viernes, 17 de octubre de 2014

Espíritu de resistencia




Dice Pedro Sorela, en su magistral obra Dibujando la tormenta, que en los días de la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial era frecuente ver con un ejemplar de Faulkner debajo del brazo a quienes se sentían contrarios a ésta. Yo, debido a un cierto espíritu de recuperación anímica, durante el que, siempre la misma medicina de la literatura, me lo estoy pasando en grande de página en página, ahora paseo con el machadiano Juan de Mairena  a todos lados. Asistir a las clases del profesor Mairena, además de alegrarle a uno el alma con sus ingeniosos e inteligentes comentarios, le abre también la esperanza de seguir encontrando amigos en los libros, como a Borges le pasaba con Stevenson; y son de agradecer dichos encuentros para poder combatir con algo más de paciencia la barbaridad ordinaria de las esquinas meadas, del ruido de los acelerones y frenazos de los conductores suicidas y de los gritos de aquellos que a voz en cuello no dejan de decir tonterías con dos copas de más en el cuerpo. La calle, esa selva de piedra y asfalto en la que, como buena selva, la animalidad es frecuente, da para mucho, pero también para disfrutar de los lujos accesibles que la realidad nos ofrece, como el de pararse de vez en cuando a tomar un café acompañado de un rato de buena lectura en el que ésta se encarga de alimentar la conciencia aportándole el tesón suficiente para no tener que llamar gilipollas a cualquiera de esos que, con sus lecciones de una aparente oposición al civismo y al respeto por los demás, dejan la condición humana a ras de suelo. Para eso también sirve la lectura, para no sentirse atraído por la idea de adoptar la estupidez como pasatiempos. Claro que habrá quien me diga que depende de lo que se lea: bueno si, pero partiendo de la base de la cabal racionalidad es de suponer que elegiremos leer aquello que beneficie nuestro crecimiento; de ustedes, como de los veinte o treinta lectores que Sthendal pudiera tener en vida, no lo dudo; de modo que me resulta un grato placer felicitarles por sus inquietudes, de verdad, porque solo con ese contrapeso ante la más recalcitrante imbecilidad seremos capaces de hacerles a cuantos nos rodean la vida menos insidiosa a lo largo y ancho de los metros cuadrados que abarca nuestro entorno.

2 comentarios:

  1. Me he propuesto leerme todos los Episodios Nacionales, de Benito Pérez Galdós, y como que me llamo Diego que me los voy a leer. Además, no quiero meterme en otras lecturas para no distraerme.
    Ya voy por el vigésimoquinto. Unos están muy bien y otros un poco rollo, pero son muy interesantes.
    ¡La de cosas que se aprenden! También es deprimente, muy deprimente, porque la situación política es la misma: corruptos, trepas, odios, matanzas...

    En fin.

    Salu2, Clochard.

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    1. Qué envidia. Disfruta y enhorabuena... Es admirable tu empresa, casi propia de una tesis.

      SALUD, Dyhego.

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