Me acompañan los libros que me ven llegar con cara de incrédulo. La mañana ha sido productiva. El mediodía lo he visto desde la ventana; ya luce Diciembre. Esta tarde La Calle estaba atiborrada de gente, no se podía dar un paso sin ir esquivando cuerpos y bolsas y carros e indecisos pasos aburridos de llevar corbata. El entrenador del Betis ayer era un prodigio, un talento, un tío que había entendido cómo juega el equipo, y hoy es un demagogo y un político que hace el ridículo; con razón en la sombra te hielas y en el sol te asas; en La Ciudad pasa uno del trono a la alcantarilla en un suspiro. No entra dentro del ramillete de virtudes del personal el agradecimiento. Me paro a pensar en lo que se le estará pasando por la cabeza al presidente del Gobierno e imagino a un equipo de consultores dando el callo, exprimiendo su intelecto, aportando ideas, sugiriendo alternativas, pensando en verde, sintiéndose en cierta forma poseedores del germen de las decisiones, y me pregunto cuál será el sentido que le encuentren a su trabajo. No es fácil hacer amigos. Cada vez es más frecuente recurrir a vaciar el monedero para pagar un café o un tinto de verano. El otro día le escuché decir a una camarera de la estación de El Prado: "Dígame, señor..."; quedé estupefacto ante la consideración que aquel anciano acababa de recibir, lo compartí y lo celebré, me sentí reconciliado con el mundo, no me lo esperaba. Todas las caras me suenan, todos los rostros me transportan a un momento indefinido. Hago esfuerzos por entender mi caligrafía y no siempre lo consigo; el caso es que hay más belleza en una hoja en blanco que en un cuaderno cerrado. llevo unos días escuchando música Barroca camino al y de vuelta del trabajo, y la cosa funciona; sale uno de la audición enfrascado de conexión con el suelo que pisa, a lo Neil Amstrong despegando de Conde de Barajas para aterrizar en la calle Florentín, alunizando en la Avenida de Málaga.
jueves, 7 de diciembre de 2017
Diario de Diciembre XXXVI
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Estoy en período de desgana lectora. He empezado dos libros y no me atrapan. Me noto cada vez más empanado.
ResponderEliminarVeo y celebro que a ti no te pasa. ¡Biennn!
Salu2.