jueves, 1 de enero de 2015

Noche vieja



La noche se llenó de confeti, de guirnaldas rojas, lilas, verdes y amarillas, de sonidos singulares y humedades de burbujas. La noche se llenó de incendios, de repoblaciones de humos enigmáticos, de pulmones surcados por el huracán de las caladas. La noche, esa noche, se colmó de traslúcidos azules en el interior de las copas del Molotov cóctel de los impresionistas entusiasmos y de libaciones propias de reyes perversos y paganos. La noche fue larga y peligrosa, fugaz, instantáneamente eterna, hija del ruido y del decibelio, maquillada y perfumada, amante desesperada en el primer hueco que encontró. La noche se escurrió y no dijo nada, se conformó con quedarse donde estaba mientras le duraba el colocón y se hacia esperar la cuaresma. La noche, esa noche, aquella noche en la que los ángeles de la guarda miraron para otro lado y los dioses permitieron todo tipo de pecados, esa noche fue la de ayer, la noche de la lujuria y del lamento de no haberla aprovechado más a fondo, la noche de la borrachera  y el ritual del descontrol, del desenfreno, de los terremotos en los circuitos de la libido. La noche más joven y más vieja, más amiga del diablo y de los santos inocentes, más mojada por dentro, sucedió en un suspiro que desde las campanadas llegó hasta el alba y desde diciembre se plantó en enero como si nada, como si toda la vida le fuera en ello, como un tren de largo recorrido que durara una madrugada, como una serpiente que atravesara la jungla, como un rizo en la vanguardia del tirabuzón, como un interminable efecto dominó con el que se abrochara el principio y el final del tiempo entero, único y total, definitivo. La noche, esa noche, mágica como ella sola y fugaz como las demás, despertó y decidió seguir de fiesta, rodando, bebiendo y brindando, fumando hachís, aspirando polvos intranquilizantes, metiéndose por la vena el azúcar moreno de la muerte, recreándose en su juventud, felicitándose por el carnaval, por la dicha de no tocar el suelo, de resistir temperaturas bajo cero, la noche en la que los grumos de las sangres del universo se diluyeron en alcohol y los proyectos rellenaron páginas mentales plagadas de dulces promesas y amargas resacas. La noche del champán y de las uvas, la noche de los rascacielos del delirium tremens, la noche ella aislada del resto de las noches y merecedora de un capítulo aparte. La noche más buscada, más esperad, esa noche, aquella noche, fue la de ayer.

4 comentarios:

  1. Demasiadas expectativas para una noche... luego nunca sale como uno lo había programado.
    Salu2, Clochard.
    Espero que la "noche" te haya ido bien.

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    1. Fue fenomenal, muy divertida, entretenida e ilustrativa. Espero que te lo pasaras bien.

      Salud, Dyhego

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    2. La noche de ayer,de hoy y tristemente de mañana...
      Feliz Año Clochard...!!

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    3. Alegremente la de mañana, diría yo, Amoristad.

      Mil abrazos.

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