sábado, 29 de julio de 2017

El tiempo pasa


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Cada noche, cuando me dispongo a rellenar el hueco correspondiente a la fecha del parte de pedido de los vinos que necesitaremos al día siguiente en el restaurante, reparo en el paso del tiempo, en su fugacidad, en su lívida esencia a la chita callando. Levanto la mirada y me digo que parece que fue ayer la mañana de hace ahora casi tres años en la que por primera vez me anudé la corbata y me ajusté los tirantes frente al espejo del vestuario. Me resulta tan cercano el recuerdo de escribir un dos o un cuatro en el casillero del mes en curso, ahora que escribo un siete que pronto se convertirá en un nueve a la vuelta de la esquina de las vacaciones, que siento como si se me estuviese yendo de las manos el año, como si mi clepsidra mental  no hubiese tenido un respiro entre el ajetreo y el vaivén de sensaciones que se acumulan en el ramillete de canas que cada vez con más frondosidad decora mi flequillo. Escribo la palabra pronto y me doy cuenta del endémico contagio que me lleva en volandas borrando del mapa de la existencia sin retorno las semanas de un plumazo. Son muchas las cosas, las circunstancias, las situaciones, los concatenados sucesos cargados de responsabilidad y de intenciones diarias, que ayudan a eso y que hacen que fuese como si todo lo que vamos viviendo, escribiendo, bebiendo, soñando, dejando en el tintero con la más que probable posibilidad de que cualquier plan desemboque en algo diferente, que es como si la vida estuviera envuelta por un incontrolable y demoledor velo de inercia mediante el cual se anestesiara nuestra parte más contemplativa, quedando a merced de un no darnos cuenta lo que nos atraviesa y nos consume como a una vela por medio del influjo de la oxidación a consecuencia de la simple y sencilla respiración: el tiempo; quién le puso medidas al tiempo que se llama tiempo desde que de alguna manera había que llamar a esa angustiosa división que de tan bien ordenada se presenta sospechosa. Joder con el tiempo. No me da tiempo, no tengo tiempo, cuando bien mirado se trata de lo único que tenemos. Aunque no lo creamos, o no seamos capaces de percibirlo, cada día somos distintos; cada día hay algo en nuestro cuerpo que se ha transformado: un cabello, una minúscula partícula de piel, una gota de sangre, una uña, una vértebra, un tendón, un cartílago, una idea, un en definitiva no ser lo que eramos ayer, una pizca de sal sustituida por azúcar o viceversa, una por momentos confusión entre lo que se evoluciona y se deja atrás. Pero por otro lado nos encontramos con la relativa cualidad del tiempo, con esa sensación de ralentización, con ese pasar despacio el dibujo de las sombras proyectadas por la luz del día cuando a penas faltan cuarenta y ocho horas para empezar las vacaciones, con esas mariposas que nos revolotean en el estómago cuando quedan unos cuantos minutos para que aparezca la persona amada, con ese halo de incertidumbre y de emoción que nos atrapa cuando estamos muy cerca de conseguir lo que desde hace mucho tiempo venimos anhelando. Estamos hechos de experiencias, de memoria, de recuerdos, de futuro, pasado y presente; estamos hechos a base de los retales de la sustancia de todo aquello que se nos ha ido clavando en los sesos y en la piel, de prisas y cautelas, de paciencias e impertinencias, de arrebatos de locura y de mágicas templanzas, y de todo ello se encarga la poderosa maquinaria del tiempo.


8 comentarios:

  1. Será posible el Rincón del Mago el lunes???El tiempo lo dirá. Mil besos

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  2. Será posible una última visita al Rincón del Mago????. Tempus fugit Darling.

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    1. Yo creo que sí, porque ya no sé si el Rincón es del Mago o somos nosotros los Magos del Rincón, o sea que seguro. Miles de besos

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  3. Parece que Google ha decidido que no soy un Robot y me ha dejado publicar no uno, sino Dos comentarios.....qué cosas.....

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    1. A partir de hoy puedo decir que Google tiene muy buen gusto; de hecho se lo alabo; ya solo falta que tu bisílaba presencia se atestigue con un nombre tan bello como el tuyo. Miles de besos

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  4. Deberíamos saber utilizar el tiempo como aliado. Al fin y al cabo, no ha de vencer...
    Salu2.

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    1. El tiempo nos consume como a una vela, poco a poco y con una intensidad de luz diferente en cada etapa.

      Salud, Dyhego.

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