domingo, 11 de marzo de 2018

Diario de Marzo LXXII


Resultado de imagen de realidad


Cada vez que despego la mirada del libro me apetecería estar contemplando el paisaje urbano de La Ciudad desde la ventana de un bar. Gracias a Ti he vuelto a recuperar la cajita en la que desde hace tres años llevo tabaco; esa cajita nunca se pierde. Hay un joven en el Barrio que ha ido degenerando a la velocidad de la luz de este presente machacón y maloliente; la primera vez que me fijé en su comportamiento fue mientras comían su padre y él en uno de los bares de La Alameda hace ahora cuatro años; discutían sin orden ni concierto, mezclando diferentes argumentos queriendo por encima de todo llevar ambos la razón, subiendo el tono de voz más de lo habitual estando sentados el uno junto al otro compartiendo el almuerzo. Hoy, difunto el padre, el joven es la defenestración en estado puro, la sordidez y la dejadez y la depresión y el túnel de la bruja y la boca del lobo todo ello junto; admiro la fuerza que lo mantiene vivo y la forma en la que va hablando solo por la calle, pidiendo un cigarrillo o una calada a quienes acaban negándoselo estando ellos con uno encendido entre los dedos, o entre los labios, que es cuando la negativa más indigna a los Clochards. Es espeluznante, no puede dejar uno de sentirse juez y parte. El placer de deslizar la punta de mi bolígrafo Milán de tinta negra sobre el objetivo de una de mis cámaras de fotos es uno de los privilegios de la libertad ostentada por la soberanía personal de poder hacerlo donde a uno más o menos le plazca y pueda. Desde el mostrador del Bar de La Plaza contemplo la salida de rebosantes platos de pescado frito con patatas y pimientos y rodajas de tomate y sobresalientes montones de lechuga que van a parar a mesas rodeadas de seres humanos imantados por el influjo de la creencia en el Misterio, representando el  colmo de la suntuosidad para los que optan por comer a buen precio en día festivo, para los que saben cómo saciar su apetito en hora y media o en diez minutos, en una de las mesas de La Plaza, en el corazón mismo de La Ciudad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario