lunes, 16 de noviembre de 2015

Qué asco

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Ya no sabe uno qué pensar, o sí, o tal vez pensar algo que le dé pie a aterrizar en los confines a los que nos lleva el callejón sin salida del desengaño, concluyendo eso de piensa mal y acertarás, piensa en Barrabás, en el fin, en la maldad, piensa en negro y acertarás, no dejes de pensar en esa caterva de canallas que nos reconcomen el pensamiento y nos mantienen aislados en la duda de dónde será el próximo terrorífico acontecimiento con el que den a conocer su malsana identidad. Hay personas, gentes de a pie, seres humanos con su carne y sus huesos y su pelo y su alma escondida en los refugios del diablo, que piensan mal y aciertan cada vez que desenfundan las armas del terror, las mezquinas y odiosas armas del desafío a la calma, almas convencidas de que les está esperando un edén con mujeres y frutas divinas y riquezas y brillos y porcelanas y cuentos bonitos y anillos y perlas de oro y esmeraldas y cosas, nos lo creamos o no, nos lo expliquemos o no, lo compartamos o no, nos volvamos locos o no tratando de encontrarle una explicación; almas confundidas y extraviadas en la penumbra de la negrura de la que tan fácilmente se embadurna la vulnerabilidad del cerebro, mentes atiborradas de predicados con hedor a pólvora. Nunca imaginé que en la felicidad hubiera tanta tristeza, en la felicidad de la vida tal cual es, en la felicidad de la naturaleza y de los días y del sol y de la luna que nos alumbran, nunca pensé que el punto suspensivo del terror fuera tan largo, tan infinito, tan rencoroso y cruel y cobarde, nunca pensé que la venganza se apoderara de nosotros y nos llegásemos a sentir orgullosos de ella, como del despropósito de la pérdida irreparable, de la inundación de cadáveres, de las cascadas de balas, de las norias en las que gira el odio y el atropello y la sin razón de las razones más inconcebibles e incautas y horribles; nunca pensé en que en pleno siglo XXI se taponaran las fronteras, tan listos y tan guapos y tan bien alimentados, tan calentitos y tan fieros y tan imbéciles todos un poco mientras miramos para otro lado, tan confundidos y tan globalizadores y tan sabios y doctos y leídos y educados, tan sin escrúpulos y sin miramientos y sin pena ni gloria con la bolsa de la compra del brazo, todos un poco. Lo peor del ser humano es que confunde su parte animal con el salvajismo de los instintos que irreparablemente lo conducen a la ejecución de la catástrofe. El holocausto de la actualidad es una merienda de negros dirigida por unos cuantos cobardes desde despachos de multinacionales. Qué bien se nos da meter las narices donde no debemos, qué bien se nos da excusarnos de mala manera para justificar unos medios atroces y asqueantes de reiterados que se muestran ante la imposibilidad de frenarlos, ante la impotencia, ante la represión, ante el soborno y el atraco a los derechos humanos, para que el pato lo acaben pagando los de siempre, los mismos, los indefensos, los que se creen que hacen algo por sus vidas, los artistas del show de Truman que todos somos un poco en este escalofriante plantel de comedia inédita y perversa llamada civilización del espectáculo, del espectáculo de la guerra y la metralla, de las bombas y las granadas de mano y los repulsivos vídeos en los que unos cuantos descerebrados muestran su seguridad amenazando a un continente entero; civilización del trapicheo y del soborno y del ultraje y del dolor a bocajarro. Qué asco.

4 comentarios:

  1. El asco más asqueroso,el de utilizar el temor para amedrentar a una población que quiere vivir en pluralidad y libertad del derecho a la vida...Cobardes!!!!!!!Que asco!!!!!

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    1. En fin, Amoristad, nos podríamos extender eternamente enumerando las razones por las que merece la pena que todo esto no exista, que este asco que nos proporciona la situación actual solo sirva para hacernos retroceder, pero ahí lo tenemos, delante de nosotros.

      Vive la France!!!!

      Mil abrazos

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  2. Unos manejan las armas, otros manejan las mentes y, en medio, la gente normal y corriente.

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    1. El panorama es descorazonador en estos temas. Hemos de ser fuertes.

      Salud, Dyhego.

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