lunes, 19 de enero de 2015

Ahora que lo pienso



Ahora que lo pienso, después de haber tomado café en el Solito posto de la Alameda de Hércules, paso un montón de horas en mi lugar de trabajo. He llegado a esta conclusión, en este sitio, tras comprobar que normalmente es la misma persona la que me atiende vaya a la hora del día que vaya; es un chico argentino que ironiza con frecuencia acerca de cualquier cosa, como todos los argentinos, y que lleva muy bien su oficio, su esfuerzo, su dedicación, mientras a mi se me ocurre pensar lo que a algunos clientes del lugar en el que yo ejerzo. Ha sido justamente entonces cuando he recordado que ayer, en el hotel en el que trabajo, durante el servicio de la cena una clienta me comentó que siempre que salía o entraba del hotel me veía allí, en el restaurante, haciendo una cosa u otra, saludando a los clientes o haciendo anotaciones, con un trapo o con un papel o con una carpeta en las manos, a lo mío, atendiendo una llamada o explicándole algo a cualquiera de los alumnos de la escuela de hostelería insertada en el mismo establecimiento, en el mismo escenario. Y es que toda dedicación, cuando cuenta con la suerte de la vocación, se convierte en una forma de vida; no quiero decir que en un divertimento, pero con frecuencia si, también, por supuesto, claro, es evidente, no lo dudo, lo pienso, he tenido la ocasión de comprobarlo y ahora, después de algunos años, tengo la sensación de volver a creer en el trabajo. 
Paseo por entre las estanterías de la biblioteca y compruebo que a penas hay libros a cerca de la metafísica, de la esencia, que encierran muchos oficios a parte del de la literatura o el del periodismo, o la política. Nadie ha escrito todavía sobre la sensación de convertirse en un carpintero de verdad, en un maestro de la madera esculpida, tallada, medida, atornillada e insertada, limada y lijada. Nadie ha escrito sobre lo que un electricista o un carnicero, o un pescador o pescadero, o un fontanero o un vendedor ambulante o un hortelano sienten cada vez que hacen bien su trabajo. Las razones son contundentes, todos las sabemos, nos las imaginamos con tan solo ponernos en la piel de los que suelen realizar esas tareas, algunas de ellas tan artísticas, que muy pocos reconocen; y porque, al pan pan y al vino vino, el éxito, lo valioso, a lo que hay que aspirar, lo que merece la pena para ser alguien, el objetivo, el triunfo, está en otros oficios más dados a otra serie de artes: las malas artes de la rapiña y el primer plano. Mientras tanto, y con la fortuna de poder contarlo, hemos de seguir felices con lo nuestro.

9 comentarios:

  1. He ahí un buen proyecto literario y poco explorado y muy interesante: hacer literatura con la perspectiva de un trabajador en un hotel, para que nos explique en qué consiste ese trabajo bien hecho, en qué detalles se nos escapan a los demás...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sería muy bonita la dedicación a un proyecto de ese tipo, que no descarto. Tiene mi oficio de bueno que en él se pueden ver y sentir muchas de las diferentes formas de actuar del ser humano, para lo bueno y para lo malo, como la literaura misma.

      Salud.

      Eliminar
  2. Al igual que el fútbol en los deportes o los grandes chef y las "humildes cocinas",siempre el éxito es más goloso para venderlo y que lo lean.La ley de la oferta y la demanda.Yo creo hay mucha gente que se sentiría identificada con la historia o intrigada sobre todo si se escribe en un tono personal.¡¡Ánimo Juan escríbela!!,quien mejor que tú.Yo le compraría.

    Un abrazo lector!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me estáis tentando un poco entre todos...jajajaja. Quién sabe. Tú tendrías un hueco importante en esa historía; eres un modelo perfecto para esa buena gobernanta que todo hotel necesita.

      Mil abrazos.

      Eliminar
  3. El amor al trabajo bien hecho. Buena cualidad.
    Salu2, Clochard.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahí, en esa cualidad, es una de las partes en las que más cómodo me encuentro, y no pasan las horas, no pasan.

      Salud, Dyhego.

      Eliminar
  4. Que importante es el amar tu trabajo. Y no solo por lo que escribes me consta que tu lo amas.
    Un fuerte abrazo.
    Teo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sea usted bienvenido. Qué sorpresa. Ese nombre me trae muy buenos recuerdos de otros tiempos en los que uno comenzaba a conocer a sus primeros amigos más allá de los del colegio; y si es usted el Teo que uno imagina, me alegro mucho de verle por aquí, Ex corde, a pesar de ser, yo, el más impresentable de los amigos que se puedan tener.

      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
    2. Imaginas bien. La imaginacion siempre fue una buena herramienta para tu trabajo. En cuanto a lo impresentable como amigo, perdona pero no lo creo. Tu fuistes, eres y seras un muy buen amigo, a pesar del tiempo, la distancia y "la vida". Aunque como dice un proverbio turco " el que busca amigos sin defectos, se queda sin amigos"
      Se te echa de menos.
      Teo

      Eliminar