miércoles, 20 de junio de 2012

Con pecado concebido.





No hay nada que me guste más que no hacer nada. Sobre todo no hacer ni el huevo, no darle palo al aire, no rascar bola, tocarme las pelotas. A lo mejor necesito una visita al doctor para que me ponga las pilas, pero siento desde hace un tiempo un profundo sentimiento de culpabilidad por todo lo que concierne al trabajo; y no hay quien me lo quite de encima. Es como una piedra que me pesa mucho y ya lo está haciendo más de la cuenta. Una carga con la que el día a día se convierte en una sucesión de movimientos parecidos a los del vals de los ahorcados. En definitiva una pesadilla de la que tendré que salir de una vez por todas. Trabajar, no encuentro palabra más fea, vocablo más perverso, tres sílabas juntas menos acertadas. Trabajar, claro, no sé qué bajar...  debe ser  que con eso no se va para arriba, al menos de la manera que nos han enseñado a enfocarlo.

Hace unos meses asistí en Santander a la presentación de la última obra de Isaac Rosa "La mano invisible", y del montón de comentarios lúcidos con el que nos regó el cerebro a los allí presentes me quedo con aquel que venía a decir que el trabajo nos vuelve malos. Completamente de acuerdo: ratas, caníbales, rapaces, serpientes, pirañas, trozos de carne con ojos obcecados en meter la cabeza por un agujero de diminutas dimensiones. Tiene cojones, a lo que hemos llegado. Con lo bonito que seria dedicarse, y horas las que me echen, nunca me he quejado. Pero tal como se encuentra el patio de lo que dan ganas es de no parar de pretender a toda costa la libertad de no tener que verle la cara al jefe, al gilipollas de turno que aspira a dárselas de listo descubriendo los fallos para hacerse notar. Ave María purísima, con pecado concebida.

Y tan malos y malvados nos vuelve el trabajo que es palpable el sentimiento que se muestran los compañeros de los equipos de trabajo, los unos a los otros, cada vez que alguien mete la pata hasta la ingle y un profundo alivio de venganza brota en las mejillas a las que se les comienza a sonrosar la tez. El morbo es el alimento de las perdidas almas pobres de los aires contemporáneos. El sistema de producción nos está conduciendo hacia el averno encontrado en el asfalto y la inutilidad de la imaginación por el exceso de máquinas que nos están atrofiando las articulaciones. Menuda mierda.

6 comentarios:

  1. Querido Clochard:
    yo le cambiaba la etiqueta a la entrada por la de "derecho al pataleo"...seguro que con toda la razón del mundo.Creo que el trabajo es un medio,una herramienta y no,una finalidad.!!Saca tarjeta roja¡¡Un abrazo!!

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    1. Querida Amoristad:

      Lo que pasa es que se queda corta la tarjeta roja para el cúmulo de indecencias y atropellos que se cometen a nivel laboral.

      Un abrazo

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  2. Pues vaya...Yo que creía que los nuevos aires te iban a sentar bien.
    No se si te vale pero te abrazo fuerte.
    (Hay quién todavía te echa de menos por el balón-Johny)

    Besos y mar, para ti que lo tienes al lado.

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  3. Aquí andamos luchando contra el sinsentido de tener que estar pagando los traumas de los que se piensan que la vida es un valle de lágrimas y no cesan de desprender energía negativa y falsas morales.

    Mil besos.

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  4. OYE AMIGO... ES QUE CADA DIA TE ENTIENDO MAS SABES? LO QUE ESCRIBES ME REFIERO, Y ME ALEGRO MUCHISIMO DE NO TENER QUE LEERLO 3 VECES. AHHH SI NO ESTAS AGUSTO ALLI VENTE PA SEVILLA YA QUE TE BUSCO UN HOTELAZO PA QUE SEAS EL MEJOR METRE O JEFE DE MESA, COMO TU LO LLAMES JAJJJAAJ.UN BESO Y SUERTE.

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    1. Me alegro de que se me entienda. En cualquier caso las relecturas suelen ser muy fructíferas. Lo seguiremos intentando.

      Salud y besos.

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