domingo, 24 de junio de 2012

En estos días nublados.





Hablamos sin cesar, no paramos de contar historias, chistes, chascarrillos y proverbios, refranes, aventuras de la infancia o de la mili, anécdotas en las que siempre sucede algo divertido o cargado de gore humor negro y malvado. También contamos muchas tonterías, insensateces y gazmoñerias con las que nos entretenemos como si matar el tiempo de esa forma fuera cuestión de buen gusto, con lo que se cotiza un rato de tranquilidad, a lo que hemos llegado, esperando a ver quién es el que se rie primero y quién es el que se encarga de saltar en segundo lugar para decir algo más incoherente y descabellado. Ni nos paramos a pensar en la suerte que tenemos de tener un instrumento diatónico en la garganta llamado voz, el más difícil de tocar, dicho sea de paso, y con el que continuamente desafinamos despiadadamente. Eso forma parte del bar y de la esquina, de la cola del supermercado y de la leve parada en la acera. No lo podemos evitar, reventaríamos si nos callásemos. A veces me pongo en el pellejo de un sordomudo y al imaginarme ese mundo en el que las imágenes no se acompañan de sonidos me lo imagino como de fondo del mar y me pregunto de qué constante pensamiento se acompañaran esas personas que han de recurrir a cada instante a los gestos para comunicarse, en qué forma de desesperación caerán cada vez que no son entendidos, cómo se imaginarán que suena el sonido de la música, a dónde se les irá la cabeza cada vez que ven gente bailando, o si por soñar soñarán durante una madrugada salida de la magia que escuchan el latir metálico de una trompeta y un saxo tocados por ellos mismos.

Recuerdo a un mudo de mi niñez, un fervoroso aficionado al fútbol, un niño de la guerra al que todos conocían por el mudo, ni siquiera por su nombre, del que todos se reían cada vez que expresaba sus ansias por animar a su equipo o su disconformidad con las decisiones arbitrales. Recuerdo a otro mudo barrendero de escasos recursos al que por su imposibilidad se le había relegado al pelotón de los inútiles y la infancia le fue sembrada de ignorancia. Recuerdo a una muda adolescente que veraneaba en mi pueblo cuyas manos eran la talla perfecta cada vez que acariciaba una figura en su anhelo de tocar y a la que también, a pesar de haber sido casi ayer, se le negó la educación especial sin ni siquiera reparar en el desarrollo de su alma silenciosa con cara de ángel. Todos ellos me transmitían una particular sensación de respeto y admiración, me parecían superdotados de la adaptación a un mundo lleno de gente lista y cachonda que fanfarronea siendo casi analfabeta; gente a la que le cuesta llevar a cabo la ordenación del sujeto, el verbo y el predicado y a la que hay que consentirle que sea tan imbécil. Y es que el patio está lleno de ilustrados del atraco a mano armada contra la empatía, que en contra del común significado que le otorgamos generalmente viene a querer decir ponerse en la piel del otro.

En estos días nublados y siniestros pienso en la paz interior de todos aquellos que no oyen ni escuchan los mensajes del vandalismo intelectual, ni las mentiras de los cicerones de turno, ni las aberraciones con faltas de ortografía hasta en el hablar de un pueblo sembrado de odio y miseria publicitaria. En estos días nublados me siento en el sofá y me pongo a escuchar la voz del silencio que es la única en la que me encuentro con la verdad.

6 comentarios:

  1. COMO ME HA GUSTADO!!! Y MAS QUE HAYAS EMPEZADO A ESCRIBIR DE NUEVO. A VER SI NOS PONEMOS EN CONTACTO SO PERRO!!!! ME TIENES ABANDONA, BESOS

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    1. Ponerme a escribir es encontrar una razón para seguir viviendo con cierto sosiego y desahogo. Es la tabla de salvación.

      Salud y besos

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  2. Pues bendito seas, que a solas consigues ese silencio.

    Saludos.

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  3. El silencio es la nota más difícil de tocar, sobre todo cuando se trata de encontrar en él algo de verdad, y requiere de una soledad muy bien acompañada de la que uno sale beneficiado.

    Salud.

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  4. Querido Clochard:
    El silencio es la más difícil de las notas y el saber escuchar es la melodía de las personas con sensibilidad.Un abrazo fuerte!!

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  5. Más acertada no puede ser la afirmación. Completamente de acuerdo.

    Mil besos

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