martes, 22 de diciembre de 2015

El camino


Resultado de imagen de asombro

No salgo de mi asombro cuando compruebo la facilidad con la que nos dejamos llevar, la facilidad con la que nos compramos y con la que atenuamos nuestros miedos. El común de la gente, entre la que me incluyo, somos personas de a pie que danza más o menos ganándose la vida, acariciando la posibilidad de algún día ver como nos va mejor a resultas de nuestro esfuerzo y perseverancia, de nuestra condición de luchadores, de infatigables vividores a bordo del barco que lleva por bandera esa anhelada libertad que muy pocas veces se ve materializada. En esta tarde de domingo de diciembre, con aroma a una rara templanza que no se esperaba nadie, tomo café en casa, acaricio unos cuantos libros, caigo en el vicio de las ensoñaciones, de las discordias con uno mismo, y al mismo tiempo pongo la tele para comprobar cómo van esos enmascarados sondeos de sorpresa acerca de la elecciones generales, cruzando los dedos por que sea lo que Dios quiera pero que sea lo mejor que pueda ser, lo menos malo. No salgo de mi asombro, en primer lugar por los resultados, por lo acendrada que se encuentra la tendencia a tratar de no perder lo poco que tenemos, por nefasto que sea, y por la manía contemporánea de no ver más allá de nuestras narices. No quiero entrar en política porque no me interesa, porque sospecho de ese fraudulento juego, de esa absurda manera de entender la democracia que consiste en ir a votar cada cuatro años; el resto de los días corren a cargo de los beneficiados en el reparto de las cartas que un buen crupier quiso poner sobre el tapete de la demagogia; los listos, los que saben, los que nos vana sacar del hoyo, los cicerones que tanto prometen, los cuenta cuentos de nunca acabar, los ídolos y referentes, a los que hay que hacerles caso, los que estrechan la mano con sonrisa ensayada, la monda, la leche, el fin, en fin, lo que faltaba, hasta donde podíamos llegar, una cosa. Hay un momento en el que uno se para a pensar en lo que realmente importa, en los sueños que aún no se han exiliado de su afán infantil que confabula con la almohada, y no hay mucho más; el entorno más cercano, los compañeros del trabajo con los que llevar a delante un proyecto bonito; el vecindario que se suma al saludo y a la colaboración; la familia con la que pasar un buen rato y contarse las batallas más recientes recordando las pasadas; el hecho mismo de la existencia sin pensar en esos cuantos que tanto condicionan nuestro día a día; las fuerzas que hay que tener para aguantar el chaparrón de mala educación y de una recalcitrante y vergonzosa falta de civismo; eso, la lucha, es lo que, bien mirado, nos salva de la quema de esta merienda de negros, lo que nos hace más fuertes cada vez que nos levantamos de la cama, ese orgullo con el que uno enfrenta el día como si acabasen de pintar todos los pasos de cebra que atravesará camino del trabajo, o de la biblioteca. 

4 comentarios:

  1. En el fondo, a veces "necesitamos" ser gregarios. Lo malo es no darse cuenta, o no remediarlo, o impedirlo, o evitarlo, o intentar nadar a contracorriente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La postura de los cínicos no suele dar muy buen resultado, eso es verdad; hay que tirar de combustible propio para refugiarse de tanto tonto por ciento.

      Salud, Dyhego

      Eliminar
  2. Vivimos en una sociedad muerta de miedo, credula, manipulable, con escasa cultura y muy mala memoria, ademàs aterrada a por perder lo poco que poseemos. Todo esto nos hace esclavos, esclavos de charlatanes, folloneros altaneros y prepotentes que no tienen nada que perder, porque siempre van a mantener su status, sus privilegios. A fin de cuentas somos cobardes y eso hace que perpetuemos el sistema de clases, el capitalismo más feròz, damos el poder a los mercaderes, no sólo aqui, a nivel global.
    Hasta que no nos entre en la cabeza que la clase polìtica debe trabajar para nosotros, para el bien comùn y no al contrario, nosotros para ellos, que ellos no tienen el poder, sino el ciudadano, esto no va a funcionar.
    Un beso. Reyes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, esto ya es, de por sí, casi una entrada, una magnífica declaración de lúcidas ideas por las que te felicito.

      Besos, Reyes.

      Eliminar