martes, 26 de febrero de 2013

Olvidadiza dulzura.








Parece mentira, pero una de las cosas que logra que parte de la ciudadanía se envuelva en un par de horas de relativo sosiego y olvidadiza dulzura del presente ha venido a ser el fútbol. A lo largo de esta semana se celebrarán dos partidos entre los dos mejores equipos de la historia de nuestro país: el Real Madrid y el F.C. Barcelona. España entera se divide en el color de sus sentimientos decantándose por uno u otro lado mientras ignora durante un rato lo que hace meses no deja de atosigar las cuentas corrientes de la mayoría: la presencia en los buzones de recibos a los que no se podrá hacer frente y el recordatorio de impagos tras los que algún ministerio se verá obligado a tomar medidas que ponen el agua al cuello a los muchos que no saben cómo arreglárselas para salir del cenagal en el que se encuentran, después de haber sido engañados por la letra pequeña de los documentos bancarios y de a duras penas flotar a la deriva del mar del desempleo.

El fútbol ha venido a salvarnos por un par de horas en las que al menos tendremos a nuestro equipo al frente de la situación durante los sagrados noventa minutos, que tendrán la virtud de actuar como un narcótico, que no querremos que terminen jamás, porque con ellos nos beberemos la medicina del adormilamiento en un sueño que nos despegue de la cruda realidad. La gente se traslada de un lado a otro del territorio nacional, cruza provincias, comunidades, empeña algún futuro capricho a cambio de la asistencia al acontecimiento. Por las carreteras transitan autobuses cargados de hinchas que en la parte trasera del vehículo exhiben las pancartas que les llevan a la tierra prometida del espectáculo, a la Meca que todo aficionado tiene grabada en el corazón de su infancia, y a pesar de que el partido se haga muy corto, de que ese poco más de dos horas pase en un instante, permanecerán ausentes de los problemas y no les apetecerá querer saber nada de nada ni de nadie que no tenga que ver con los goles y la celebración de la victoria.

El ser humano busca refugio y lo encuentra, saliéndose de los márgenes marcados por lo inexorable para bucear como un niño, que se cree estar en el fondo del mar cuando realmente se encuentra debajo de las sábanas en una noche de invierno en la que busca con una linterna más allá de los límites de la realidad. Dejó dicho Marx, con gran razón, que la religión es el opio del pueblo, y hoy en día, con tintes no tan oscuros ni supersticiosos, el fútbol viene a suplir las flaquezas del ánimo de una sociedad encerrada en un callejón si salida. Independientemente de quien gane esta noche espero que los protagonistas del partido sepan de la labor que realizan ante tanta alma que deposita en ellos la confianza de hacerles olvidar por un par de horas la pesadilla a la que han de volver cuando el árbitro decida que ha llegado el final del encuentro.

6 comentarios:

  1. Clochard:
    Nunca me ha gustado el fútbol y he podido comprender esa afición y he sentido en propia carne esos sentimientos de ira, euforia, rabia y comunión "gracias" a los partidos que me tengo que tragar cuando llevo a mi hijo pequeño a jugar los suyos.
    En cuanto al Real Madrid y al Barcelona, me gustaría que perdieran siempre los dos. Y cuando juegan el uno contra el otro, ya que es imposible que ambos pierdas, ojalá empaten siempre.
    ¡Hala!
    Salu2 antifurboleros.

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    1. Dyhego:

      Desde mi infancia hasta que cambié el balón por la bicicleta jugué mucho al fútbol, y de ahí me viene la vena merengue de la que no puedo renegar; pero sin que me importe, a estas alturas, lo más mínimo de cuanto suceda, aunque debo admitir que aún me gusta ver un partido.

      Salud.

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  2. Cuando juegan, tanto el R Madrid como el Barcelona contra equipos extranjeros, siempre he querido que ganaran los españoles por aquello de los colores patrios y demás, pero, últimamente, los políticos "catalaneros" están tan gilipollas, que me estoy replanteando el asunto y estoy así, pero que así de desear que el Barcelona pierda ante los demás equipos foráneos.
    ¡Si es que el furbol levanta pasiaones, jajaja, incluso a los que no nos gusta, jejeje!
    Salu2 balompédicos.

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    1. Dyhego:

      Forma parte el fútbol del panorama. Resulta curioso analizar a lo que ha llegado lo que comenzó siendo un pasatiempo, como el tenis, el billlar o el baloncesto; a lo que han llegado tantas cosas cuando se les ha dado una mano de pintura de negocio, de la que irremediablemente no se salva el caracter religioso de la misma.

      Salud.

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  3. Todo lo que levante pasiones bienvenido sea...Un abrazo fuerte!!

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    1. Al menos por un rato. A pesar de no resolver nada es curioso ver el poder de transformación al que nos puede llevar un acontecimiento deportivo, y profundizando un poco más podríamos llegar a la conclusión de que las cosas podrían no ser tan complicadas.

      Mil abrazos.

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