos y sin sentidos, parece como si estuviera el clima echándonos un pulso retrasándose o adelantándose a su antojo, o no, a su antojo no, tal vez al matemático y lógico antojo de las consecuencias de la era del plástico y el petróleo, en ese sube y baja de escaleras mecánicas y de carburantes desfondándole los bolsillos a la capa de ozono, provocando la caries de las nubes, incendiando los bosques en otoño, rasgándole el camisón a los rocíos, defendiéndose como puede de las embestidas con las que el hombre se ha propuesto la mortalidad prematura al bajo precio de morir asfixiado. Pero a lo que iba, que no se lleva bien el frío en esta ciudad, falta algo en ese cuadro de enero y febrero de hojas caducas de platanera, se echa de menos el sol primaveral, el eterno sol primaveral que en cualquier momento se instala como bajado de las órbitas celestiales y los cielos regentados por un meteorólogo ángel de la guarda. Cada estación se solapa con la siguiente, cada punto cardinal del presente nos lleva a sucumbir a la belleza de la iluminación de los callejones cuando cae la tarde, cuando amanece que no es poco, cuando todavía hay sitios a esa hora de la mañana que huelen a pan como aquella calle de Baroja. Pronto estaremos en mangas de camisa, supongo, y eso es ya un anticipo de la felicidad florida y aromática que nos aguarda; mientras tanto habrá que ir refugiándose del frío insospechado que ahora se siente en Sevilla. 


martes, 16 de febrero de 2016

Tilde y no tilde



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Esto de ponerme todos los días la corbata es uno de los placeres accesibles que la vida, esta vida de camarero, me brinda; es un gesto cotidiano que me lleva acompañando desde hace años y del que me nutro como el actor que hace todo lo posible por no olvidarse de los versos que darán sentido a una más que probable improvisación, una de esas espontáneas salidas que se encargan de armonizar el guión tan trufado de matices inesperados; pero me faltan los tirantes. Yo soy un camarero al que le faltan los tirantes. Se mira uno en el espejo como quien quiere sacar conclusiones de uno mismo antes de salir al escenario, como convenciéndose de que merece la pena el esfuerzo, y la verdad es que no necesito mucho para conseguirlo. El efecto dominó propiciado por el reparto de felicidad con el que trataremos de contribuir a que los seres humanos con los que nos topemos a lo largo de la jornada se sientan mejor es el factor clave para que se olviden por un rato de la catástrofe de puertas para afuera; de eso aún/todavía no es la sociedad consciente, hay tanto de lo que preocuparse que ya casi no queda espacio en el pensamiento para darnos cuenta de los rayitos de luz generada por la desinteresada contribución a extraerle una sonrisa a nadie. Antonio Suárez, el somelier con el que comparto las tablas del teatro sevillano en el que me gano la vida, de vez en cuando me dice entre bastidores que los que nos dedicamos a esto estamos hechos de una pasta especial; en algo nos parecemos a los ciclistas, aunque a mí se me viene a la cabeza más bien un saco de boxeo. La distancia que va de una botella de L´Ermita a un cartón de vino apócrifo soldado a la boca de un vagabundo es un dato estadístico, una metáfora existencial, un ponernos al día sin ver el telediario, una manera de que el termino medio, cansado de ser tan utilizado, opte por desviarse hacia uno de los extremos. Anda uno entre el bien y el mal, entre el rojo y el negro, entre las nubes y el sol, y todo por culpa de la memoria, por la desidia que muestran algunas ideas a desprenderse de uno mismo, esas huellas de la vida que quedan grabadas en la retina cada vez que paseo por la ciudad de la gracia. Luego el directo, la decantación, el mimo, el contacto, la Visa con las prisas por no saber a dónde llegar, pero el fulano de la calle San Eloy sigue ahí, con sus uñas mugrientas recién alquitranadas por el terror del bazuco que le dejó fuera del juego de la maraña incivil y solitaria agrupada en muchedumbre bolsa en mano. Pero no tiene uno más remedio, después de una sacudida de impotencia y de convicción que le lleva a pensar que no está en su mano la solución, esa manera de asumir la realidad que tenemos los que a tan poco llegamos, que sentirse agradecido con lo que tiene, con lo que hace, con lo que siente, con lo que vive, aunque no estaría mal ver entrar a un clochard por la puerta del restaurante y brindarle un paseo por una alfombra roja puesta a su merced para la ocasión; eso sería como la ´tí´l´dé en la esdrúúújula, como la guinda que confirmara la existencia del pastel en todas sus facetas lúdico alimentarias.


viernes, 12 de febrero de 2016

Actualidad y presente


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Me despojo del noticiario con la solvencia del inocente, con la ingenuidad del niño que me habita, en un día como hoy cargado de nubes incesantes y dudosas de si romper a llover o dejarnos con la miel en los labios de una sacudida de humedad que riegue los campos. Me despojo de la televisión por no estar dispuesto a ver tanto horror, tanta intoxicación y tanto despilfarro de cinismo, y me va bien. Me siento un poco culpable por echar la mirada a un lado, por disponerme a no querer ver, pero después de todo quién es uno para juzgar a nadie y menos a uno mismo, a no ser que se empiece a parecer a alguien a quien detesta y salten las alarmas de un irreversible examen de conciencia; pero de momento corre el aire, aunque, como digo, no llueve ni fuera ni dentro, o sea que vamos tirando que es un decir, y rescatando de la despensa los poemas guardados durante el verano. Ojos que no ven y oídos que no escuchan, corazón que se refugia en Juan Gelman y en Benedetti, en Borges y en Luis Alberto de Cuenca. En un día como hoy prefiero el presente a la actualidad, como diría U/mbral, demasiado Um/bral, tan suyo, tan paisajístico urbano del madrileñismo, tan fotógrafo de las esquinas del interior de los cafés, tan niño Mortal y Rosa. Por desvincularme me retiro hasta de los periódicos, huyo, me fugo con el motín a cuestas de unos cuantos versos, me lavo por dentro, por fuera el tiempo se encarga de ponerme gris el pelo y de rizarme las cejas; el tiempo, bien mirado, riza el rizo con uno y lo va dejando en las sucesivas etapas a merced del temporal, y si uno no hace por donde se le acaba llenando la casa de porquería; hay que abrirle las ventanas al presente y cerrarle la puerta a la actualidad aspirando a que este método, por otra parte casero, se quede a vivir con uno durante un tiempo y sepa comportarse como un buen huésped enseñándole a uno a andar por el mundo, por el mapa del perverso galimatías de poner los pies en la calle. De dónde sale tanta noticia y tan poca información, me pregunto; de dónde sale tanta ropa sucia en el preciso momento del ataque y derribo; de dónde tanta casualidad con la que se acaba aburriendo uno y con la que tantos se casan. A freír espárragos la actualidad, me quedo con el presente continuo de los latidos del reloj de mi caja torácica que bien se merecen un vals.

lunes, 8 de febrero de 2016

Complejo de inferioridad


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Existe un contraste tan grande y evidente entre nuestra cultura, entre nuestra forma de vivir y de entender la realidad, y la de quienes vienen de otro país, por razones turísticas o profesionales, tanto da, así como la de aquellos compatriotas nuestros que se encuentran de vuelta después de un periodo laboral en el extranjero, que se nos plantea una dificultad añadida: la de confluir en los acuerdos de progreso compartiendo las experiencias de quienes traen algo nuevo debajo del brazo. Esto, en un país solidario por naturaleza, cosa con la que se nos llena la boca a los españoles, parece que no nos es posible llevarlo a cabo sacudidos por la torpeza de un recalcitrante complejo de inferioridad que se sella a nuestra piel como un código de barras a un bote de conservas, sólo que, por desgracia, sin fecha de caducidad. No estamos lo suficientemente preparados para aceptar que existen otras maneras de hacer las cosas, otras vías de pensamiento, otras sendas por las que llegar a mejores fines y con el beneficio intelectual de no tener por qué estar constantemente justificando los medios. Parece como si nos sintiésemos recelosos de aquellos que decidieron salir para explorar otros campos de la sociedad, para crecer personalmente, para formarse. Sucede algo parecido con aquellos inmigrantes a los que se les trata muy bien hasta que dan uno de los saltos clave para que dejemos de tener ese sentimiento de paternalismo, no exento de conmiseración, para con ellos: cuando empiezan a hablar muy bien nuestro idioma, entonces comienzan ya a resultar amenazas dialécticas, gente que sabe cómo expresar lo que quiere, lo que le gusta y lo que no, personas que nos cuestionan, y con razón, pero a las que se les empieza a poner trabas para que no vayan demasiado lejos. Nosotros, los españoles, ésto de ponernos la zancadilla solemos hacérnoslo los unos a los otros desde que tenemos uso de razón, porque a eso nos han enseñado, porque nos han instruido en un sálvese quien pueda bajo la férula de una educación que aún no se ha desprendido de una serie de prejuicios que nos distancian de todo plan de acción riguroso y reflexivo; somos una sociedad envidiosa y arribista en la que no se valora el mérito y en la que los referentes han acabado por ser aquellos personajes que menos hacen y más dinero ganan; somos una sociedad miedosa, mediocre, conformista, hipócrita y carente de facultades de desarrollo personal suficientes para forjarnos un criterio propio frente a las vicisitudes, y el camino casi siempre escogido para resolver los entuertos y las desavenencias es mirar para otro lado o echarle la culpa a otro, al primero que pase, al que más rabia le tengamos, al que no nos atrevemos a hablarle a la cara, sin reparar en las consecuencias de nuestras decisiones ni importarnos lo más mínimo que nuestra manera de actuar repercuta negativamente en un futuro no tan lejano. Las diferencias pasan de notables, en civismo, en filosofía, en proyección, en constancia en el trabajo bien hecho y en perseverancia en el estudio, en el intento todo ello de construir una sociedad mejor, entre los que no se han movido del país y quienes o no son o son de aquí pero han decidido volver. Este es el mismo lastre que nos tiene bajo la piedra de la incultura y que se resume en un cúmulo de inseguridades que dan como resultado el continuo sometimiento y un conservadurismo no ideológico sino falto de confianza en sí mismo, que nos lleva a doctorarnos absurdamente en una descomunal falta de empatía y en un arraigado sentimentalismo plañidero que lo único que hace es reforzar el desastre; eso sí, como dice Elías Moro, con una buena dosis de adulación, de esa interesada paciencia del mediocre y del servil y, en último término, del canalla y del traidor.

viernes, 5 de febrero de 2016

Papel en blanco



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Papel en blanco hilo negro
fondo oscuro limpio cielo sacapuntas recuerdos
aurora arco iris bufanda gris tatuajes de café
azul de tinta como paliativo para la resurrección
desierto por el que vagan las ideas libres
sueltas suyas ellas mismas ni más ni menos
mariposas que bailan desnudas sobre el entusiasmado polen del desierto
atmósfera con nubes de alquitrán del que se empapan los silencios
ajetreado recreo de predispuestos abecedarios
consumadas afonías rectángulo perfecto
conmemoración de un instante de un paseo de una imagen
de un minuto eterno en el que cabe la vida de un suspiro
ciudad a los ojos del pensamiento ensimismado en furtivas miradas
reflejo de la memoria en la persistencia del borrón
en la fugacidad del destello de una palabra colgada de la solapa
en la ceniza del cigarrillo que se apaga con la bombilla que se enciende
relicario del mundo que se acaba en la recaudación del telediario

papel en blanco
unas veces la distorsión de la contrapuesta mezcolanza abigarrada
otras la coherencia intermitente del arquitecto que por dentro nos habla
o una sopa de pescado en un huerto lejano y sediento de esperanzas
la ilusión por el descubrimiento de lo no premeditado de lo apenas bello
lo insinuado eso que entra por la puerta de atrás de la ventana y se queda
la capacidad de asombro intacta felizmente rescatada de la infancia
y puesta de manifiesto en una/un cometa en un balón de oxígeno sin portería
en la república independiente de los manuales de gramática

papel en blanco
déjate llevar como buen compañero de fatigas no me digas
no me mientas no me vengas no me tortures con tú dónde vas
por senderos carreteras polvorientas cunetas olvidadas sacudidas
por las orillas por las colinas de las altas montañas de las dudas
compatriota de la tierra prometida de la isla del tesoro
aliño de las salsas más sutiles perfume etéreo bálsamo de aguardiente
cortafuegos para los incendios del alma que no se extinguen con la espera
que se apagan en el bosque placentero de una letanía de metáforas
vacaciones de verano transcurrir de los inviernos otoños con violín

papel en blanco
despliega tus alas echa a volar da volteretas corre de alegría
sal a flote naufraga quédate estancado en el reposo placentero de la distancia
encallado en buenos y malos puertos en playas de arenas de azúcar moreno
resurge fluye tópate con  los testigos rastros garbanzos de Pulgarcito
imagina reconduce maldice sospecha haz señales no ceses en tu intento
detente en el inexistente punto y coma de estos versos cálidos fríos fuera de tono
más allá del vacío de la atómica nada breve ínfima y minúscula
párvulo en las acometidas de la frondosidad de lo ni siquiera comenzado



miércoles, 3 de febrero de 2016

Gomorra


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Cada dos por tres a salto de mata sin quererlo
por despiste manga por hombro esto es un desastre
una casa de locos no hay quien se aclare un lío
un disparate un quilombo a mi me gusta llamarlo
para salir corriendo y no echar ya saben ni gota.

Asaltos insultos desmanes trapecistas del tedio
Gomorra mentiras grandes mentiras y estadísticas
mafia altercados desaprensivas putrefactas osadías
desahucios malentendidos controversias discusiones
perdedores que pagan el pato sin meter la pata
ganadores que se van de vacaciones y les resbala
insinuaciones como que si te he visto no me acuerdo

Lo peor es el descaro la cobardía la estafa
el consentimiento con el que unos a otros se tapan
la emergencia en la que se resumen sus resoluciones
los aspavientos de cinismo sin demora chantajista
la hipocresía que enaltecen en la conquista del triunfo.

Saldos cuentas números plazos pagos rescates
desajustes ajustados con embudos fraudulentos
insultos al intelecto congresos demoníacos circos
espectáculos de maloliente perversidad inusitada
migajas que recogen por el suelo los rebaños
arañas buitres comadrejas zorros lobos ratas
una selva un zoo dementemente enmascarado

menuda troupe tropa caterva retahíla de agrupaciones
que no se ponen de acuerdo y aquí andamos a la espera
viéndolas venir gastando el presente en actualidades
televisivas y otras maneras de perder el tiempo herido
del que a duras penas se sale indemne a no ser o no ser
que asumamos la realidad que a cada uno nos pertenece
y de la que parece que aún no se han acordado.


martes, 2 de febrero de 2016

Preferencias


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Prefiero el silencio al ruido incluso
al sonido depende  de a qué hora y cómo
prefiero hacerme el sordo el mudo el soso
a someterme a la inercia de la noria discursiva
almirante de comedias aullidos antojos tenaces
plumas  resbalones sandeces proverbios secuaces
en fin ya saben el discurso triste discurso del pulso
de la cosa esa de dar gato por liebre gato
por vaca gato por caballo gato por gallina
gato por perro por elefante por águila
por supuesto gato por gato por gato
y atolondrados puntos suspensivos

Prefiero andar un poco escaso y ya ves y ya y yacer
sin tirarme a la bartola libremente sin riesgos asustados
de amago de infarto u osadías fuera de tono consumadas
a volverme loco por las caníbales prisas enemigas iracundas
endurecidas como cráneos poliédricos de melena gastada
prefiero mesurar la dimensión de mis provincias
concadenar los movimientos sísmicos de mi calma
y leer amanecer como quien deja crecer su barba

Prefiero la ironía al abnegado desmayo circunspecto
la fe en las causas modestas al megalómano tedio
los suelos enjabonados con esfuerzo al oro negro
las pistas de baile a los circuitos de fórmula uno
la imperfección de la naturaleza a las urnas vegetales
los manantiales progresistas a la piedra pómez absoluta
una mano de pintura al quita y pon acumulado

Prefiero pasarme de la raya  a causa de una causa con causa
honesta sencilla competente desinteresada como la escritura
a la indolencia que mortifica los instintos los sentidos el olfato
dejando a un lado las emboscadas de la memoria vengativa
prefiero el alimento del diccionario a las posdatas invidentes

Si la libertad está en poder elegir
 y se encuentra en el conocimiento
ojalá nunca me hallé en el desierto náufrago desaliño
y me incline por el acierto en las tendencias de la rúa
de la domus y de los algodones del infierno
después de todo y antes de nada y que nada
qué más se le puede pedir a un esquelético futuro
acorralado por los traumas del autodestructivo singénero sapiens


lunes, 1 de febrero de 2016

Presente


Resultado de imagen de esperanza


Entre las nubes el agua la tierra
el cielo y los fantasmas sospechosos
calculo el infinito perverso que nos queda
y llego a la conclusión de que de alguna manera
no dejan de abrirse los ciclos de la infancia
las protuberancias de la imaginación
el arco iris de nuestras resacas fundadas
en los brindis con los que calentar el alma

Como si las islas de la conciencia necesitaran
titar del famoso hilo de Ariadna consolado
por la certeza de que arribará a buen puerto
el plan de huida y la emergencia de algún cuerpo
depositado en la distancia del fuego eterno
en lo que de diminuto tiene el entretenimiento
de unos minuciosos dedos haciendo de las suyas
sabe ponerse aprueba de sí mismo por ahora

No se trata de llegar el primero
ni de acordarse de las inmundas ignorancias
tampoco es buena consejera la indulgencia
que en éstas y en otras lides suele defraudar
atiborrando de borrones la lúcida esfera
si ando me doy cuenta si ando desespero
si pienso subo las escaleras si sueño encadeno
una con otra las transparencias del insomnio
y eso es ya algo más que una tregua
eso es lo que viene a llamarse una manera
una forma un mapa un diseño un modelo
un ejemplo una vía el guiño de un faro
con dirección a la trascendencia del presente