domingo, 15 de junio de 2014

Otra despedida



Esta mañana he recibido el mensaje de una amiga en el que me comunicaba que hoy volvería a ser un día difícil para ella, un día en el que se vería de nuevo en el trance de la despedida de un compañero que por hache o por be ha decidido marchar. En el ámbito laboral que me ocupa, el de la hostelería, es frecuente que se creen vínculos muy estrechos en torno a algo más que a lo meramente profesional, porque entre unas cosas y otras, acaba uno viviendo cada jornada como si de un plato de arroz se tratara: nunca sale igual. A las espaldas de lo que significa un servicio, en la puesta a punto de todo lo necesario, concentración incluida, en esas zonas oscuras en las que está el misterio de hacerlo bien o mal, lo que no se ve, hay mucho esfuerzo, muchos enfados y pérdidas de nervios, mucho que tragar de parte de jefes cuyos oídos parecen taponados con silicona; hay mucho orgullo alimentado por revistas y por reportajes periodísticos, por cadenas de televisión que crean a personajes fascinantes de carne y hueso que se venden al mejor postor, y todo eso acaba siendo sostenido por la entrega de un montón de humildes hormigas que no cesan en su empeño de hacerlo lo mejor que pueden, a sabiendas de que la recompensa con la que se encontrarán será la de un sueldo a final de mes amparado por un convenio de trabajo de pésimas condiciones. Conozco lo suficientemente bien a mi amiga y a mi oficio como para pararme a pensar en lo importante de este día en ese restaurante en el que ejercí poniendo los cinco sentidos para que la maquinaria de su sala se pareciera lo más posible a un teatro en que el reparto de felicidad nos hiciera olvidar lo poco que le importábamos al mundo a no ser por el nombre del chef que nos representaba. Conozco lo suficientemente bien a lo que saben las lágrimas de la impotencia, y también las de la satisfacción, como para escribir todo esto de un tirón sin pararme a pensar nada más que en lo que ya traía escrito en la cabeza, porque, como decía Albert Camus, he tenido mucho tiempo para pensar y casi me sé de memoria todo esto, y mucho más, que por mucho que uno lo intente no acaba de salir de mi pensamiento, y de vez en cuando se instala en uno de mis sueños haciéndome imaginar que vuelvo a estar trabajando en directo con muchos de aquellos que honran la dignidad del oficio, con personas que estimulan el encanto de la limpieza con la sonrisa del compañerismo, con gente que sabe que detrás de ese orden al que nos sometemos para que la representación acabe siendo perfecta hay un halo de bienestar originado no en la vanidad sino en el orgullo de hacer bien nuestro trabajo, como es el caso de mi amiga Carmen y el de ese otro compañero al que hoy le ha llegado el momento de la despedida, de otra despedida que dejará un hueco indeleble, pero ante la que sólo nos cabe desear el mejor de los futuros que se merece toda buena persona.

4 comentarios:

  1. Marchar cuando uno no quiere hacerlo, es triste. Espero que le vaya bien a tu amigo.

    Por cierto, ¿qué piensas de toda esta caterva de chefs, masterchefs, cocineros, sibaritas y demás gourmets?

    Salu2 cocina2.

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    1. Muchas veces nos marchamos de los sitios por aburrimiento ante tanta soberbia, porque vemos como no se reconocen suficientemente nuestro esfuerzo y porque la libertad de expresión es una utopía. En cuanto a esa caterva a la que te refieres te diré que son uno más de los inventos de la actualidad para vender, puro espectáculo ante el que la masa se queda embobada; pero sólo los que hemos estado en primera línea de fuego sabemos que no es oro todo lo que reluce y que, si te paras a pensarlo, es muy obscena la manera en la que se ve representado en televisión un oficio que uno entiende de otra manera. Lo que están haciendo es una más de las sensacionalistas vergüenzas con las que se trata de instruir de mala manera, con mucha demagogía, chanchullos y montajes a quienes se lo tragan todo, que desgraciadamente son una gran mayoría.

      SALUD, Dyhego

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  2. Con cada despedida se llevan un trocito de ti pero,a cambio te dejan un enriquecimiento,unos recuerdos imborrables que llenan tú cajón de la vida con momentos inolvidables y que poco a poco hacen de nosotros lo que somos.Cada persona que pasa por nuestra vida moldea un poquito nuestro yo,así que en cierta forma nunca se van.Gracias a la vida que nos da tanto...
    Un forever abrazo!!

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    1. Espero que ese compañero haya dejado lo mejor allí y que lo recordeis siempre, eso es buena señal. Siempre es emotivo despedirse de alguien con quien has estado luchando coco con codo y con buena cara. Suerte.

      Mil abrazos...!!!

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