jueves, 1 de febrero de 2018

Diario de Febrero XLXVIII


Resultado de imagen de difícil

Todos los días hay una M/manifestación legal a las puertas del Ayuntamiento de La Ciudad; jornaleros, operarios, parados, regulados de empleo, asalariados por los pelos de los flecos de lo legal y de lo que no es legal y en ese plan, y como la manifestación es legal no cabe duda de que vivimos en un país democrático; a ver, señores, hay que organizarse lo mejor posible para después poder hacer nosotros lo que nos dé la gana; esa es la cosa venenosa que tiene el poder. No hay dos palabras iguales, dos versos iguales; en todo caso aparentes repeticiones que no han hecho sino pretender y no poder bañarse dos veces en el mismo río; y es que la vida es un cántaro hueco por el que no deja de entrar y salir el aire. En el Coltrane, una señora ha pedido una copa de Cava, y habiendo sido por la tarde me parece de buen gusto ese trago; el Cava, perfecto digestivo y gran aperitivo, espuma del rosario de burbujas que corona el por antonomasia recipiente del brindis. Mantener entre los dedos el cigarrillo sin encender es una pose como que incitase a continuar, a no detenerse, a mirar allá donde se encuentra el instante, a ceñirse al presente, a seguir escribiendo. Tenemos la necesidad de que se nos planteen los problemas como queremos, con nuestras coordenadas y premisas, con nuestro verso inicial, con nuestra interpretación de las metáforas; o sea que estamos necesitados de sastres interiores que nos cosan trajes a medida a la hora de enderezar entuertos y desaguisados, turbulencias, borrascas, tempestades. Buena parte de lo que más trabajo nos cuesta entender procede de nuestras propias creencias, es decir que entre Tántalo y Robinson anda el asunto. Nos gustan mucho el ruido y las nueces, el escándalo, la jauría, el vocerío, la barahúnda, el atropello, la avalancha, el terror al vacío. El muchacho y la muchacha, así es como el personal se refiere a alguien; me preocupa la poca habilidad con la que ejercemos una mínima distancia de seguridad entre nosotros, solo por el noble respeto que se merece cualquier otra persona, cualquier otro ser de esta tierra que cumplirá la promesa que desde hace tiempo se lleva prometiendo a sí misma en caso de que no cese nuestro empeño de hacerla añicos. Mañana será otro día.



1 comentario:

  1. Yo me tomaría, si mi hígado me lo permitiera, otra copa de cava observando el devenir de sus burbujas, mientras amaina el temporal y llega el mañana. Si es que llega. Saludos.

    ResponderEliminar