miércoles, 4 de marzo de 2015

Escuchando canciones



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Se sabe uno muy cercano a alguna de las verdades de la vida, si es que existen, cuando comparte ciertas cosas, que depende de en qué momento pueden ser imprescindibles, de forma que la sensación de momentánea soledad se atenúa con algo tan sencillo, y tan cargado de emoción, como escuchar música. La amistad es una verdad certera aún no estando exenta del germen del desengaño. Siempre hay una tabla de salvación, un bote salvavidas, un flotador, un trozo de madera suspendido en el mar a la espera de que a él se amarre un náufrago.  Siempre hay una canción que nos viene a la cabeza, mientras paseamos, para instalarnos de manera efímera, y un tanto onírica, en la tablatura del presente que observamos. A las canciones les pasa como a los aromas, que traen recuerdos. Siempre hay un sitio en el que alguien te espera para contarte cosas insospechadas, raras, indescifrables, curiosidades que nos inundan y que tenemos la necesidad de soltar, de desenmascararnos de ellas como un preso de sus grilletes. La música, además de liberar, agudiza la imaginación y hace que los sentidos se mantengan alerta, y en cierta manera, como pasa con la escritura, se encarga de ordenar el pensamiento. A veces los caminos de la conversación, de ese intercambio de voces que no dejan de ser música, derivan en situaciones a las que uno nunca hubiera imaginado llegar, porque entre las ganas de que el otro acabe de decir lo que está diciendo para uno hablar de lo que le anda rondando en la cabeza, tan común en nuestra cultura, y la tergiversación de ideas, que a medida que el alcohol actúa sobre el cerebro aparecen, se llega a la conclusión de que tenemos mucho que contarnos pero poco tiempo para hacerlo. Yo siempre he visto como un baremo de la amistad, o de la iniciación a ésta, a la paciencia y al oído, al cívico acto de dejar que el otro diga lo que quiera pero escuchándolo. La otra noche tuve la oportunidad de escuchar muchas canciones con un compañero de fatigas, con un camarero que reune la admirable cualidad de ser melómano, y en cada una de ellas había algo que tenía que ver con nuestras vidas, con lo que somos y con el sentido de lo que hacemos. Uno tras otro fueron apareciendo, entre las cervezas y el aguardiente, temas de George Benson, de Jesús de la rosa y de Miles Davis, Sixto Rodriguez, Kutr Cobain, Rafael, Camilo Sexto, José Luís perales, Joaquin Sabina, John Coltrane, Eric Clapton, y nosotros cantando y tamborileando sobre una mesa y un taburete, emulando los movimientos de un guitarrista sobre el palo de una escoba, haciendo del cuerpo de una fregona el mástil de un bajo, cantando y explicándonos el por qué de las composiciones, pidiéndonos prestar atención a los detalles, a la aparición sinuosa de un instrumento que acaba siendo un torrente que arropa a toda la banda, a nuestra banda, la de los que celebran el milagro de continuar vivos escuchando canciones, que es una maravillosa manera de hablar.

7 comentarios:

  1. ¡Seguro que pasáisteis un buen momento!
    Salu2 alegres, Clochard.

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  2. Y ninguna de EL SENTIDO?
    Que fallo.
    Un abrazo fuerte.
    Teo

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    1. La lluvia de otoño, por ejemplo, o una de esas versiones de La Unión con las que empezábamos los ensayos. Fue aquella una de las épocas más felices de mi vida, sin duda.

      Un fuerte abrazo, Teo.

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    2. Y que me dices nuestro "gran hit"," fue solo una noche"

      Felices, mas que felices. Yo ahora en la habitacion donde ensayabamos en la oficina de mi padre, es ahora mi despacho y de vez en cuando recuerdo aquellos momentos, es mas de vez en cuando escucho nuestra primera "maqueta" y la verdad es que fueron momentos inolvidables.
      Se te echa mucho de memos.
      Un abrazo Charlie.
      Teo.

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  3. Me encanta dejarla hablar,Ella siempre tiene algo que contarme...Un abrazo de oído!!

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    1. La música, cuyo nombre procede de las Musas, es una fiel compañera que siempre nos aporta algo, y nos adereza los recuerdos, y nos acompaña en la memoria, y nos hace soñar despiertos.

      Mil abrazos.

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