miércoles, 18 de abril de 2018

Cajón desastre


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La consigna está muy clara, insisto: que no sepamos hacer la o con un canuto. En la biblioteca de mi barrio no hay ni rastro del diccionario de la RAE; eso sí, allí mismo me han prometido que lo incluirán en el próximo pedido, en cuanto les sea concedido el presupuesto que andan esperando, y que mientras tanto, si lo deseo, puedo hacer uso de un ejemplar propiedad de uno de los funcionarios que allí ejerce, una versión resumida del original que, una vez utilizado, ha de serle devuelto de inmediato. Sorprende, por otro lado, en las grandes superficies comerciales, en las que su personal rota de una sección a otra de improviso, ver cómo cuando realizas alguna pregunta acerca del artículo que andas buscando son frecuentes las dudas y aún más las salidas por la tangente, por parte de personas que tratan dignamente de ganarse el jornal, personas expuestas a hacer el ridículo delante del cliente, mientras en los despachos no cesan de trazarse las líneas maestras del ahorro en recursos humanos, encargándose de ello unos cuantos humanos sin recursos osando creer que la marca que dicen defender es eterna, cuando bien saben que cambiarán de aires a la mínima oferta que les ofrezca unos cuantos euros más; pero como la caja sigue sonando al ritmo del Money de Pink Floyd pues, como diría Benedetti, saquen ustedes sus conclusiones. En algunos centros culturales está sucediendo lo mismo: preguntas por la localización de los libros de ensayo y la cara del funcionario que te atiende es la de quien piensa que le estás preguntando por la capital de una remota isla oceánica. Ni unos ni otros, más allá de su mayor o menor curiosidad por informarse lo mejor posible en tiempo récord sobre cómo desempeñar bien su trabajo en posiciones que desconocen, que sería una deseable aunque ciertamente poco probable forma de salir del paso, tienen la culpa, porque se hace uso de las personas para cubrir huecos, para rellenar el cuadrante sin que importen nada ni la función, ni la motivación, ni el mérito del esfuerzo, ni la preparación, ni la utilidad implícita en el valor de haber alcanzado una licenciatura, ni mucho menos los usuarios y los clientes. Los responsables de que esto se esté convirtiendo en un cajón desastre en el que las churras se mezclan con las merinas, acelerando el paso de cangrejo al que avanza el porvenir, se lavan las manos porque tristemente ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de que las cosas puedan funcionar mejor de otra manera, porque eso supondría que ellos tuvieran que estar mejor preparados de lo que están, amenazados así por quienes saben y si no saben tienen ganas de aprender. Cualquier individuo con aspiraciones a ocupar un puesto de dirección que cuente con un nivel cultural aceptable supone una molestia, porque su sensibilidad le hará incurrir en un ejercicio de mejora continua, y eso no se lo permitirán los tiburones bien instalados en el maloliente confort del cinismo. Una estrategia socio laboral basada el interés sobre las buenas consecuencias del compromiso social, dándole al trabajo de cada cual la importancia que se merece, poniendo a cada uno en su sitio para fomentar el desarrollo personal, favoreciendo la mejora de la convivencia, no tiene cabida en el maquiavélico proyecto ni de los políticos ni de los altos directivos, porque en sus rifirrafes de malos acuerdos entienden la política o el trabajo como algo consistente en hacer concesiones en lo accesorio pero no hacerlas en lo esencial, escamoteando beneficios mal repartidos sin conciencia alguna. Demasiadas pocas cosas pasan, la verdad, porque el día que se rompa la cadena no servirá la excusa de que se ha roto por el eslabón más débil, porque por donde en realidad se rompe una cadena es por el eslabón que más tensión soporta.




4 comentarios:

  1. Muy cierto lo que dices, Clochard.
    Todo el mundo busca un trabajo, el que sea, porque no hay tanto donde elegir. Creo que el responsable de personal tiene que saber elegir al mejor para el puesto, pero si el "responsable" ha sido colocado a dedo por el superior, ahí empieza a fallar todo. Todo muy cutre. Brilla el enchufismo por doquier.
    Salu2.

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    1. Esa es la triste realidad, eso es lo que tenemos y con lo que hay que capear, ese es el germen de una indignación que algún día pude tocar fondo, y entonces...

      Salud, Dyhego.

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  2. Muy bueno. Yo conozco a una bibliotecaria de pueblo, jefa del cotarro, a la que pusieron en unas amañadas oposiciones, que es, atención, alérgica a los libros. Es cierto. Así que de 365 días del año, 250 los pasa en su casa y en el apartamento de la playa, de baja laboral. Cuando vuelve a decir que sigue viva, se encasqueta una mascarilla, y al poco tiempo vuelve a desaparecer. Es familia política del alcalde. Y la omertá hace el resto.

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    1. Nuestra historia reciente está plagada de omertá, de esa putrefacta ley del silencio propia de los mafiosos. Esto se está convirtiendo en un enredo que veremos a ver por dónde explota.

      Abrazos y muchas gracias, Rubén.

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