miércoles, 8 de mayo de 2013

Viaje a Marte.






Parece que un fervoroso ímpetu por salir en estampida del planeta tierra sobrevuela algunas mentes cuando se enteran de que podrán irse a vivir a Marte, de que se necesita gente allí. Ya se han puesto en marcha algunos proyectos con el fin de reclutar candidatos para un viaje que les ponga los pies en la tierra prometida, en el planeta desconocido, en el lugar sobre el que sueñan encontrarse con la paz definitiva, con lo que aquí no ha sido capaz de cultivar el hombre. Un ciudadano expone sus motivos manifestándose a través de un breve discurso mediante una pantalla, en forma de alegato, para demostrar que es un  perfecto aspirante a ocupar un lugar en esa nave que conducirá a un grupo de humanos en expedición hacia el vacío, hacia ese mundo en el que todo está por ser hecho, en el que aún no hay guerra ni hambres ni sequía, ni hombres ni marcianos que se sepa, ni epidemias ni tormentos ni injusticias porque tampoco existen los conceptos contrarios que hagan posible cualquier idea, porque lo que hay es una plácida nada que pronto será interrumpida por la insidiosa presencia de seres que creen ser los únicos, los elegidos, los capaces de transformar el silencio en ruido y vestir de negro la transparencia. 
Después de años de investigación, en los que se han gastado millonarios presupuestos tratando de comprobar si es o no posible allí la vida, en Marte, años en los que se han dejado de lado numerosos planes con los que se pretendía arreglar el desaguisado existente en este barrio de chalados, en el que el cuarenta por ciento de la población sufre las inclemencias del abandono, pagando el pato de la rueda del mercado que siempre gira para el mismo lado, sabemos por fin que allí la vida es posible -civilizada o no aún no se ha demostrado-, y nada mejor para probarlo que enviar a un regimiento de defensores de la desventura con el fin de instalar un primer campamento en el que lo mas probable es que resulte algo similar a un Gran hermano -el Gran Marciano-, con la ventaja de que los daños a terceros no nos salpicarán al encontrarse la escena lo suficientemente lejos como para que cada loco ande con su tema y nos dejen aquí con el nuestro, hasta que la situación revierta en un masivo éxodo y se transmuten los papeles siendo allí imposible lo que aquí se conozca entonces como la gloria bendita alcanzada por quienes tuvieron claro que la esperanza es lo último que se pierde.
Por otro lado una señora que se define como muy activa, inquieta e ilusionada, otra solicitante de un puesto en el ansiado proyecto de humanizar lo inhumanizable, muestra su interés aludiendo a su fuerte capacidad de adaptación, a su coraje y a la independencia con la que se enfrenta a todos sus proyectos, afirmando que no teme a la soledad y que le encanta estar sola, sola ante el peligro, sola en un asteroide cuyo nombre le altera el corazón y en el que sueña conseguir el anhelado premio de dejar de aguantar tanto y tanto. Otro de los postulantes dice tener una cualidad indispensable para hacer frente a dicha conquista, ya que se habitúa con suma rapidez a cualquier tipo de dieta que se base en alimentos precocinados, porque entre otras cosas eso ya es capaz de hacerlo aquí, en la nave de los locos, exponiendo orgulloso que ese tipo de alimentación es desde hace años su nutritivo sustento y que ahora se siente gozoso de poder aspirar a una plaza, después de tanto tiempo entrenando su paladar y su estómago con naturalezas de plástico.
Veo esas caras y por muchas ganas que uno sienta a veces de recogerse en un rincón y disfrutar del silencio, por muy quemado que en ocasiones haya estado con las circunstancias, por todo lo que recuerde que me haya llevado a desear toda la tranquilidad posible, incluso cayendo en el tópico de no querer verle la cara a nadie, no doy crédito al comprobar cómo quienes se presentan a la convocatoria asumen con franqueza su deseo de salir de la tierra, pareciendo estar hartos, insatisfechos, decepcionados, hambrientos de algo que les posibilite no ver más el triste espectáculo de este mundo nuestro, como si lo hubieran visto todo, cuando por muy mal que nos vaya existen tantos y tantos sitios desconocidos, sin explorar, a los que no les dedicamos la valentía de una visita, teniéndolos tan cerca, por el mismo razonamiento por el que se adoptan los extremismos que posibilitan la barbarie y contribuyen a que el individualismo alcance los enfermizos matices del aislamiento.

4 comentarios:

  1. ¿Y no será el deseo vanidoso de ser el primero en llegar a Marte? ¿De ser diferente a los demás?
    Con tal de aparecer en el libro récord de los "guinnes", hay gente capaz de hacer las mayores imbecilidades.
    Por otro lado, ¿a quién no le gustaría montarse en una nave espacial y darte un borneo por la luna o los anillos de Saturno, como aquella canción tan pegadiza?
    ¡Me apunto!
    Salu2 estelares.

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    1. Dyhego:

      Todo tiene su lectura positiva, constructiva y lúdica. Acaba uno pensando que es normal que se dediquen tiempo y recursos a este tipo de investigaciones, pero siempre con la sensación de no habiendo resuelto antes los problemas que asolan e planeta tierra de hambre.

      Por supuesto que sería interesante, deseable, incluso algo parecido a uno de esos sueños de la niñez, montarse en una nave que te lleve al espacio, y contemplar por una ventanilla la inmensidad, pero... con la misma sensación.

      Salud, y a soñar...

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  2. Clochard:
    El que apuntas es un tema recurrente: ¿por qué gastar un pastonazo en proyectos espaciales o de otra índole mientras hay hambre en el mundo?
    Presentado así, la respuesta es clara: o negro o blanco. El hambre es un problema acuciante.
    Pero el asunto es más complejo.
    El hambre en el mundo se podría solucionar en un año sin demasiados gastos. Es utópico y parece demagógico pero no debería serlo.
    Los proyectos espaciales o médicos o de grandes ingenierías son costosísimos pero repercute en el bienestar de la sociedad: gracias a los proyectos de la NASA, por ejemplo: tenemos fibras más resistentes, microondas,satélites, internet, móviles...
    Gracias a las inversiones en el genoma humano y ADN se conocen mejor muchas enfermedades.
    Por otro lado, sí me parece inmoral que un ricachón se gaste una pasta gansa en un viaje extraterrestre.
    Aunque también pienso que la gente tiene derecho a darse un homenaje (la cuantía del homenaje puede ser más o menos escandalosa según el baremo que establezcamos. No hay que olvidar tampoco eso de que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda).
    Salu2 estratosféricos.

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    1. Dyhego:

      Estoy de acuerdo, ni blanco ni negro, lo deseable sería un término medio. Pero lo que realmente quería reflejar en la entrada es el afán por salir de aquí, de la tierra, que muestran algunos candidatos, porque no aguantan más. Por supuesto que todo lo que nos aporte la ciencia en beneficio de la humanidad, bienvenido sea.

      Salud.

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