martes, 30 de diciembre de 2014

Pasan los días



Pasan los días y noto como si las idas y venidas desde mi casa al trabajo y viceversa fuera lo que envuelve el paso de las horas, enfrascado en obligaciones laborales que con buen gusto se soportan, se sobrellevan, se realizan, y con esa pincelada de una más que cierta prisa sin la que la realidad parece que ya no se entiende. Pasan los días y el único momento de sosiego durante el que saciar en parte mis ganas de leer lo encuentro por la noche, entrada la madrugada, o por la mañana si me levanto muy temprano, cosa que no es probable que suceda. Pasan los días, tres o cuatro en un suspiro, casi una semana, la eternidad, y escribir se convierte en otra urgencia, en otro amparo necesario, en otro refugio alimenticio, en otra forma de salir de paseo, de oxigenar los pulmones con palabras que se imaginan el aire con el que ahora casi se hiela Sevilla, en otra manera de estar vivo, en un modo de mirar en el interior de las cosas con la intención de que se graben en las retinas, esas cosas que más le gustan a uno y de las que podrá acordarse cuando no esté delante de ellas, como ahora cuando escribo. El placer de los dedos sobre el teclado es comparable al arrobo con el que durante estos días estoy leyendo La vida privada de Mona Lisa, de Pierre La Mure; me valdría cualquier sitio para hacerlo, para leer incansablemente y desear continuar leyendo esta magnífica novela, para visitar las calles de la Florencia del siglo XV y aprender sobre ellas las costumbres de sus gentes, la historia de sus nombres, de sus gremios y de su banca, para dejarme unos cuantos florines en la taberna Los tres caracoles. Cuando uno se sumerge en una lectura siente un estado de felicidad y de no querer cambiarse por nadie, una sensación de libertad, comparable a la que se tiene mientras se está llevando a cabo un trabajo con mucho gusto, con la más sincera de las aficiones, con esa plenitud proporcionada por lo que nos atrapa de tal manera que acaba dándole sentido a nuestra existencia, concentrándose ellas, la existencia y la lectura, en un universo propio e intransferible, impermeable, único, motor del mundo interior, sano y satisfecho, inquieto, aventurero, libre. Pasan los días y a punto está de acabarse el año en medio de un cúmulo de lecturas inacabadas, de inconclusas escrituras, de futuros próximos y lejanos. Pasan los días.

4 comentarios:

  1. Los días pasan y pasan la gentes y sus historias,pasan los momentos vividos y sin vivir,pasan;y mientras la vida nos deje disfrutar de esas gotas de felicidad y de libertad que siga pasando...Bien pasada sea.
    Un abrazo intemporal!!

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    1. Pasan los días y ya nos hemos metido en otro año. FELIZ AÑO NUEVO.

      Mil abrazos.

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  2. Leyéndote entran más ganas de leer.
    Gracias, Clochard.
    Feliz 2015.
    Y un fuerte abrazo.

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    1. Gracias a vos, es un placer.

      Un brazo,Salud y FELIZ AÑO NUEVO, Dyhego.

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