jueves, 17 de septiembre de 2015

Se nos puebla la mirada


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Se nos puebla la mirada de sueños cada vez que estamos tranquilos, cuando nos sentimos satisfechos y nadie nos molesta, ni nos grita ni nos odia ni nos mata, cuando no tememos nada que esconder, cuando aprobamos en la constancia de la vida, cuando no andamos de un lado para el otro de capa caída recibiendo las sacudidas del insomnio, cuando no se nos amontona la caspa en la solapa de la gabardina ni nos hieren las pupilas del incordio, cuando le proponemos el divorcio a la desidia, cuando nos hacemos los mejores socios de la cruda realidad que cara a cara se nos muestra muy fecunda en un directo enfrascado de purpurina contagiada por los soplos del latido más inmenso, cuando no nos amenazan por la espalda con el revólver de la envidia, cuando nos crecen las sandías en el huerto del contacto, cuando nuestras sandalias sortean las piedras que atraviesan el sendero de la dificultad, cuando no nos tiemblan las piernas ni se nos cierran los ojos, cuando sabemos a ciencia cierta que es mucho lo poco que tenemos, cuando las prisas sólo se apresuran para coger el penúltimo tren. Se nos puebla la mirada de racimos de uvas y de manojos de hierba buena, de bolsas de caramelos, de sacos de confeti y de pétalos de rosas, de momentáneas eternas mariposas, de un velo de terciopelo que nos riza las pestañas, de acuarelas que nos inundan con su aliento, cada vez que el aire sopla a favor, cuando montamos un circo y no nos crecen los enanos, cuando no nos quemamos ni por fuera ni por dentro ni pasamos frío, ni nos quemamos en el infierno del agobio, ni perdemos los nervios en el atasco de las decisiones importantes, ni se tercia el desvarío del libre albedrío del desastre, cuando la sangre no llega al río ni se sacuden los espantos con guantazos, cuando no nos hacemos arañazos en el corazón, cuando la razón toma su camino y el menos común de los sentidos se vuelve denominador común entre los humanos, cuando damos salud con un saludo de vida y vuelta y voltereta, cuando se deslizan raudas las manos sobre la espalda, cuando nos acariciamos, cuando nos perdemos en los dédalos de los cascos más antiguos y más bellos y mejor restaurados a merced de nuestro paseo, cuando vuelan los dedos sobre el teclado y no se nos olvida ni un acento, cuando los tantos por ciento del desorden se muestran bajo mínimos, cuando la distancia más corta entre dos puntos de veras es la linea recta. Se nos puebla la mirada de rayos de sol, de magnetismos misteriosos, de truenos con bemoles concertados, de instrucciones para llevar a buen término eso sobre lo que tanto se ha escrito del pecado; se nos puebla la mirada de catecismos contra la lepra, de dictámenes contra la  pérdida de tiempo, de trucos de magia, de aromas a flores silvestres, de piruletas de cereza, de salas de cine a la espera de la contemplativa calma, de perfumes en frascos diminutos, de tirabuzones de alegría, de remolinos del viento de la paz, cada vez que va bien la cosa y no nos obligan a comer berenjenas para amar eternamente, cuando las deudas son saldadas con la honorable dedicación de las buenas costumbres encantadas del buen uso de las cosas. Se nos puebla la mirada de Macondos y Comalas e islas del tesoro misteriosamente halladas dentro de nosotros.

6 comentarios:

  1. Eso es. Lo mismo que pienso, que siento ahora mismo, que me hubiese gustado escribir ahora, pero ya lo dijiste tú de otra manera, y ando por publicar.
    Saludos.

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    1. Telepatía natural, otra forma de poesía al alcance de la mano, como la vida misma delante de nosotros. Espero que disfrutes de un buen rato mientras elaboras tu próxima publicación.

      Saludos, Zarzamora.

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  2. Què bonito! ¿Sabes que te estàs reinventando? Y te estàs llenando de una luz preciosa.

    Un beso. Reyes.

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    1. Celebro que te haya gustado. No sé si me estaré reinventando, pero lo cierto es que me está sentando muy bien esta nueva etapa.

      Besos

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  3. Miradas llenas de vida, como el ojo que has elegido de foto.

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