sábado, 6 de abril de 2013

Pero no ahoga.






Hemos perdido demasiado tiempo haciéndonos pasar por quienes no eramos, pero sin saberlo. El disfraz ha sido tan bien trazado por los sastres que el carnaval ha resultado todo un éxito, hasta que se han quedado si ginebra en la barra, y sin pan para bocadillos en la cocina, y sin jabón las señoras de la limpieza, y sin suministro eléctrico, por supuesta falta de pago, todo el establecimiento, por la mera estrategia de la puesta en práctica de la afamada técnica del aburrimiento. La fiesta parece que va a acabar, que le quedan dos telediarios, pero que al mismo tiempo alguien está preparando otra, porque sin fiesta no podemos vivir, sin algarabía y bailes de máscaras que lo camuflen todo no hay quien aguante el chaparrón ni en condiciones normales, es impensable, después de todo lo que nos habían prometido, que ahora nos encontremos así resulta inconcebible, pero no parece que nadie vaya a mover un dedo por arreglar nada, mas bien y según ha llegado a mis oídos, los que mandan, los que tienen la guita, los poderosos que se avergüenzan de nosotros, a los que les costeamos el vicio y el transporte, esa caterva de cara duras y deshechos de la honestidad, los que odian la cultura y temen a aquellos que sienten ganas de saber, están esperando a que el personal se aburra para continuar ellos la juerga a puerta cerrada. Solo tendrán que convencer a alguno de los que nos encontramos pidiendo otra ronda, por cierto Pepe llénate, a sabiendas de que la cosa está tiesa, para que nos quedemos a despacharles el guateque y hacerle los recados, y el resto será cuestión de continuar hasta que todo parezca normal y necesario, cuando la abnegación y el hastío vayan ejecutando, con su letal efecto de la gravedad, a los predispuestos a caer primero mientras el resto se pone las pilas y se lo piensa dos veces. No veas lo bien que hablas, Juan, todavía no me explico que haces aquí cuando podrías estar ahí arriba, en todo lo alto, en la tele por lo menos, pero me da a mi que a ti te gusta más tu barrio, tu casa, tu gente, tus chatitos, tus cositas de toda la vida, Juan, que como eso no hay nada, que luego vas, sales por ahí y no veas lo que te encuentras, que hay que valer para eso, Juan, que para eso no vale cualquiera. ¿Y esto quién te lo ha dicho?. Joder, Paco, parece mentira. Dos y dos son cuatro y no hay más chinches que la manta llena, aquí, en Japón y en Dublín, que no te enteras, que es así. Así cómo. Como que cómo: así, pero no te das cuenta. Bueno, me doy cuenta pero también me doy cuenta de que tú tampoco te das mucha cuenta. Cómo que no, vamos a ver, todo no se puede tener. También es verdad, y después de todo tampoco estamos tan mal, fíjate en África, allí si que esta la cosa jodida, pero aquí, aquí nos quejamos por vicio. Pues no te lo estaba diciendo, que no te enteras. Anda, que quien te conozca que te compre, no sabes tú nada, truhan, qué pícaro. Y no te lo pierdas, que esta noche juega la roja. La qué. La roja, la selección española. Mira, oye, que no todo iban a ser disgustos, que Dios aprieta pero no ahoga. 

5 comentarios:

  1. No hay peor ciego que el que no quiere ver.A río revuelto ganancia de pescadores.A quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija y diría más,no hay mal que dure cien años,ni cuerpo que lo aguante...Un abrazonero!!

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    1. Si es que donde se ponga un buen partidito, no hay antídoto mejor contra el virus de "la cosa".

      Mil abrazos.

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  2. ¡Hay que echarle un poco de pimienta a la vida ¿no?!
    Salu2, Clochard.

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