jueves, 27 de noviembre de 2014

¿y el equilibrio?




El tiempo, que es de una materia etérea que todo el mundo sueña, aspira, tocar, se desvanece como por arte de magia, seguramente, y nadie logra escapar de las garras de la incertidumbre. Pasa la vida, vuelvo a decir; pasa la vida y no salimos de los mismos axiomas que desacreditan a un conocido, por envidia, por la rabia que produce que al prójimo le vayan bien las cosas, y también por afición a no dejar títere inocente con cabeza, camuflando la admiración que uno podría llegar a reprocharse hacia cualquiera de quien no se esté dispuesto a pensar lo contrario una vez que hogaño fue dicho a voz en cuello que era un hijo de tal. A lo hecho pecho y a lo dicho un par de huevos, aunque uno sepa que va por mal camino, que un hombre es un hombre y las palabras, aunque se las lleve el viento, tienen su cosa para esto de la cizaña. El tiempo, la conciencia y las ganas de escribir, me hacen ponerme así, un poco pesado y maloliente, un poco discapacitado para la excitación de las modas y la aprobación de los escaparates, un poco mosca cojonera y talón de Aquiles de la ramplonería burguesa y acomodada en la modorra criticona de barriga cervecera y corbata estampada de un mal gusto que tira de espaldas; pero ya se sabe que este tipo de males se pasan rápido. Unos usan un par de horas de lectura para apaciguar los malos pensamientos, otros sueldan su morro a una botella, y a mi me ha dado por sentarme al teclado, que es el sitio mejor que se me ocurre para desvencijar en palabras esta apacible y gris tarde de otoño, de un otoño alegre y maldito contemplado por las nubes, de un mes de Noviembre acurrucado como un gato soñoliento. Un grupo de jóvenes protesta a las puertas de la universidad, con razón y con orgullo, con sentimiento de progreso y prosperidad, con afán de cambiar las cosas para bien; otros compañeros suyos fuman y contemplan la racionalidad desde el balcón de sus caladas a pitillos de has liados en forma de trompeta. Siempre ha sido un poco así, unos tanto y otros tan poco, luego también ha sido un poco así: todos protestan por algo, unos por lo que quieren y otros por no saber lo que quieren. ¿Y el equilibrio, dónde está el equilibrio? Mire usted, caballero, sin caballo, el equilibrio ha salido de paseo después de haber leído unos cuantos poemas de Baudelaire, para pensárselo dos veces, para descansar un rato, porque se encuentra harto de sentirse tan mal utilizado por la razón de los hombres, que parece andar en la cuerda floja, a ver si me entiende, y aún no ha resuelto el dilema de si seguir o no entre nosotros hasta que no hable con Cortázar. Bueno, entonces habrá que esperar. Pues figúrese como estoy yo, de los nervios.

2 comentarios:

  1. Igual que hay lecturas para para todo, hay protestas para todo.
    Salu2, Clochard.

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