lunes, 3 de junio de 2013

La afinidad del entorno.





No hace mucho que la joven socialista Beatriz Talegón les dijo a los dirigentes europeos de su partido lo que pensaba sobre la manera tan poco ejemplar de proceder de éstos, cuestionándoles que si se habían parado a pensar lo equivocados que estaban al decidir concertar sus citas en hoteles de lujo y en lugares de precios prohibitivos, corriendo los tiempos que corren, siendo además completamente innecesario, por ostentoso, semejante gasto, y dicho sea de paso porque huele a chamusquina, emanando un tufo a poca coherencia, a causa perdida por las garras de la voluptuosidad y el despilfarro que llega a todas las esferas, incluyendo aquí a sindicatos y partidos políticos de izquierdas que se dejan llevar por los tiempos hasta en lo más inútil: en las apariencias, en la falsa imagen y el insultante confort, en el despilfarro y en el ganarse a pulso la poca consideración en que son tenidos por quienes muchas veces le dieron su voto, como un servidor.
Aquello curiosamente pareció no caer en gracia a las personas a las que iba dirigido el mensaje, a los líderes de los que se supone ha de emanar el punto de referencia para las nuevas generaciones, para ese montón de gente joven que viene con ganas y con fuerza, con muchos libros leídos y con la ilusión de quien empieza y se siente fuerte y capaz, pero, ay, aún no ha pisado el frío suelo del tira y afloja de unos ideales que se desmoronan a partir del momento en el que el protocolo se mezcla y se confunde con la ostentación; y bajo el velo de esos referentes aparece una maraña de arrugas provocadas por la indigestión de todo lo que han tenido que tragar, no por su encarnizada lucha para conseguir el bien común haciendo uso de toda la legalidad, equidad y ganas de hacer las cosas, sino por las energías derrochadas hasta verse posicionados donde se encuentran, sin haberse parado a pensar, olvidándoseles, los motivos con los que aterrizaron en aquellas primeras asambleas: lo que iba a ser y la mierda que ha sido, con el consuelo de que han salido bien parados con algunos miles de euros en el bolsillo, eso si, con la honorabilidad por los suelos.
El que más y el que menos quedó sorprendido de la valentía y el sentido común de Beatriz Talegón. Caía por su peso, como las verdades del barquero, no había que ir a Salamanca para comprender que lo que esta mujer trató de transmitir fue que a las nuevas generaciones se les apagaban los faros a los que aferrarse para que la continuidad de las ideas y los proyectos que éstas cimentan alcancen el ansiado beneficio de la resolución de problemas, de la puesta en marcha de eficaces planes de acción y políticas que nada tengan que ver con mirarse el ombligo en las elecciones primarias y más tarde sentenciar a un duelo parlamentario lo que el pueblo entero anda esperando: que los impulsos políticos reviertan directamente en la ejecución de lúcidos pactos, propósitos en común y realización de promesas; faros que se apagan si los caminos que se toman son esas desmesuradas muestras de mala administración; cosas éstas que parecen inalcanzables, por cabezonería, por inmadurez parlamentaria, porque el infantilismo de nuestra clase política, a toda la cual se le llena la boca con la palabra Europa, pero solo para convencernos y para ganar elecciones, parece aún no haber superado la etapa de la transición, y a lo más que llega es a ser la viñeta del cómic con el que se despachan las risas en el Bundestag y en Bruselas. Y en esto estaría bien que empezaran a trabajar las juventudes de todos los partidos, con el fin de no caer en los mismos nefastos errores: en mejorar la imagen del Congreso y proponerse que éste deje de ser un esperpéntico escenario que raya el más vulgar de los sensacionalismos; en hacer que un debate no sea una exposición de complejos sectarios, y en quitarse de una vez por todas de la cabeza que no se puede deducir nada de una persona sencillamente porque escuche tal emisora, vea tal cadena de televisión o lea éste o aquél diario.
Pero como digo, Se vieron semblantes ofendidos ante las declaraciones de Beatriz Talegón, caras que no daban crédito, o sí lo daban pero se mantenían a la espera de que pasase aquel chaparrón, aquel brote de rebeldía propio de quienes comienzan y llevan grabada la ley del deseo de la justicia en la dignidad de la militancia, porque sabían muy bien que era y es verdad lo que esta joven decía. A diario podemos comprobar, en la emisión de cualquier noticia que haga referencia a un congreso o desayuno de partido, que no escatima la organización en pasillos con alfombras de esas que, como diría Marcel Proust, apagan los ruidos, con las que la realidad alcanza la sutilidad de la metáfora, o en despampanantes salones en los brillan las mejores cristalería, vajilla y cubertería bajo la iluminación de arañas de las que penden cientos de esculpidos cristales, en establecimientos en los que muchos de los asistentes, sobre todo los noveles pertenecientes a partidos representantes de la clase obrera, se verán vetados de la incomparable libertad que aporta la afinidad del entorno, eso que se encarga de empañar al pensamiento y acercarlo a expresar lo que el alma dicta. Pero así no hay manera, así esto es un auténtico teatro, un fiasco, un retablo de las maravillas, un prestarle menos atención a ponerse manos a la obra que al decorado en el que ésta será representada, cuando ni el guión ha sido escrito aún y el esfuerzo por corregir los borradores de los que se dispone es inversamente proporcional al afán de revancha con el que se planean los argumentos de la próxima sesión en el hemiciclo.

4 comentarios:

  1. Clochard:
    Tengo leído que la tan revolucionaria Beatriz Talegón ha conseguido una bicoca tan grande como su apellido. Ahora está en Viena como secretaria o no sé qué de las juventudes socialistas, con su sueldo, sus viajes gratis, sus comidas y su agenda, que la llevará de periplo por varias capitales europeas. ¡Que pronto se ha subido al carro la niña cantora de las injusticias sociales y abanderada de la cuestión social y bla bla bla.
    Por cierto, don Zapatero también empezó así, de delegado de la clase, a secretario de juventudes y depués a no sé qué y después a jefe de gobierno y ahora en su chalé, ubicadoa en la más humilde y obrera de las urbanizaciones.
    O sea, ni un palo al agua.
    Por cierto, ¿hasta qué edad se prolonga la "juventud política"? ¿Los treinta, los cuarenta, los cincuenta?
    Cuando se lee prensa de derechas te enteras de los trapos sucios de la izquierda y cuando lees presa de izquierda te sirven las inmundicias de la derecha. O sea, hállese la media...

    Salu2 desencanta2.

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    1. Pues qué añadir, Dyhego, que casi nadie vive a tenor de sus principios y su conciencia, que es una pena cómo desde la base ya hace aguas la clase política, desde esa edad en la que se supone que aún no ha dado tiempo para enfrascarse de mentiras, pero..; y fíjate, tal vez la única manera de callarla que tuvieron fue ponerle el caramelo en la boca, y zas, para dentro, o sea que defintivamente podemos decir eso de que se suicidó la ideología. Arriba el voto en blanco¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

      Salud.

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  2. Arriba el voto en blanco!!NO dejaré de creer en las personas pero,sí en los políticos...Si no cobrasen a ver quien era el valiente que se hace político por amor a sus idiología,alguno habría digo yo...Un abrazo de esperanza!!

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  3. Pues lo triste es que tal y cómo van las cosas esto lleva el rumbo de que ndie haga nada afín a sus principios; bueno, casi nadie. Pero eso sí, y con fuerza, Arriba el voto en blanco¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

    Mil abrazos.

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