sábado, 31 de marzo de 2012

Basura.








Puestos a calcular nos asustaríamos si supiésemos la cantidad de comida que acaba en el cubo de la basura. Y no hablo de mondas de naranja ni de cáscaras de gambas; no me refiero a las espinas del pescado ni al despojo de una chuleta. No estoy hablando de vainas de guisantes ni de mocos de pavo, ni de conchas de almejas, ni de huesos de aceituna. Me refiero a alimentos, algunos de ellos sin tocar, que ni siquiera llegan a la boca de nadie, que se arrojan directamente a un mugriento bidón porque supuestamente ya no valen, porque su fecha de caducidad era tan efímera que no llegó al primer asalto por culpa de unas motas, como los no sé cuantos miles o millones de manzanas con las que se hizo lo propio, sin ir más lejos a lo largo del año pasado, en Alemania, sin contar los pepinos; así, sin miramientos, con la osadía propia de la analfabeta y bochornosa ostentación de occidente cada vez que se mira en el espejo del imperio yanqui haciendo zapping y asimilando costumbres que nos ponen donde estamos. Y mientras tanto, no creo que haga falta contarles milongas, a buen entendedor con media palabra basta.Y en los restaurantes ídem de lo mismo. Desde la cantidad de producto que por h o por b no ha sido dado por bueno de cara a la galería, y después ha sido utilizado para fines internos como la comida del personal, gracias al cual muchas veces sale estupenda, porque gozando de la suficiente salud para que lleven a cabo sus funciones nutritivas no es cuestión de darle la espalda, ha sido tratado como uno más de los residuos, como pura y dura morralla no merecedora de ser exhibida y sí de ser puesta en un depósito, todo junto, bulto sobre bulto, como un montón de escombros; que para eso también estamos preparados, poco comprometidos y nada solidarios.

 Con bárbara facilidad nos deshacemos de lo que hace que rebose la nevera para darle paso a algo más de moda y recién comprado, algo apetecible por la pinta de su etiqueta y por el seguimiento de un absurdo anuncio en el que se vende una nueva tendencia; otra más de las maneras de obtener la juventud eterna, como si un paquete con un elaborado a base de soja fuese el elixir que por fin han encontrado los alquimistas de la nutrición; otro artículo con el que ponerle definitivo freno a los temores de las arrugas sacudiéndonos el bolsillo a base de bien, quedando convencidos y a la espera de un efecto placebo que resucite nuestra decadencia.
En cuanto a los recipientes y embalajes en sí, no hay nada más que echar una ojeada a cualquiera de los contenedores de las inmediaciones de un restaurante: decenas de serigrafiadas bolsas para las que no se encontró una alternativa, cajas de plástico o cartón con manchados nombres de grasa procedentes de fruterías, carnicerías o pescaderías que también tendrán lo suyo allá donde se encuentren; masacrados cartones a base de pisotones construyendo le deformidad de una torre que al menos no apesta, amasijos de plásticos que parecen un desguace, vidrios mezclados con otro tipo de envases a pesar de las no !@#$%^&* recomendaciones y lo que sigue.
No hace mucho escuché que una planta de reciclaje no daba abasto a consecuencia del excedente acumulado; esa es otra. Puede que dentro de poco no haya sitio para nosotros, que no quepamos. Tal vez entonces nos de por pensar en lo que es realmente útil.

4 comentarios:

  1. Querido Clochard,cuanta razón tienes,vamos a ser engullidos por nuestro propio consumismo.Creo que esta nueva generación,me refiero a los niños de ahora,están más concienciados y,lo bueno de esta crisis que nos está tocando vivir,será que los mayores también tomaremos más conciencia.Hay mucha más "BASURA PSICOLÓGICA" con la que nos bombardean en los telediarios para llenar esos contenedores.Al lado del de cristal tendrían que poner un contenedor negro para echar las incongruencias e injusticias de este mundo,para luego reciclarlas y convertirlas en bonitas y sinceras palabras como las tuyas.Un abrazo.

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  2. Querida Amoristad:

    Genial la idea del contenedor para las incongruencias. Lo que no sé es de qué tamaño tendría que ser...muy buena idea, si señora. Y lo que tengo claro es que nos tienen comprados de los pies a la cabeza, y lo seguirán haciendo hasta que no quede sitio para nadie.

    Mil besos.

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    1. Sobre los alimentos, este mes en la revista QUO, aparece un reportaje. Sabías que en nuestro país se tiran a la basura unos 160 kg de alimentos por año y person a la a basura?
      un tercio de lo que se produce acaba en la basura!!! Con lo que conlleva: agua, transporte...
      Brillamos por nuestra poca conciencia ecológica.

      Besotes

      Pd: you have got an email ;)

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  3. Todo va demasiado deprisa, el ritmo de la religión del consumo es arrollador, y los profetas de las leyes del mercado no escatiman en engaños y falsas patrañas; todo ello ciega las consciencias. Si vieses como rebosan de alimentos levemente tocados los cubos de basura de algunos restaurantes, en ocasiones. Solo nos queda aportar nuestro granito de arena. juanctgracia@hotmail.com

    besos.

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