jueves, 10 de diciembre de 2015

Nuevas generaciones


Resultado de imagen de trabajo en equipo

Cada vez que me reuno con un grupo de alumnos de la escuela de hostelería para charlar sobre alguno de los trabajos que tienen entre manos salgo con la sensación de haber rejuvenecido como por arte de magia, por el arte de la magia del contacto con jóvenes inquietos que tienen muchas ganas de hacer cosas. Me veo reflejado en ellos haciéndome retomar el pulso, la energía propia de la más próspera de las ingenuidades al estilo Andoni Aduriz en cada uno de los puntos en los que se fragua el proyecto sobre el que trabajan. Comprobar cómo hay gente a la que se le pasan por la cabeza ideas que tienen que ver con la creatividad, con la innovación lógica y con el desarrollo de los sentidos, es para mí de un grado de satisfacción comparable al de tener la certeza de que el camino, las puertas y las ventanas, del campo de investigación de mi oficio se encuentran abiertos y con muchas posibilidades de éxito, cosa que me hace sentir no sólo más joven sino al mismo tiempo tan inquieto como ellos. Lo bueno de los años, cuando uno ha profundizado en lo que hace, cuando uno se ha movido yendo de aquí para allá tratando de aprender y ha dado muchas vueltas para volver al mismo sitio, es que se acaba dando cuenta de que solo sabe que no sabe nada, pero con la ventaja de poder gozar del privilegio de compartir opiniones y comentarios con personas que se interesan por lo que a uno le pasó, por los errores que cometió, por la forma en la que se resolvían los problemas en los lugares por los que uno ha ido ejerciendo, poniéndolo todo ello en relación con el presente que nos ocupa y en el que pretendemos continuar investigando. Necesitamos una sociedad en la que se trabaje en equipo, en la que se enseñe a trabajar de esta manera, en la que se alerte sobre los peligros del talento en solitario, que casi siempre acaba en incomprensión, frustración, desánimo y fracaso, y necesitamos enseñar lo importante que es tener constancia de que toda creación lleva implícito un sacrificio; hemos de hacer todo lo posible por unirnos al empeño de quienes ahora empiezan a forjar su futuro, porque, entre otras cosas, de ello depende tanto el nuestro como nuestro continuo aprendizaje, que día a día se retoma poniéndonos en contacto con las nuevas generaciones. No hay nada más bonito que verse inmerso en una conversación en la que, además de hablar de los pormenores de un esquema, salen a flote reflexiones sobre arte, sensibilidad y literatura, haciendo que fluya el coloquio hacía todo tipo de direcciones que tengan que ver con esa maravillosa virtud que tienen los diferentes contextos cuando son capaces de ponerse en contacto unos con otros, como formando parte de una totalidad en la que se resume el conocimiento humano. Una de las recompensas de la vida es que, si uno se lo propone, puede darle la vuelta al tiempo y comenzar de cero cualquier proyecto con la ilusión se un adolescente.

4 comentarios:

  1. Sí, siempre se aprende de todo el mundo, de los nuevos y de los veteranos.

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    1. Da gusto entablar conversación con gente cargada de ilusiones; es uno de los regalos de mi trabajo.

      Salud, Dyhego.

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  2. Eso es muy bonito, cargarse las pilas y dejarse contagiar de energìa. El trabajo en grupo bien hecho siempre es mejor que el de uno mismo en solitario. Adelante vuela y da alas a tu equipo.
    Un beso. Reyes

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    1. Gozo del privilegio de contar con un equipo de trabajo entre el que se incluyen una serie de jóvenes que se encargan de hacernos más jóvenes de lo que somos al resto. Son una fuente de agua limpia.

      Besos,Reyes.

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