miércoles, 26 de junio de 2013

El Inventario de la cosa.





Parece que pase lo que pase no pasa nada. La gente se moviliza, protesta, se echa a la calle con pancartas, corre enloquecida por miedo a que le den un estacazo, se refugia en un portal o se mete debajo de un coche; pero después, al cabo de un rato, cuando la manifestación acaba, cuando el grupo se disgrega, cuando la unión que hace la fuerza ha de pasar la prueba de fuego de la desesperación, cada cual se marcha a su casa con su halo de soledad a cuestas, tratando de explicarse si habrá servido de algo haberse expuesto a la afrenta policial, a las pelotas de goma y los gases lacrimógenos, a los empujones y los muros de metacrilato, a las porras eléctricas y los guardias a caballo, a las detenciones a voleo de unos cuantos con los que justificar el mal uso de las fuerzas del orden. Por otro y otros lados tenemos guerras que comenzaron hace años y ahora se encuentran en su momento más sangriento. El desastre ha vuelto a ponerse de acuerdo con la torpeza, y la lucidez recuerda con tristeza el origen de su significado.
Dirigentes, alguaciles, concejales, cajeros, la Casa Irreal casi al completo, quién da más, quién se salva, quién se libra de la abominación de un pueblo cansado. Grecia, Portugal, Turquía, Italia, África de cabo a rabo, el Cono Sur tan Sur y tan maltratado. Brasil con lo que esconde. Abucheados banqueros por impotentes accionistas que denuncian haberse quedado en cueros, en pelotas, en las últimas, con una mano delante y otra detrás, en las guías, en el chasis, en calzoncillos, en bragas, tan delgados como una escultura de Giacometti, a las puertas de la locura por culpa de una confianza depositada sobre los lobos. El Ibex 35, la prima hermana de riesgo. Incomprensibles indultos por parte del gobierno. Paraísos fiscales al por mayor, por doquier, en cada esquina de unas islas con nombres inalcanzables, ínsulas que atesoran el 30% del dinero global.
Entramados de empresas, redes de corrupción, telarañas societarias. Jueces presionados, fiscales contra natura, parciales, sobornables y sobornados. Escuchas telefónicas, pruebas contundentes que sirven para que el magistrado más transparente de la historia de España, el señor Garzón, haya sido arrinconado en la cuneta de los castigados por valientes, por justos y necesarios, por democráticos. Posturas de indolencia, de ausencia de vergüenza en los gestos del ministro que privatiza otro hospital, con la misma indolencia que Bretón en el banquillo, sin temblarle el pulso, seguro, ante un cúmulo de pancartas, ante gentes que dan la cara y ruegan y esbozan inofensivos llantos que por un oído entran y por el otro salen.
Hay una sombra de sospecha que colecciona rincones, que llega a las partes nobles y al alma, que se apodera de la duda, que se convierte en modus vivendi, que no se fía de nada ni de nadie ni del noticiario. Duques y caudillos que se pasan la pelota, la patata caliente, los insultos en el congreso y los abrazos en las afueras. Encarcelados que no calientan ni las sábanas, que salen amenazando a quienes hacen bien su trabajo y procuran que el mal se encuentre encerrado y sin fianza. Perdón por la tristeza después de tres puntos de sutura en los entresijos de la lengua.

2 comentarios:

  1. Clochard:
    Hay que seguir protestando y hacer como el niño que descubrió al rey desnudo.
    Salu2 tapa2.

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