jueves, 29 de octubre de 2015

David contra Goliat


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Da gusto ver a unos cuantos hombres sobre el terreno de juego de un estadio de fútbol ampliado con alquiladas gradas supletorias para la ocasión, a un verdadero equipo con sentimiento de pertenencia y honradez y valor suficientes como para plantarle cara a la aparente omnipotencia de otros cuantos, dándolo todo a sabiendas de que es la oportunidad de su vida, de que tal vez no habrá otra, admirados por todos sus vecinos allí reunidos y movidos por lo irrepetible de la cita que el azar les tenía reservada. Es ahí cuando el pobre se siente satisfecho de su condición porque no tiene nada que perder y mucho que demostrar con su ejemplo basado en el esfuerzo, en el innegociable esfuerzo del día a día para el que no cabe discusión. Ayer, en un pueblo de Extremadura llamado Villanueva de la Serena, se jugó un partido que enfrentó a David contra Goliat, al poderoso contra el débil, a la abundancia de recursos contra la autarquía, a un multimillonario presupuesto contra un plan anual que a penas ocupa la cara de un folio más de la mitad del cual puede que llegue a ser el resumen de los gastos de mantenimiento de unas humildes instalaciones. Ver cómo una pequeña ciudad entera se vuelca en la celebración del enfrentamiento histórico entre dos equipos tan distantes entre sí, en todo y por todo, le hace a uno acordarse de Fuenteovejuna, de la unión de los pobres, del tesón y las fuerzas de flaqueza que se sacan del orgullo, de la condición de la clase trabajadora, de la pasión por, en este caso, ser futbolistas de verdad compartiendo dicha dedicación con un trabajo al que acudir a diario y del que realmente mantener a sus familias, como si esos empleados que aparecen desayunando sobre una viga en la famosa foto de la construcción del Building Empire estuvieran hablando de la estrategia diseñada para el partido de esa misma tarde contra los Ángeles Lakers. La mayor seña de identidad de los valores del espíritu es la colaboración y la unión de fuerzas por una causa justa, y todo el mundo tiene derecho a ganar al menos una vez en su vida. Que la inclinación de la balanza sea tan desfavorable a las clases de abajo, a los que corren y corren y no se sabe ya si detrás de algo o en plena huida, es de un hartazgo y de un aburrimiento que colma el vaso de la paciencia. En esta España nuestra en la que, a pesar de ser un país laico, la constitución reconoce la preponderancia de la religión católica, estamos acostumbrados a usar chascarrillos y refranes, frases hechas y proverbios, procedentes de una cultura enfrascada de religión en sus usos ordinarios, y de vez en cuando decimos que Dios aprieta pero no ahoga; lo malo es que eso no sucede con la frecuencia necesaria para que el aire se reparta por igual en todos los pulmones. Ayer Dios apretó pero no ahogó, y dejó vivo a un Goliat que salvó por los pelos su asombrada dignidad de gigante, ante la fuerza consagrada en esperanza que devino tras un empate que supo a apabullante triunfo a todos aquellos que tienen un sitio en el batallón de los nacidos para perder. Da gusto sentirse así.

6 comentarios:

  1. Como no soy futbolero, no vi el partido.... pero pregunté por el resultado. ¡Ojalá hubiese perdido el Barsa!

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    1. A mi también me hubiera gustado; un día es un día y estos chicos se lo merecen.

      salud, Dyhego.

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  2. Bravo por todos "los David" del mundo...!!

    Mil abrazos!!

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    1. Eso es; qué pena que no hubieran tenido un poco más de suerte, la justa para contarselo a sus nietos; bravo por los jugadores del Villanovense.

      Mil abrazos, Amoristad.

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  3. Què serìa de nosotros sin esos pequeños èxitos, nadie ha nacido para perder... y a los Goliat les viene de lujo un buen revolcòn de vez en cuando.

    Reyes. Beso.

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    1. Desde luego que si, no necesitamos mucho más; tanto éxito como tienen algunos paradójicamente nos cerraría las puertas del alma, lo nuestro es ser ricos de otra manera, eso sí ganándole a algún que otro Goliat de vez en cuando.

      Besos, Reyes.

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