lunes, 23 de noviembre de 2015

Otro Noviembre


Resultado de imagen de bodegón de otoño

Hay algo que de un año a otro nos lleva a las mismas cosas, a los mismos sentimientos de determinación sobre la confortabilidad de lo conocido con auspicios de traernos algo nuevo, de lo anhelado, de lo escrito en el instante de la brisa, a los mismos aromas, a los mismos paseos, a la misma dulce monotonía de Machado, al colorismo de García Marquéz a base de las tonalidades propias de la hogaza y de las setas y del radiante paisaje de un cromatismo armónico con las ascuas del brasero, a las mismas hojas pisadas, como si mediante una sensación de pertenencia persiguiéramos una serie de rumores de los que acontece lo más previsible y lo más deseado, aquello que se espera con muchas ganas y de cuyos beneficios se tiene constancia por experiencias anteriores, por la fuerza con la que la memoria se aferra al pasado queriéndolo hacer presente, fruto del hoy y del mañana más próximo, del momento justo después de haberlo pensado, de la constante embadurnada de humedad en la que se resumen los latidos de los días nublados y plagados de ideas en forma de poesía. Para esto es el otoño la mejor de las estaciones, para la remembranza, para el recuerdo endulzado del hiato y el diptongo y del alejandrino con ganas de repetirse hasta la eternidad, para el velo de humo de los asadores de castañas que nos devuelve a la infancia, para las salas de cine que nos invitan a acordarnos de las películas que vimos a lo largo de otros años por estas fechas, para pasear mientras el aire fresco nos da en la cara y  cerramos levemente los ojos sin querer perdernos nada de lo que vemos ni de lo que sentimos ni de lo que olemos ni de lo que nuestra piel acaricia poro a poro por los poros de la nostalgia, dejándonos engatusar por el calor que nos proporcionan las rescatadas prendas de abrigo sacadas del fondo de un armario que andaba ya a la espera, consolándonos de las primeras heladas con la vuelta a las andadas de la bufanda y los guantes de lana sobre unas semanas de puro romanticismo, de una terca soledad que se acomoda en los resquicios de sol que a duras penas se encuentran en las esquinas, puede que en los bares en forma de aguardiente. En Noviembre hay bancos con lectores en los parques, fumadores de hebras holandesas en pipas retorcidas como serpientes invernales que no cambian de piel ni de dueño ni de argumentos, flecos en las nubes del pensamiento y de la rabia del corazón, mantillas para el sol y una colección de sombreros para la luna, y niños a los que les anochece muy temprano, y profesores a los que se les echa encima la próxima evaluación, y un misterio que envuelve al mes entero de una cobertura entre de azúcar y de piel de fruto seco, de albóndiga de tierra y de arena; hay ocres y amarillos y marrones que insinúan su pertenencia a la alegría del naranja; hay olor a turrón y a miel y a mantecados y a bolitas de chocolate con coco a la vuelta de la esquina; hay una tetera y una taza de café caliente, un libro abierto y la punta de un lápiz afilada y deseosa de tomar una nota; hay una mesa que nos espera para leer el periódico sobre ella, sobre la huella que deja el perfume de la concentración; hay un guiso de legumbres que regenera el cuerpo y el alma hasta el hartazgo, una mañana con tufos de panadería y de retablo de las maravillas. En Noviembre son buenos todos los presagios de la lluvia, todas las ideas de la niebla, el abanico que mece las ramas de los bosques a merced de la tempestad de la literatura, la filarmónica belleza de un bodegón lleno de panes y de orejones y de trufas y de barro y de tarros de conserva envasados al baño María. Otro Noviembre, qué maravilla.


6 comentarios:

  1. A mí no me gusta el otoño, o me gusta poco, la verdad. Sólo los colores de las hojas y el fresquito que hace. La falta de luz me disgusta. ¡Y encima la gilipollez del cambio de hora!

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    1. Todas las estaciones tienen su encanto, a mi me encanta el Otoño.

      Salud, Dyhego.

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  2. Noviembre siempre me ha parecido como: una patata asada sin salsa,como pasar la aguja sin hilo,como los bancos sin respaldo...No se,como algo que hace una función sin más pretension...hasta hoy.
    Un abrazo maravillado!!

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    1. Qué pensamientos tan maravillosamente poéticos sobre noviembre y el otoño.

      Mil abrazos....!!!

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  3. Lo leí ayer, pero no tenia tiempo para comentar. Entrada preciosa.
    A mi Noviembre me sabe a mandarina, castañas y caldo que templa, reconforta. Asoma el frio, pero este mes ha estado lleno de dìas cálidos. Extraño noviembre.
    Un beso. Reyes

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    1. Gracias, Reyes, por tu generosidad. Qué bien te huele Noviembre, qué buen partido poético le sacas con esas castañas y esas mandarinas y ese caldo. A mi me gustan los días cálidos de Noviembre, trufados de sol sin olvidarse del otoño.

      Besos.

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