miércoles, 11 de junio de 2014

Leer la prensa




Nada más abrir un periódico siente uno la emoción de la inmensidad al ver tanta información junta, sobre todo cuando se hace a primeras horas de la mañana, justo después de haber puesto los pies en la calle dispuesto a regalarse la gloria de un dolce far niente que tenga que ver con responsabilidad laboral alguna, en esos días de descanso en los que como por arte de una magia extraída de la realidad se presentan radiantes los nobles y humildes proyectos que carecen de imperiosas necesidades de dirigirse a ninguna parte, en los que se goza más y mejor que nunca del tiempo que se tiene por delante, cuando uno sale de casa con el firme propósito de dedicarse al arte de andorrear, del tabaco y la lectura, de la cerveza, la novela, el ensayo y el sosiego que a través de las gafas posa su mirada en una página escrita, reclinado sobre uno de los divanes que aún conservan algunas cafeterías; del almuerzo a base de un menú del día con gazpacho, vagando de un lado a otro dejándose llevar por lo que le vaya pidiendo el cuerpo. Esas sensaciones tienen su punto de partida en la lectura del diario que toco como tocaba las barras de pan recién salidas del horno que mi madre me mandaba ir a comprar muy temprano, justo antes de ir al colegio, cuando tenía que entrar por la puerta de atrás de la panadería de Benito porque el despacho aún no se encontraba abierto, en cuya esquina olía a tortas, a magdalenas y a bollos de leche igual que huele a tinta recién salida de la rotativa el periódico que acaricio esta sevillana mañana de Junio. 
El olor a café y a tostadas del bar Las Columnas es ya por si mismo una premonición de que bajo el estímulo de ese aroma uno podrá permanecer un buen rato abstraído por las diferentes noticias, por el paso de una página a otra, por el raudo vistazo a un titular y por la parada en seco sobre un epígrafe que nos dejó desconcertados, pensativos, meditabundos y solitarios en esos instantes de fría reflexión en los que parece que se acaba de descubrir la pista de un crimen; por la lectura al completo de algunos artículos de los que siempre se sale mojado de realidad por dentro mientras se observa que en el exterior parece que las cosas no cambian demasiado a pesar de la insatisfacción ciudadana, del abuso y del engaño de una clase política que no deja de contradecirse. 
Leo detenidamente los titulares de la portada e inmediatamente después giro el ejemplar para ver qué hay en la contraportada, leyendo en un rapto de impaciencia la columna que un alma lúcida pone a nuestro servicio cada día. A veces pienso en quienes se encargan de que este milagro se encuentre a nuestra disposición diariamente; en quienes se responsabilizan de configurar correctamente todas las secciones de un periódico para que el conjunto guarde un orden; en los que a vuela pluma escriben en un instante una noticia y se ven obligados a enviarla urgentemente; en los que se encuentran de corresponsales a miles de kilómetros de distancia y tratan de hacernos ver de la manera más objetiva posible cuanto sucede, con el tamiz de por medio de la diferencias entre culturas que en ocasiones hacen que las cosas no se entiendan o que se saquen las conclusiones que más conviene en cada momento. Qué difícil es informar bien y qué gusto da ser informado por profesionales con sentido de la orientación imparcial, con perspectiva del presente, con inclinación hacia hacer bien su trabajo, independientemente y por mucho que se hable de la tendencia política que de una u otra manera pueda influir sobre el grupo editorial para el que trabajen. Leer la prensa es otro más de los placeres reservados para quienes mantienen a la orden de su día a día el gusto por abrir un agujero a través del cual observar el mundo. 

6 comentarios:

  1. A mí me encabronan cada vez más los telediarios, los periódicos, las noticias, las tertulias. ¡Estoy más harto!
    Salu2, Clochard.

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    1. La realidad mediática está ahí, y a veces duda uno de todo, pero también sirve para conocer opiniones interesantes, para contrastar pensamientos, y para descubrir mundos sin moverse de la silla del café.

      SALUD, Dyhego

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    1. Creo que sí, que es importante tener en cuenta algunas secciones, algunos articulistas son muy lúcidos, y los suplementos culturales son un amplio campo abonado para el descubrimiento, para la elección de futuras lecturas con las que ir creciendo y teniendo cada día más claro que sólo se sabe que no se sabe nada.

      SALUD, Dyhego.

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  3. Clochard:
    Lo que me pasa es que, o no tengo tino con lo que leo y escucho; o me he vuelto demasiado escéptico; o que mi ignorancia me hacer decir estupideces.
    Me informo en medios de toda el espectro político y escucho radios de todos los colores (la COPE no) y casi siempre adivino lo que van a decir en cada medio. Ante una misma noticia, sé lo que va a decir Pepa Bueno, lo que dirá Carlos Herrera, y lo que dirán otros periodistas cuyos nombre no se me quedan en la cabeza, pero que son los de RNE y los de Onda Regional de Murcia.
    Y de las tertulias radiofónicas, ni te cuento. No se dejan hablar unos a otros, unos toman la palabra para oirse, otros son rolleros, otros hablan sin saber, otros van de salvadores, otros de sabios, otros de enterados. Ya te digo, lo mismo soy un intransigente ignorante, osado y cerrado de mollera, justo lo que no me gustaría ser.

    Salu2.

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    1. Bueno, es que pones unos ejemplos muy claros de lo que no hay que seguir o por los que no hay que dejarse entretener ni engañar; tal vez la alternativa se encuentre en otros lados, en otros pequeños huecos por los que sale un pequeño rayo de luz que honra al periodismo.

      SALUD, Dyhego.

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