miércoles, 30 de diciembre de 2015

Nos queda


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Nos queda la ciudad y sus perros, y sus prodigios, y sus saltos de mata en cada esquina; nos queda salir corriendo, dar saltos de alegría, inmiscuirnos en un pensamiento, a lo Viktor Frankl, y decidir nuestro presente en un sueño, en una sacudida de lucidez despierta, en un vagón de ida, en los reflejos de lo que se anhela con tanta fuerza como para desearlo de inmediato, ya, de una vez por todas, en este preciso momento; nos queda la poesía, la pausa, la ironía y la prosa, la descripción meticulosa, la métrica religiosa, Clarín, Picasso, Baroja, las luces de la bohemia pasajera que atraviesa la conciencia, el humo del tabaco que acaricia las nubes y se confunde con ellas; nos quedan los ejercicios respiratorios de Nicanor Parra, el Camino de Delibes, la conjura de los necios, Macondo, Comala, Mágina, Santa Marta, el Nautilus, el aula de literatura, las bibliotecas, los cines; nos queda aborrecer la desidia y tirar la casa por la ventana, echar a volar, levantar los pies del suelo, imitar a los magos, resucitar, desayunar con polvorones, espolvorear polvos de talco sobre las manchas de aceite; nos queda lo que aún no hemos vivido, lo que todavía no hemos aprendido, lo que nos darán y cuanto daremos: dársenas, aeropuertos, vías de tren, estaciones, sucursales, salas de estar despiertos, camarotes, rascacielos, insomnios, caricias, besos, consuelos, codazos, de todo un poco, mejunjes y mezcolanzas impropias, cabezadas de diez minutos. Nos quedan sinfines, confines y comedias, tragedias de medio pelo y silbidos, truenos desmedidos, irrupciones de volcanes, travesías por el desierto, inundaciones con ciclones perversos, acuarelas desleídas, amores que se hacen esperar, capas de ozono sobre las sábanas de las mañanas del ayer; nos queda el pan nuestro de cada día y la nostalgia, el fracaso como activo y la vida por delante, el susurro de los pájaros que hablan, las tonterías del vecino, el turrón, el agua, los peces y el vino, las disparidades de la discordia, la rutina endulzada por los versos de Machado, el pasado tatuado en lecciones, las apreciaciones más sutiles, los cuerpos deseados; nos queda seguir escribiendo y no arrojar la toalla, llenar de esperanzas el paseo, el oteo, el vistazo, la faena, el proyecto, inventarse un mundo nuevo, erguir la columna vertebral de las ideas, mirar al frente, dar un paso, decidir a darlo, encaminarnos en dirección a lo que queremos.

2 comentarios:

  1. Lo que nos queda y lo que vendrá. ¡Ojalá haya muchas más cosas buenas que malas!
    Feliz año nuevo, Clochard.

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    Respuestas
    1. Feliz año nuevo, Dyhego; que te sonría el futuro inmediato y que todos los días se te aparezcan como recién pintados.

      Salud.

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