sábado, 11 de enero de 2014

Voces






Voces; se escucha la voz del verdulero tratando de persuadir de las propiedades de sus lechugas a las clientas, la del vendedor de cupones que recuerda a la de esos trovadores medievales que cantaban historias en las esquinas; la voz soliviantada de quienes en una manifestación piden a gritos el apoyo de un pasivo gobierno que cada vez se acerca más a la triste máxima del despotismo ilustrado según la cual todo era para el pueblo pero sin el pueblo; voces por los pasillos de un colegio en el que al trote salen los chavales a la calle o al recreo; voces de silencio y de alegría, de furor y de protesta, de ánimo y de consuelo; se oyen voces somnolientas en la retaguardia de las comisarias, en los despachos de la madrugada, en las emisoras de radio poco frecuentadas; voces acompasadas por la filarmónica de un orgasmo; voces que a veces se resignan al entorno y otras no aceptan nada a cambio y prefieren que las dejen tranquilas con su voz, con su aliento, con su serenata de hilo tendido sobre las cumbres borrascosas de la esperanza, voces que se buscan la vida, que no doblan las rodillas, que soportan y sufren y están dispuestas a morir en el intento. Voces, se escuchan voces dentro de la cabeza del poeta, versos sumergidos en los triángulos equiláteros de la métrica, ideas consumadas que no han aterrizado en el papel, voces que empiezan a sucederse en la ducha, que persiguen a todas partes, que se van cociendo, que van diciendo, que han de ser recordadas y escritas y corregidas y vueltas a leer; voces archivadas que nunca fueron dichas, voces que se salen del tono establecido, que revientan los oídos, que pueblan pesadillas, que le hacen la vida imposible a los inquilinos del cuarto del amor; voces que pasean y se camuflan en los aromas del monólogo interior, que se lo piensan dos veces, que se orientan por la brisa, que conjeturan, especulan, inventan, suponen y se crean una escena sobre la que desenvolver la imaginación; voces descomunales como templos con las que se cimenta el edificio de un guión, voces alternativas y perversas, curiosas, con la sal y la pimienta que aderezan la ensalada de la trama, el limón del desenlace, la magia del final a viva voz. Voces, se escuchan voces.

4 comentarios:

  1. Entre tanto vocerío ¿alguien escucha?
    salu2 escuchosos, Clochard.

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    1. Ese es uno de los problemas, que de tan comunicamos como estamos andamos todos comunicando y no nos escuchamos, o algo parecido debe estar sucediendo.

      Salud.

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  2. Respuestas
    1. A veces si, un poco, aunque siempre hay una voz milagrosa que nos salva del tedio, por fortuna...

      Besos.

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