sábado, 8 de junio de 2013

Asignatura pendiente.




Hace unos días vi una entrevista realizada al poeta Luis Alberto de Cuenca, y de todo lo que que dijo, que fue mucho y muy interesante, hubo algo bastante sencillo que me llamó la atención: "para mí la lectura, el estudio, la investigación y todo lo que tenga que ver con la cultura es como un deporte". Lo dijo con una tranquilidad pasmosa, con un sosiego esculpido en muchos años de oficio que han ido pasando, día a día, alimentándose de traducciones, clases y apuntes, foros y conferencias, y la sempiterna compañía de los libros que forman su patria: su biblioteca; todo ello vivido con la naturalidad con la que un deportista entrena para mantenerse en forma, ni más ni menos. Por otro lado escucho a Michael Robinson preguntar en la radio si el ajedrez debería o no ser enseñado en las escuelas, formando parte de alguna asignatura de las que ocupan el espacio de los juegos didácticos y dándole la misma importancia que se le da, por ejemplo, a la gimnasia. En principio parece que nadie sin opondría a semejante brillante idea. Resulta de sentido común, aunque nunca se sabe dónde puede saltar la liebre, que la aparición de un juego, tan intelectualmente contrastado como el ajedrez, en los planes de estudio de los colegios no resultaría negativo para nadie sino todo lo contrario. Pero apareció el fantasma de la comparación entre los asistentes, la sombra del tú más y yo menos y por ahí. De cuantos participaban en lo que devino en debate, que en principio fue presentado como un pacífico e incluso esperanzador coloquio por aquello de que ya iba siendo hora de que a alguien se le ocurriera algo así, hubo quienes no las tenían todas consigo argumentando que el fútbol enseña cosas muy importantes, como el sentimiento de pertenecer a un equipo, de las que carece el ajedrez, y que, por otro lado, a nadie se le podía imponer el aprendizaje de nada así como así, ya que antes habría que medir las consecuencias. Ahí comenzó a torcerse la cosa y a sembrarse la tristeza, a acaparar una capa de polvo la pulcritud de la superficie sobre la que se estaba jugando, y a notarse lo mal que nos sienta que nos lleven la contraria, por intrascendente que sea la idea que defendamos, y lo convencidos que andamos con frecuencia de poder sentar cátedra a base de tópicos tan anacrónicos como recalentados. Sólo faltaba que la discusión se asomase al precipicio de la intolerancia que en su día adquirió la controversia de la asignatura de Educación para la ciudadanía. A partir de ese momento todo lo que era un cúmulo de buenos propósitos se trastocó porque a quienes defendían a capa y espada el balompié se les dejó entrever que este deporte forma parte del ramillete de opios dominantes del pueblo, entre los que se encuentran la telebasura y el negocio del fútbol. Ante ésto se defendían con una letanía de antiguas tradiciones y obsoletos principios bajo los que a cualquiera de los oyentes les quedó claro que, o bien estos señores ni saben ni se han planteado nunca aprender a jugar al ajedrez, o bien les saca de sus casillas que alguien ponga en cuestión las consecuencias derivadas del apoltronamiento frente al televisor, que induce a un peligroso desapego de la realidad con el riesgo de olvidar las cuestiones realmente importantes, viendo cómo, con los tiempos que corren, los equipos que reunen al mayor número de seguidores fichan a jugadores por "cien" millones de euros, dedicando a ello cualquier noticiario el doble de tiempo que a la información nacional e internacional y unas veinte veces más que a la cultural. Pero como también cabe la posibilidad de que exista gente equitativa, lúcida, coherente e imparcial, salió al paso uno de los defensores del tablero para elegantemente zanjar la cuestión diciendo aquello de mens sana in corpore sano, con lo que Juvenal dejó dicho mucho para el resto de la historia, dando a entender que las prácticas tanto del fútbol como del ajedrez son complementarias, todo lo cual tiene mucho más que ver con el sentido deportivo del conocimiento al que aludía Luis Alberto de Cuenca que la ruleta rusa del deporte en el que desde muy pronto se comienza a hacer negocio con las jóvenes promesas.  

4 comentarios:

  1. Clochard:
    Son tantas las "asignaturas" que se "deberían" estudiar en las escuelas que, en vez de diez, los zagales tendrían veinte materias...
    En los primeros años de la LOGSE ya se contemplaba dicha posibilidad y en algunos centros se llegó a impartir la asignatura de "Ajedrez".
    ¡Menos mal que no tengo que examinarme de ajedrez porque suspendería! No tengo ni paciencia ni inteligencia para jugar.
    En realidad cualquier afición se puede convertir en "deporte".
    Desde luego, menos quedarse "espatarragao" viendo la tele, cualquier cosa es preferible.
    Salu2 alfileros.

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    1. Dyhego:
      Tampoco, creo yo, que se trate de hacer del ajedrez una asignatura propiamente dicha si no se quiere llenar el plan de estudios, como tú bien dices, de muchas, tal vez demasiadas, asignaturas y todo acabe siendo un galimatías; se puede comenzar incluyéndola en otra materia de manera que sirva de iniciación, y a partir de ahí se conseguirían cosas, al menos dar la posibilidad de que desde muy temprano se pueda tener consciencia de la importancia de este juego, como de otros, ¿por qué no?. pero sin ponerlo en tela de juicio haciendo de esto un absurdo debate, bajo mi punto de vista.

      Salud.

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  2. En el colegio de mi hija el profesor de gimnasia les enseña juegos de mesa cuando llueve,entre ellos el ajedrez.Se puede hacer más,solo hay que querer.Hace tiempo,leí un noticia sobre un señor que le diagnosticaron Alzheimer y que practicaba mucho el ajedrez,cuando murió después de muchos años y de muerte natural al hacerle la autopsia descubrieron que el echo de ejercitar tanto su cerebro con esa disciplina se le había paralizado el desarrollo de la enfermedad.Eso hizo que se hicieran más estudios sobre el tema y todos lo corroboraron.Por si acaso lo practicaré aunque mi hija siempre me gane...Un abrazo mental!!

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    1. Me gusta la actitud de ese profesor; está haciendo algo muy positivo para el desarrollo mental de los chavales, para la creatividad también. Lo del señor del Alzheimer es curioso, y muy alentador, una muy buena noticia dentro de lo malo. Nos falta despegarnos de todo lo que nos están inyectando, y una vez que sabemos que lo están haciendo, ponernos manos a la obra y dejar de ser tan voraces consumidores de telebasura, por ejemplo...pero eso es harina de otro costal, como dicen en mi pueblo.

      Mil abrazos.

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