sábado, 5 de julio de 2014

Pensar en ello





Harto de dedicarme a repartir felicidad y no siempre ser correspondido, voy ya echando cuentas, sopesando, haciendo mis cábalas para acabar concluyendo en que no estaría nada mal dejar un poco de lado el trabajo, esa dedicación que a veces se presenta forzada, para darme el gusto de convertirme literalmente en uno de esos estudiantes que asisten cada día a clase. Pasados algunos años desde que recibiera mis últimas lecciones presenciales, en la facultad de Derecho de Jaén, siento ahora cierta nostalgia de aquellas tardes entre compañeros que escribían muy rápido, entre apuntes prestados y manuales en los que al principio costaba hacerse una idea de la magnitud, de la inmensidad del conocimiento que se abría camino a medida que los profesores lo ampliaban con más bibliografía con la que recrearse en la investigación. Ya por entonces era yo uno de esos jóvenes camareros hechos en casa, quiero decir que nací en un negocio familiar, y no era raro que cundieran más las ganas de estar fuera de un hogar en el que la faena era constante que las de la dedicación al estudio en sí, aunque siempre hubiera una voz en mi subconsciente queriéndome decir que parte de mi felicidad se encontraba en los libros. Parece que ha llegado el momento, o eso quiero pensar, y es como si una bombilla se hubiera encendido en mi cabeza para alumbrarme en un mensaje que me quiere decir que deje de perder el tiempo, que trabaje para vivir y no viva para trabajar, y que detrás de la dinámica de un plan de estudios a medida de una persona como yo puede que se encuentren otras cosas por descubrir que no sólo tengan que ver con el aprendizaje teórico de fechas y de nombres: la salud mental y el progreso en la capacidad de observación, la calma del alma cuando se encuentra nadando en sus aguas; la paz interior de sentirse quien se ha elegido ser y la reconfortante sensación de estar invirtiendo en uno mismo. También me paro a pensar en que no será fácil el recorrido, la autodisciplina, la constancia y el atrevimiento de mirar hacia delante dejando atrás parte de los ingresos económicos, pero lo cierto es que al día de hoy existen pocas cosas que me hagan sentir mejor que sencillamente pensar en ello.

4 comentarios:

  1. Cualquier decisión, si es meditada, será correcta.
    Salu2 correctos, Clochard.

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    1. Desde luego que si, al menos para la tranquilidad espiritual.

      SALUD, Dyhego.

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  2. No hay nadie que escuche mejor la voz interior y que nos conozca mejor que uno mismo y al que al final le rindes cuentas, pero lo cierto es que,muchas decisiones las tomamos en malos momentos y no somos precisamente objetivos.Ahora bien,hay que hacer lo que a uno le haga feliz y le proporcione paz interior.Hacer balance y las listas de los proos y los con tras suele ser muy útiles.
    Un abrazo decisivo!!

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    1. En ello estamos, y la verdad es que la balanza se inclina del lado de tirar hacia adelante; en fin, todo se andará.

      Mil abrazos.

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