miércoles, 21 de octubre de 2015

Mal menor


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Existen tantas razones para escribir procedentes de dantescas y maltrechas situaciones que incumben a cualquier asunto diario, razones nacidas de una noticia que le haya a uno llamado la atención y sobre la que le apetezca dar su particular punto de vista, que se para uno a pensar si servirá de algo o no dedicarse a hacerlo una vez que ya hemos sido saturados con imágenes y comentarios que ponen la piel de gallina, una vez que todo el mundo habla sobre lo sucedido con esa cierta dosis de desdén con la que se habla sobre los hechos dados por sabidos. No hay mañana que no sea recibida en los noticiarios por el desplome general del civismo, por la preponderancia del contrabando humano, por el negocio de las malas entrañas de las armas, por la cobardía de unas cuantas almas insatisfechas que gobiernan el mundo dirigiendo las batallas desde esos despachos en los que se firma la paz haciendo la guerra; no hay día en el que no se encierre un interrogante más, en el que no se líe más la madeja de la confusión, en el que la pura y dura supervivencia de millones de personas no haya dejado de ser su rito de organización ordinaria; no hay momento en el que una noticia atroz no suplante a otra aún más aterradora: inmigración, asaltos, robos, pobreza, devaluaciones, asesinatos en serie, estafas por parte de multinacionales, elecciones fraudulentas, tráfico de blancas y de pólvora encapsulada, sobornos, demagogias de medio pelo trufando la cuestión. Tanto es así que lo peor de todo acaba siendo que nos estamos acostumbrando, quedándonos por otra parte la duda de si habrá otras muchísimas cruciales noticias que no salen a la luz, que no se cuentan, que no interesa que sean tema de debate. llego por tanto a la conclusión de que basar los noticiarios en supinas calamidades puede llegar a ser una de las formas elegidas para desviar la atención, porque hay tanto malo donde elegir que con algo habrá que quedarse, digo yo, y una vez que no hay sitio para todo hay que sopesar y quedarse, tal vez, ojo, con lo menos malo; pero nunca se sabe ni se sabrá. Que el tiempo dedicado en los medios de comunicación a los deportes sea de una desproporción tan evidente roza con los dictámenes impuestos por una religión fundamentalista; arropar el consuelo del pueblo en el fútbol, y en la desmesurada desigualdad que de por sí representa dicho negocio, es una firma prueba de hasta qué punto está mermada la capacidad de reacción de la gente, lo bien planeada que está la ingesta del opio que adormece las conciencias, lo maquiavélicamente estructurado del asunto del entretenimiento, de la cosa. Siempre escribe uno sobre lo mismo, siempre escribe uno como propulsado por la tentación de decir algo importante, pero al final se da cuenta de que todo esto va sabiendo ya a comida recalentada, como ese tipo de males menores que se han convertido en los ingredientes principales del guiso de la rutina, de nuestra desinformada rutina en esta sociedad de la transparencia, de una transparencia que lo tapa todo. 

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Aunque de alguna que otra cosa vamos ya estando un poco aburridos.

      salud, Dyhego.

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  2. Casi todas mis mañanas laborales tomo el café en un bar cerquita del trabajo (por proximidad) donde aún conservan iconos del Caudillo,casi como un altar y oigo comentar las noticias por personas que a mi parecer son bastante extremistas en cuanto a sus comentarios.Todavía se oye: paredón,fusilar,patriotismo y cosas así.Si solo tomase ese café seguramente condicionaría mi pensamiento pero,me gusta la diversidad y beber en varias fuentes,para así, decidir cual tiene el agua más pura y cristalina.

    Un abrazo cantabro...!!

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    1. Hay muchas veces en las que se aprende a cómo no hacer las cosas, desde luego.

      Mil abrazos, Amoristad.

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  3. Què decir, si las tus dos últimas frases lo resumen todo. Asì es y nos conformamos, nos falta conciencia de grupo.

    Un beso. Reyes.

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    1. Existen demasiados impedimentos para que crezca la semilla de esa conciencia de grupo a la que te refieres, con lo deseable que es y lo provechosa que nos resultaría.

      Besos, Reyes.

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