viernes, 20 de noviembre de 2015

Buen trabajo



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Hace unos días me hicieron una encuesta en La casa del libro de la calle Tetuán de Sevilla, y salí de allí no solo con la sensación de haber justo antes encargado un buen libro, sino como quien ha sido escuchado una vez que le han hecho una serie de preguntas cuando menos interesantes para quienes frecuentamos estos sitios. No suelo pararme con esos jóvenes que te saludan por la calle con ánimo de que les dediques unos minutos para completar el cuestionario que tienen entre manos, unas veces acuciado por las prisas y por el temor de llegar tarde al trabajo, y otras porque sé que después de todo vendrá la recopilación de datos, entre los que se incluyen el número de la cuenta corriente, ya que presumiblemente se trata de colaborar con una de esas organizaciones que tratan de contribuir a combatir el desamparo de muchas personas, o de reforzar la investigación del virus de una enfermedad contagiosa que está haciendo estragos, o a cualquier otra causa a la que parece que los gobernantes aún no han decidido hacerle mucho caso dejando a expensas de la buena voluntad de la ciudadanía el progreso en dicho campo; y son tantas las veces y tan frecuentes, casi en cada esquina del centro de la ciudad, que ya no sabe uno si esto formará parte de otro tipo de negocio encubierto o de una sencilla manera de escurrir el bulto por parte de quienes deben tomar cartas en el asunto y mediar lo antes posible para que no se desmorone la dignidad de las personas. Pero en La casa del libro atendí con mucho gusto a la encuesta e incluso he de reconocer que me parecieron pocas las preguntas; hasta eso me sienta bien en este sitio, como en cualquier otra librería, porque una vez que ha hecho uno entrada en semejante lugar el estado de bienestar le transporta hacia la más pura calma de la contemplación y de la dedicación sin prisas sobre ese cúmulo de nombres y de títulos, como cuando en mitad del paseo me encuentro con uno de esos libreros ambulantes que venden novelas haciendo de la acera su quiosco. Hoy he vuelto y he caído de nuevo en el vicio de quedarme allí por un rato, por gusto, sin la imperiosa necesidad de comprar nada en concreto, solo yendo de una estantería a otra, acariciando volúmenes y preguntando por un par de novedades que me interesan, admirando la desenvoltura de las personas que atienden al público aportando datos que resuelven dudas de manera inmediata, informando con rigor a cerca de ediciones y de traducciones, de fechas y de autores, del lugar en el que se encuentran las diferentes materias, dedicándose a la noble tarea de hacer bien su trabajo. Me gusta ver a la gente trabajando bien y a gusto, cooperando, afrontando con empatía las dificultades que pueda tener un cliente a la hora de encontrarse más o menos suelto en un determinado terreno, sea donde sea; esto también pasa en el restaurante.  Me gusta observar la destreza con la que un librero busca un ejemplar y lo encuentra rápido, la cara que pone, las preguntas que hace para llegar antes donde quiere, el interés que muestra y del que tanto se aprende. Tengo la firme creencia de que proponernos hacer bien nuestro trabajo es una de las cosas que más ayudan a que reine la estabilidad en nuestro entorno próximo, que no solo tiene por qué ser el de nuestra familia, sino el de todos esos seres humanos con los que nos relacionamos mientras gozamos de tener un empleo que nos permita comunicarnos continuamente. Si los políticos aprendieran de la habilidad y de las ganas con las que trabajan los empleados de La casa del libro de Sevilla tal vez las encuestas tendrían más que ver con la manera en la que pensamos que podrían arreglárselas para no fallar tanto y de manera tan indiscriminada. 

4 comentarios:

  1. Y digo yo:Si estudian el color de la corbata,la pose para mirar a la cámara,la entonación para empezar o resaltar algo de una frase...¿No crees que saben lo que haría bien?Lo que pasa que han elegido el lado oscuro...Pero,tú sigue aportando tú montocito de arena,dejales que se coman,unos a otros...Hagámoslo bien!!
    Un abrazo o mil...!!

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    1. Pues tengo yo mis dudas sobre si alguna vez se lo han planteado, la verdad. Lo cierto es que cansa un poco; pero a lo que vamos, que da gusto ve cómo hay personas que disfrutan de y con su trabajo.

      Mil abrazos.

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  2. ¡Cómo me gustaría que me pasaran una encuesta interesante!

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    1. Pues las hay, por ejemplo en La casa del Libro. A ver si tienes suerte.

      salud, Dyhego.

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