lunes, 9 de febrero de 2015

Varias vidas



Decía Carmen Martín Gaite que la literatura es como un consuelo de esa sed de expresión que a veces la vida nos niega. Anda uno de libro en libro muchas veces más feliz de lo que lo pudiera hacer acompañado de cualquiera de las posibles realidades que la vida nos ofrece, tan manidas algunas, aburridas otras y, como diría Francisco Umbral, por ahí todo seguido hasta el final. En ocasiones el material refugio en los adentros de una novela, en esa maravillosa cueva de los descubrimientos, puede resultar más atractivo que la vivencia del día a día tan cargado de frustraciones como deseoso de buenas nuevas que tengan que ver con el placer de sentirse bien sin tener por qué tener que recurrir al infructuoso hábito de la posesión de inutilidades que enriquezcan nuestra vanidad y nos acompañen hasta el desfiladero de la incongruencia. No se trata de ser maniqueo pero si de ser un tanto crítico, un tanto inconformista en la justa medida con la que poder seguir respirando. Ni me gustan las torres de marfil ni me apasionan las multitudes. Lo cierto es que las circunstancias, la coyuntura, la de ahora y la de antes, la realidad misma en la que actualmente vivimos y de la que otros pusieron las bases, ya que esto no es algo nuevo ni puede pretender uno descubrir a estas alturas el  Mediterráneo, siempre fue un poco así, siempre se sintió el hombre un poco solo, descontento, usado para fines poco nobles, en fin no muy bien tratado, despojado de la esencia del conocimiento, un poco a la deriva en busca de explicaciones que le fueran dando forma a su existencia, y una vez no satisfecha esa curiosidad del todo hubo de comenzar a indagar más y más hasta acabar por inventarse otros mundos, los de la literatura, con los que enriquecer y complementar la vida de la que se dispone. Cada vez que en mi interior se enciende la bombilla que ilumina mis ganas de escribir, de continuar disfrazándome de estudiante, de leer párrafos como quien paladea un Sauternes o uno de esos Güisquis de malta que calientan el estómago y estimulan la conversación, siento la fortuna, casi el premio, de poder disponer de más de una vida dentro de ésta. Es de ahí de donde saco las fuerzas para escuchar las tonterías que haga falta, porque en el fondo de todo se aprende y nunca anda uno a salvo de cometer alguna torpeza de la que se sentía incapaz.

6 comentarios:

  1. Una de las utilidades de la literatura,vivir otras vidas, como canta Sabina: " a colarme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré: Alcampone en Chicago etcétera".

    Salu2 librescos, don Clochard.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. O pintor en Montparnasse, qué maravilla, quién pudiera; bueno, aún hay por ahí algún libro para poder hacerlo.

      Felices vidas literarias. Salud, Dyhego.

      Eliminar
  2. "Un lector vive mil vidas antes de morir, el que no lee, sólo vive una." :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Felices existencias literarias, que me consta que es usted una de esas afortunadas.

      Salud.

      Eliminar
  3. A veces la vida se pone cuesta arriba,con el viento en contra y sin abrigo...Tener la capacidad de vivir en otros mundos enriquece la realidad y la hace más vivible.Leer abre mentes y fantasías.
    Un abrazo aprendiz!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leer nos hace mejores personas, más nobles y humildes, más socráticos, más y mejores seres humanos.

      Mil abrazos.

      Eliminar