lunes, 29 de abril de 2013

Sí se puede.





Raro es el día en el que por un motivo u otro no se escucha en cualquier medio eso de "Si se puede". Ese lema con el que se trata de romper las barreras de la desigualdad, con el que se intenta atenuar el drama de los problemas que acarrea la laberíntica composición de la burocracia y las consecuencias de la falaz interpretación de las leyes que siempre favorecen en el mismo sentido: siempre a los mismos y nunca  a quienes parecen haber nacido con el estigma de ser eternamente ignorados. Lo malo de tanta repetición es que acabamos acostumbrándonos de tal manera a los lemas, todos ellos cargados de un vital espíritu de justicia cuya expansión se presenta imprescindible si la ciudadanía pretende aspirar a ser tal, que se corre nuevamente el riesgo de que conceptos tan solidarios, y uniones de esfuerzos con visos tan esperanzadores, acaben por resultar tan familIares que su aparición sea meramente representativa, cosa de la que se aprovecha el sistema para hacer creer que existe libertad de expresión, contentando a los súbditos con salir en el periódico, en radio o en televisión, pero cruelmente desatendiendo sus peticiones ; por ello es conveniente que la lucha continúe, pero usando toda la inteligencia disponible, por parte de aquellos que más cerca se encuentran de los supuestos representantes del pueblo, para que las escusas que esgrimen los cargos políticos, a los que se les pide ayuda y cuentas,  no ronden en torno a temas tan deslucidos, cínicos y  poco congruentes como saltarse a la torera los términos históricos comparando una protesta con el régimen Nazi, o aludiendo al concepto de democracia justo cuando nos encontramos sometidos por quienes están sentando las bases de todo lo contrario de la misma.

Aquellos que rebuscan en su bolsillo para que los céntimos de los que disponen les posibiliten comprar el pan del día, y comprueban que la primera frontera con la que se encuentran es la del hoy mismo; aquellos que ven cómo en cuestión de minutos un grupo de policías nacionales vendrá a expulsarlos de sus casas, porque la entidad bancaria en la que siempre depositaron su confianza prefiere tener miles de viviendas vacías en lugar de ser comprensible con quienes puntualmente contribuían, mes a mes, año tras año, con el ingreso de su nómina; aquellos que ven como sus costillas quedan marcadas por un estacazo, o sus ojos morados por un puñetazo, o cualquier parte de su cuerpo hinchada por un pelotazo a discreción, todo ello proporcionado por las fuerzas de seguridad que desfogan el desencanto de su profesión, a las puertas de las Cortes, rodeando entre varios de ellos a un sólo e indefenso manifestante para sacudirlo y golpearlo sin piedad; aquellos que acuden a los bancos de alimentos y se juran y perjuran que a partir del momento en el que salgan de esta triste situación verán el mundo con otros ojos; aquellos que asisten a la cola del paro para renovar su prestación y se conocen de memoria los rincones de esa oficina y cada una de las caras con las que coinciden como el preso que va a recoger su bandeja de comida; todos ellos gritan SÍ SE PUEDE.

Aquellos a cuya mesa se agrega algún amigo, familiar, conocido o vecino haciendo valer la máxima que donde comen cuatro comen cinco o comen seis; aquellos cuya salud depende de una serie de medicinas de prescriptiva y rigurosa necesidad para continuar viviendo y no saben de dónde sacar el euro por receta que se les exige; aquellos que llevan sin empleo más de cuatro años y pasan de los cincuenta sintiendo la pesada cruz de la improbabilidad de volver a encontrar una dedicación remunerada; aquellos diputados de partidos minoritarios que asisten al Congreso y comprueban cómo delante de sus narices se aprueban leyes que van en contra de toda lógica y de todos los principios humanos, aplicada por quienes abusan de la mayoría absoluta haciendo de ella el instrumento de su poder; aquellos que asisten a un aula en la que, por la aglomeración de alumnos, difícilmente pueden ver resueltas sus dudas, a los que se les impide un espacio en el que llevar a cabo la tarea del estudio y la investigación; aquellos que ya no se fían de lo que les diga el doctor porque éste puede que sea uno de los que se encuentra incentivado por el uso que se haga de los recortes en los centros sanitarios; todos ellos gritan SÍ SE PUEDE.
Aquellos que debido a su edad se resignan a que pasen los años sin que a ningún líder ni mandatario se le haya pasado por la cabeza unir esfuerzos, dejando a un lado los colores, a favor de los millones de ciudadanos que les concedieron la posibilidad de ostentar el cargo con el que honradamente hacer uso de la voluntad popular, en contra de tener como primer objetivo enriquecerse ellos y todo su entorno; aquellos que no tienen familia, que viven en una residencia en la que pacíficamente discurren sus últimos días de contemplación, lecturas y juegos de cartas, que son anunciados del inminente desalojo de sus habitaciones porque el establecimiento en el que se encuentran no puede continuar prestándoles el servicio que hasta ahora suponía sus cuatro paredes, el último reino antes de decir adiós; aquellos que no cesan de salir de su asombro al confirmarse la sospecha de que literalmente se está llevando a cabo Justo lo contrario de lo prometido en el programa electoral presentado para ganar unas elecciones; aquellos que escuchan a la plana principal de los ministros encargados de la estabilidad del empleo decir que no les sorprende que el número de desempleados no baje en lo que resta de legislatura; todos ellos gritan SÍ SE PUEDE.
Aquellos que miran por la barandilla, porque no pueden más, porque ya no se acuerdan de su padre ni de su madre, ni de sus hijos ni de su mujer ni de su marido, porque les puede la situación y deciden tirarse al vacío, aunque en última instancia afortunadamente se reprimen; aquellos a los que se les niega la comparecencia en directo del presidente del gobierno, y se han de conformar con verlo a través de una pantalla de plasma; aquellos que fueron despojados de sus hijos en operaciones de contrabando humano perpetradas por miembros de la iglesia, como una monja de terrible rostro, malas intenciones y dudosa muerte; aquellos que no consiguen hacerse con la custodia de sus hijos porque un juez decide lo contrario de lo que cae por su peso, dejando que esos menores sufran las consecuencias de una injusta resolución sin precedentes; aquellos que después de varios años de protesta, en busca de explicaciones y justicia, debido a la pérdida de sus familiares en el mayor accidente de metro de la historia de España, 43 muertos en la estación de Jesús de Valencia en Julio de 2006, y solo encuentran intentos de soborno, silencio, carpetazos y tráfico de influencias judiciales; aquellos a los que se les niega lo imprescindible al tiempo que se les vuelve a subir los impuestos mientras ven como se han levantado faraónicos proyectos, subvencionados con dinero público, muchos de los cuales no se han terminado de construir y los que lo han hecho revisten numerosas deficiencias que impiden que sean  inaugurados; aquellos a los que todavía les quede aliento para alentar a los demás, para que después no se manipule lo conseguido esgrimiendo razones capciosas atribuyendo la escasez de derechos a que no se protestó en su debido momento; todos sabemos que si queremos que el aire sople a favor del natural transcurso de la vida, con todas las bocas alimentadas, con todos los sueños bajo techo, con todos los pies calzados y los cuerpos vestidos, ahora más que nunca hay que gritar SÍ SE PUEDE.
   

6 comentarios:

  1. Según nuestro querido Presidente "si se puede,con paciencia" a estas alturas, paciencia y para ellos existe la palabra VERGÚENZA,permítanme dudarlo.
    Besos poderosos.

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    1. Gloria:

      lo peor del portavoz de la señora Merkel para asuntos concernientes a España es que no tiene ni idea de lo que sucede en la calle, ni en el bar, ni en la tienda, ni en su partido, ni en su casa; de modo que su discurso, a la hora que sea y allá dónde se proponga presentarse detrás de una pantalla de plasma, es una enumeración de coletillas y frases hechas de las que, además de la ineficiencia a la que nos tiene acostumbrados, se puede deducir una considerable falta de gusto por los razonamientos de un discurso, y no digamos de los de la responsabilidad y la autonomía de criterio; en fin, cortito, cortito.

      Besos poderosos.

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  2. Espero que sí se pueda, Clochard.
    Salu2.

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    1. Dyhego:

      Pues claro que se puede. Si seguimos así lo podremos comprobar; pero si no continuamos no tendremos más remedio que terminar aplastados por lo que nos hayamos merecido por no haberlo intentado. Sólo hay un camino, y miles de soluciones.

      Salud.

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  3. ¡Coño,clochard!vaya foto más desgarradora.Claro que se puede,se pudo y se podrá solo hace falta creer en ello...Un abrazo sin dudas!!

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    1. Claro que se puede, Amoristad, echándole valor y saliendo a la calle, todos, y dejando en evidencia el generalizado retraso de las ideas dominantes; pero hace falta que nadie se raje, cosa que es más difícil, pero se puede.

      Mil abrazos.

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