miércoles, 21 de marzo de 2012

La calle San fernando.





La calle San Fernando de Sevilla, otrora vaivén de taxis y autobuses entre el prado de San Sebastián y la Puerta de Jerez, aparece hoy como un sosegado segmento de ciudad que ha sabido guardarse lo mejor de su anterior aspecto de avenida. Las terrazas, en las que las jarras de cerveza y los montaditos se encuentran arropados por el murmullo de las conversaciones de jovenes alumnos de la universidad, pueblan la atmósfera de la sonoridad de lo humano y dan fe de que, en esta ciudad, convivir en la calle es una más de las señas de identidad por las que el visitante o el esporádico hijo adoptado se dejan llevar dándole de paso la razón a aquellos que afirman que un poco de sol aporta una especial fuente de vitaminas.

Entre sorbo y sorbo pasa el tranvía que, como diría Gómez de la Serna, acaba de aprovechar la curva de la Avenida de la Constitución para expresarle su queja a la empresa mediante un chirrido, y siendo sorteado por algún que otro ciclista transcurre su viaje, silencioso ya en la recta en la que pavonea de morro emitiendo leves campanadas con las que llamar la atención, y le da un aire de civilización al ambiente que hubiera sido impensable cuando los frenazos de una Vespino al mando de un mensajero se apuraban por no llegar tarde al hotel Alfonso XIII, cuando esta zona era un hervidero de caucho y carburante con el que la fachada de la catedral aparecía cada vez más ennegrecida.

Lo que ahora se palpa es una desbordante alegría de carpetas y mochilas, de intercambio de apuntes y pletórica juventud gozando del privilegio de encontrar las aulas de su facultad aquí mismo, en esta irresistible tentación de primavera llamada paseo a sol y sombra. La vitalidad con la que estos jóvenes perfuman estas calles debe ser la recompensa con la que el tiempo ha querido premiar la belleza de estos lares a los que parece haberles sentado muy bien la terapia contra el cáncer de pulmón sufrido durante décadas. No hay nada mejor que vestirse de estudiante y dejarse purificar por el intento de, al menos por un rato, pensar que la vida es un sueño del que uno no quisiera licenciarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario