lunes, 19 de febrero de 2018

Diario de Febrero LVII


Resultado de imagen de memoria

Zumo de humo con tequila, eso tiene que ser de Sabina. La Plaza está llena de gente. Hay un párroco en el Barrio al que yo admiro mucho y con el que jamás he cruzado palabra, un Doctor Honoris Causa en eso de saber que la calma es lo más difícil de mantener; sus ojeras son de sabio, su cartera de Benedetti. Cualquiera que lea junto a mi libreta de notas que el tabaco mata se preguntará que de qué me sirve la cabeza. Un anciano, en el Bar de La Plaza, le advierte a su asistenta de que lo primero que ésta tiene que hacer cuando vuelva a pasar lo mismo es ponerle "esta" medalla sobre la zona de la dolencia, y qué le quede muy claro. Hace tiempo escribí aquí sobre un saxofonista de la calle ante cuya actuación se sintió ofendida una señora por lo según ella malo que era. Nunca he escrito a cerca de un acordeonista del Este que como todo artista hace lo que puede; esta tarde se han juntado los dos, el saxofonista y el acordeonista, y han tocado a dúo en La Plaza; y yo viéndolos y pensando olé ahí sus cojones. Un camarero de mundo me ha comentado que ha tenido que llamarle la atención a unos clientes por pretender coger la propina que acababan de dejar los que hasta hacía justo un momento ocupaban el lugar de la barra al que éstos habían accedido. Ahora suena Private investigations, nada más y nada menos, con ese trasfondo de misterio que hace únicas a las canciones que uno escuchaba en aquella época en la que la memoria estaba permanentemente aliada con el olfato.


2 comentarios:

  1. ¡Qué cosa más cutre, robar una propina! ¡Hay gente para todo, según parece!
    La música callejera alegra las calles.
    Salu2, Clochard.

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    Respuestas
    1. De todo hay en la viña del Señor. Dejarse llevar por la contemplación es uno de los placeres accesibles de la vida.

      Salud, Dyhego.

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