lunes, 12 de mayo de 2014

Rara avis




Una de las cosas que más me gusta hacer durante mis días de descanso es dejarme engatusar por la complacencia de sentirme libre de las ataduras y calentamientos de cabeza del trabajo. Vago a mis anchas por la calle, escucho lo que dicen quienes se encuentran sentados detrás de mí en una terraza mientras me estimulo con la levedad alcohólica de un trago de cerveza. Miro las cosas y las caras, los gestos y los detalles que conforman la vida, elogiando lo cotidiano, como Tzvetan Todorov. Voy de flor en flor de cuanto depara el paisaje urbano y en cada huella trato de encontrar un verso, un resquicio por el que se cuelan los vestigios de la autenticidad que nos rodea, de todo aquello que pasa vulgarmente desapercibido a causa de los fatales efectos secundarios de la droga inyectada en nuestras venas por el tren del consumo, por el dictamén que presupone la verdad en la inmediatez, por la devaluación de la que es objeto el vuelva usted mañana. Amo los mundos sutiles, como la machadiana canción de Serrat, y en cada esquina es frecuente que uno, a menos que se encuentre calado hasta los huesos por la catalepsia de la falsa diversidad de las etiquetas, hallo el refugio de un pensamiento que no poseo y que me gustaría escuchar. Me gustaría escuchar, que me dijeran y me contaran, que es lo que piensan esos hombres que yacen sobre la acera junto al  cartón en el que han escrito que necesitan una ayuda. Me gustaría hablar con la bibliotecaria que tanto sabe sobre libros de ensayo. Me gustaría ir detrás de ese cuarteto que acaba de interpretar unas magníficas canciones de los Beatles, en plena avenida de la Constitución, para ver dónde descansan y qué es lo que hacen, cómo ensayan y discuten.
Hay algo detrás de cada uno de nosotros, lo desconocido, que es lo que realmente nos identifica, lo que nos hace ser de una u otra manera, lo que somos y compartimos con nosotros mismos o sólo con aquellos que han tenido el atrevimiento de mirar, de acercarse poco a poco como quien contempla una pintura impresionista y en cada trazo descubre una indiscutible pincelada de brillantez confundida en ese todopoderoso conjunto en el que se sumergen las pupilas. Hay algo, sin lo que algunos hombres no soportarían la existencia; algo que se llama curiosidad, inquietud, afán de cuestionarse las cosas, amor por la creatividad, vocación de vivir con intensidad alimentando el alma con las vitaminas de la belleza, con todo aquello que los hombres hacen de bueno. Y así, mirando en el interior, tratando de escarbar hasta remover el instinto conversador, hoy mismo he descubierto que el camarero de un centenario bar, uno de esos sitios en la colocación de cuyos objetos se advierte el paso de más de un siglo, es un amante de Edward Hopper, de la escuela de Flandes y de Mozart, de Mario Benedetti y de Carlos Fuentes, de la música de cámara y de los jazzmen cuyos labios sangraban durante un sólo de trompeta en el Chicago de los cuarenta. No sale uno de su asombro al mismo tiempo que es gratificado con este tipo de descubrimientos, de la misma manera que no deja uno de continuar pensando en qué es lo que habrá en el interior de cada una de las almas con las que solemos cruzarnos por la acera.

4 comentarios:

  1. En algunas de ellas verdaderos tesoros, como la del camarero del que nos hablas. En cambio en otras, y cada vez son más una forma de pensar y actuar calcada; la que impone la sociedad y la mayoría siguen o bien sin saberlo o de forma concienzuda...

    Un abrazo.

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    1. En cuanto que uno tiene acceso a pelar la cebolla de algunas de las circunstancias más frecuentes se da cuenta del auténtico valor de las cosas, tristemente devaluadas por ese aluvión, por esa tormenta monzónica que arrasa con todo...

      Un abrazo.

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  2. Clochard:
    Eres un deambulante de tomo y lomo. Creo que voy demasiado rápido por la calle.
    Salu2 callejeros.

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    1. Dyhego:
      La calle es una representación de lo más fidedigna de lo que somos. Es un gustazo asomarse a ella y recorrerla de cabo a rabo, dejándose llevar por el cúmulo de bellezas que en ella habitan.

      SALUD

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