viernes, 27 de enero de 2017

El primer hombre


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Me pregunta mi amigo y poeta inédito Javier Castro, ilustre tabernero de la taberna-café Casa Joaquín del barrio de San Lorenzo, que cómo me puede gustar la calle San Fernando con la cantidad de bares que han abierto en ella. Hay qué ver cómo dos personas que aparentemente tenemos tanto en común, debido a los lazos de nuestra afición por la literatura, podemos tener un concepto tan distinto de las sensaciones que nos proporcionan una calle o una plaza o una avenida, o uno de esos bares tan cargados de las metáforas de la vida cotidiana en los que uno encuentra, salidos de la boca de quienes allí reparten la esencia de la bohemia, los versos del presente continuo emanado de las voces con las que se engrasan las fabulaciones que enriquecen mi deambular por la ciudad de la Gracia. Javier es, además de poeta y tabernero, un sevillano estudioso de Sevilla, un conocedor de las claves del urbanismo hispalense y del origen de los usos y costumbres que envuelven a esta ciudadanía de ese halo de sentimiento y espontaneidad, de altanería e improvisación, de religión y paganismo, de historia y perfecto desorden, de una manera de entender la vida cuyo código de barras se le va tatuando a uno en el alma debido a personas como él. De la mano de Javier he llegado a José María Izquierdo y a Rafael Laffón, a Romero Murube y a Alfonso Álvarez Benavides, y durante sucesivas conversaciones me he ido introduciendo en los vericuetos y curiosidades de una ciudad tan rica en matices como lo pueda ser El jardín de las delicias de El Bosco. Ahora Javier prepara la presentación de un libro que rinde honor a la justicia poética de ver negro sobre blanco y editada una selección de poemas y de fragmentos en prosa escritos por su padre, también tabernero, a lo largo de toda su vida. Entro en Casa Joaquín y veo a Javier sentado a una mesa y rodeado de papeles, inclinado sobre la pantalla de un portátil en el que trabaja en la meticulosa recopilación de dicha obra combinando ésto con la innumerable lista de responsabilidades que conlleva mantener un negocio abierto muchas horas al día, y la pose, la imagen, el fotograma, la instantánea que se puede contemplar es la de un hombre feliz y dedicado, absorto, inmiscuido, aplicado, ilusionado con un proyecto que para estar siendo fraguado desde hace a penas unos pocos días lleva el ritmo y la dirección de la certeza y la credibilidad, del amor a las letras, de la línea recta de un nulle die sine linea en el que él se sumerge organizando, yendo a instituciones y hablando con los clientes que más conocen a su padre, Don Joaquín, pidiendo colaboraciones y ajustando su horario a las pertinentes visitas con las que sacar en claro cuál será el siguiente movimiento para que la edición de esta obra llegue al puerto deseado suponiendo el más firme y merecido homenaje a uno de esos hombres que no tuvieron la culpa de nacer en una época en la que difícilmente podía uno elegir su vocación. En Casa Joaquín encuentra siempre uno la posibilidad de descubrir algo nuevo sobre una estantería o colgado de la pared: un recortado artículo de periódico, una frase escrita con tiza, un libro, una máquina de escribir en el interior de cuyo carrete hay un folio sobre el que se encuentra escrita la bienvenida a los clientes, una Palma de Semana Santa o un verso alusivo al papel que juega el tiempo en nuestras vidas. En breve tendremos la satisfacción de ver culminado el noble proyecto de Javier, podremos disfrutar de un entorno privilegiado durante una tarde en el que el estado de plenitud de quienes allí nos citemos sea comparable a la consagración de un gran artista, porque para alcanzar la gloria en vida no hace falta nada más que tener buenos y bastantes amigos, y Don Joaquín es una de esas personas que se ha ido encargando a lo largo de su octogenaria existencia de, además de trabajar con denuedo y de sacudirle el polvo a los rincones de su alma con la escritura, de cultivar el buen gusto de la amistad, de la tertulia y de la escucha, del civismo de los hombres buenos que suponen ese punto de referencia, esa buena sombra en la que cobijarse y de la que aprender a saber como hacer sonar esa nota tan difícil de tocar que es el silencio. Da gusto ver cómo le van saliendo bien las cosas a un amigo en estos creativos trámites de la edición de la obra de su Primer Hombre.

2 comentarios:

  1. Que bonito detalle el de Javier hacia su padre,ojalá todo salga bien y pueda publicar pronto...Un abrazolibro!!

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