jueves, 12 de junio de 2014

Apatía endémica




De un tiempo a esta parte noto una cierta apatía, y digo cierta, en la forma de desarrollar el trabajo de quienes se dedican a lo que yo hago. Ser camarero implica acorazarse de paciencia e ir tirando del hilo de la buena voluntad, del tener claro que el desagradecimiento forma parte irremediable de muchos de los malos hábitos cotidianos; y por eso lo comprendo, por eso alcanzo a entender que hay que estar muy bien formado y ser de una pasta especial para soportar el cúmulo de contradicciones a las que uno se ve sometido a diario por parte de los que acaban haciendo posible que se vea cumplimentado el mensual ingreso de la nómina en la cuenta bancaria. Creerse muy bien el papel que uno representa, el de repartidor de felicidad, para no caer en la tentación del pasotismo y de la desgana, del dejarse llevar por los tópicos que le dan a todo un aire de despersonalización que no conduce a nada, tan solo a una lamentable y continúa queja sobre el presente y sobre la realidad que nos ocupa y de la que pretendemos escapar como un pez que prefiere sentirse confundido en medio de un banco de morralla, no es tarea fácil a pesar de aparentemente parecer que lo único que hacemos es llevar platos de un lado a otro, y de vergonzosamente estar casi consensuado que tendríamos que estar tan felices por tratarse la nuestra de una labor que no necesita de la responsabilidad de tener que decidir si se aprieta o no un botón o de si se suben o bajan los impuestos. Pero ahí, como en la mayoría de los oficios, que quede claro, es donde radica el problema: en la falta de consideración, en pensar que el otro no tiene ni idea de la suerte que tiene, en saber ver sólo la dificultad mirándonos el ombligo, en no respetar el esfuerzo que a cada cual le supone lo que hace para que la maquinaria de esta sociedad se levante cada mañana y siga funcionando. Y fruto de esa desgana por la contribución sobre el bien común, fruto de ese esperpento de asimetrías, de esa falta de empatía, tenemos lo que tenemos y los unos contra los otros nos lo tenemos que comer.

5 comentarios:

  1. La verdad es que hay mucha desgana en el ambiente. La gente pasa de todo; es más, no se pasa o no llega. Y lo digo por mí mismo, que me noto cada vez más distante y harto.
    Salu2, Clochard.

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  2. Vaya!, siento que estés un poco desanimado. Algo pasa en el ambiente...

    Saludos

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    1. Se trata de una reflexión, de sensaciones que uno atisba al moverse, al contemplar, al observar como los unos a los otros nos lo vamos poniendo cada vez más difícil; pero bueno, hay que seguir, hay que seguir...!!!

      SALUDOS

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  3. El ambiente, la calor, el no poder trabajar en condiciones, el boicoteo continuo, las diez mil tareas cotidianas, en fin, rachas, como el viento.
    Gracias.
    Salu2.

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    1. Es difícil no perder los nervios o la paciencia habida cuenta de las circunstancias, hay que acorazarse de amor propio, sin duda. Ánimo y mucha fuerza.

      SALUD, Dyhego.

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