lunes, 3 de febrero de 2014

Versión original




Desde hace unos días estoy concentrado en la lectura en inglés de algunos de esos libros que narran historias de fantasmas en el interior de un castillo o de detectives cuya intuición raramente falla, cuentos o relatos cortos escritos con sencillez y con la particularidad de haber sido adaptados para que aquellos que desean introducirse en otra lengua lo hagan de la manera más cómoda; adaptaciones que cuentan con el incentivo de ir descubriendo por uno mismo el significado de palabras y expresiones, deduciéndolo del contexto mediante el mecanismo de comparación que ejerce el cerebro con respecto a lo que ha sido escuchado en los bares o en la cola del supermercado, o en cualquier rincón de Marbella en este caso, ya que es frecuente encontrar a personas de origen anglosajón que un buen día decidieron instalarse aquí para siempre. Cuando escucho alguno de esos vocablos, dichos o frases, que ahora leo sobre las páginas de un ejemplar escrito en inglés, e identifico lo que con ellos se quiere decir disfruto de la momentánea alegría del autodidacta, de quien descubre que ha avanzado un paso sacando en claro que no se encontraba muy lejos de la solución. Hay que ver qué distintas son las formas de decir depende qué en cada idioma. La filosofía del lenguaje, el por qué de lo que se expresa, el cómo decir lo que se quiere, siempre me atrajo de la misma forma que la etimología: esa ciencia que va puliendo las palabras hasta dejarlas desnudas y en estado puro, a flor de piel, bajo circunstancias y voces que dieron lugar al origen de cada una de ellas. De otras lenguas, en las que no alcanzo a decir más de cuatro recurrentes y cotidianas frases como un buenos días o un hasta mañana, como es el caso del alemán, me atrae el mecanismo de sus declinaciones, la significativa finalización de cada oración, ese matiz en el que se encuentra la llave con la que abrir la caja de resonancia de la frase entera. Del francés, me agrada su musicalidad, la suavidad con la que las sílabas se escurren entre los labios, como si quisieran acomodarse al aire que las acompaña en forma de leve silbido, apenas levantando ligeramente su sonido; y del catalán me gusta su totalidad y riqueza, su originalidad en múltiples situaciones, sus puntos de concordancia con las otras lenguas romances, lo fácil y divertido que resulta aprenderlo. Letras que forman palabras, indefinidas combinaciones a merced de la comunicación. Hay otras lenguas, como el japonés o el árabe, que sólo por la curiosidad de su fonética a mi me gusta escuchar como quien mira un cuadro sin los conocimientos suficientes para entenderlo pero sin aburrirse al contemplarlo, investigando lo que querrá decir el conjunto de palabras y de gestos que configuran el marco en el que se desarrolla la expresión. Y así sucesivamente con todo aquello que tenga visos de lenguaje, como en una torre de Babel urbana, me gusta poner el oído al pasear cuando un mínimo ambiente cosmopolita lo permite, como viendo una película del presente en diversas versiones originales.

6 comentarios:

  1. Cuando se escuchan otras lenguas, siempre me queda la curiosidad de saber qué dicen. ¡Cómo me gustaría conocer todos los idiomas!
    Salu2 idiomáticos, Clochard.

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    1. Si, es curioso y muy interesante, yo suelo imaginármelo..jajajaja... y a veces me da la sensación de que he acertado.

      SALUD, Dyhego

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  2. Para cantar el ingles y para enamorar el francés,para enriquecer el español,para intimidar el alemán...cada idioma tiene sus tonalidades,creo yo...Un abrazo multilingüe!!

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    1. Cada idioma tiene su encanto y su momento, como la música, de hecho no deja de ser eso: música, sonidos.......

      Mil abrazos.

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  3. Estoy contigo en que el conocimiento de otras lenguas nos da la oportunidad de abrirnos a otras estructuras, otras maneras de decir las palabras, que nos ayuda a que la comunicación se produzca por muy dificil que paresca hacerlo y al hacerlo recibir la satisfacción de que ese conocimiento te ha permitido comunicarte con extraños y desconocidos personajes. Fantastico el lenguaje!!!!

    Anónim

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    1. El querer decir que hay dentro de cada idioma es tan variado, tan rico en matices, tan diferente de uno a otro, que nos ayuda también a pensar cómo se organiza el pensamiento de sus hablantes. Es apasionante. Sea usted bienvenido, querido Anónim, y sírvase usted mismo.

      Salud.

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