miércoles, 13 de diciembre de 2017

Diario de Diciembre XLII


Resultado de imagen de bohemia

En la tele, por lo que veo, siguen emitiendo esas crueles imágenes de niños famélicos y de presidentes que creen ser los dueños del mundo, que se creen ser los grandes capitanes del monopolio posmoderno, de bombas y guerrillas y odio y diabólica maldad de enfurecidos por decreto, de lo poco que acaba calando el mensaje de la algarabía del hambre en la raigambre del sentido de justicia. Unos tanto y otros tan poco. Se trata de sobrevivir; y una paradoja: quien vive soñando no es capaz de despegar sus pies del asfalto. Somos de aquí, y ha sido dicho ya por activa y por pasiva que la tierra tira; la tierra tira y La Tierra gira sobre su eje viendo pasar los ciclos lunares, jugando a los bolos con los meteoritos, llevándonos en volandas aunque nos movamos menos que la ceja de un Santo. Le he escuchado decir a un señor en una conversación que él trabaja en un bar aunque ojalá trabajase en el campo. En el bar de La Plaza se puede aprender de pesca si uno sabe por dónde entrar al trapo, si sabe uno cómo pelear la dorada. Las aceitunas son un inmejorable acompañamiento de la cerveza, y los cacahuetes también. Me llama la atención el influjo que sobre el intelecto ejerce la música Barroca, es tan bonita la sensación de libertad que no mira uno ni la hora. Según me acabo de enterar han echado a un camarero de un sitio de por aquí al lado por robar propinas; cómo estaba el jefe, me ha dado la corazonada de que no decía toda la verdad, pero a los acomplejados de inferioridad les sucede como a las cucarachas, que sólo van a la mierda; vete tú a saber. Se para uno a pelar la cebolla y se da cuenta de que en la bolsa de abajo hay más pescado. Ahora ando entre Fernán Gómez y Umbral, y el Manual Thinking de Luki Huber y Gerrit Jan Veldman. Hacía mucho tiempo que no salía a la calle sin teléfono, y ha sido toda una experiencia; se escucha, se huele, se atisba, se imagina y se da las buenas tardes y se saluda a los vecinos mejor sin teléfono, y se palpa en la piel y en los huesos y en el cerebro mejor la humedad de La Ciudad por estas fechas así, sin teléfono.

1 comentario:

  1. Me ha recordado ese chiste que circula por ahí: hoy he salido de mi casa sin e móvil... ¡y sea lo que Dios quiera!
    Salu2.

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