jueves, 28 de marzo de 2013

El movimiento de la tierra.






Sirvan estos versos de Jorge Luis Borges, adaptados para la ocasión, para darle la bienvenida a un  nuevo año en la existencia de una de esas personas que hacen vivible la vida y le aportan al mundo un poco de la infrecuente paz de la que tan necesitado se encuentra. Forma parte de la recompensa del camino, de las idas y venidas, de los rincones por los que vamos transitando, en este planeta tan grande y tan pequeño, dar con semejantes que transmitan la serenidad y la empatía necesarias para darse cuenta de que mucho de cuanto nos rodea es bello. Con estos seres se aprende a comprender y a ser paciente, a no enfadarse más de la cuenta y a soportar las calumnias sin darse por vencido en la presunción de los fracasos; en definitiva con estas personas, que se dan así mismas muy poca importancia e ignoran la repercusión que sobre la estabilidad de los astros tienen sus esfuerzos y mínimos quehaceres, como las de Borges, se construyen los cimientos de la inercia positiva sobre la que se sostiene la mezclada realidad que nos atrapa y se abre una senda para que sobre ella andemos cada vez que nos veamos atosigados por los malos pensamientos. Suelen pasar desapercibidos todos cuantos ostentan esa capacidad sin el efecto de la cual el resto seríamos un desastre; sin ese equilibrio haría miles de años que la tierra hubiera desistido de continuar girando. Por eso creo que estos versos definen muy bien la postura de la sencilla y precisa aparición de quien contribuye de sobresaliente manera, supliendo las deficiencias de cuantos carecen de ímpetu para intentarlo, a que el tiempo pase con la naturalidad deseada en los relojes de lo bueno y lo sensato, de lo que tiene sabor a camaradería y auténtica amistad.    

Una mujer que cultiva su jardín, como quería Voltarire.
La que agradece que en la tierra haya música.
La que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del sur juegan un silencioso ajedrez.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los terceros finales de cierto canto.
La que acaricia a un animal dormido.
La que justifica o quiere justificar el mal que le han hecho.
La que agradece que en la tierra haya Stevenson.
La que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

J.L. Borges, Los justos.

FELICIDADES, AMORISTAD.

4 comentarios:

  1. Querido Clochard,que puedo decir cuando alguien que mira al mundo de esa manera tan especial como lo haces tú,ve en mi, todas esas cualidades...Me siento muy halagada y emocionada de que me incluyas en ese grupo y de que te hayas acordado de mi cumpleaños con tan bella adaptación de un poema de Borges.Me he sentido como en una tarde de invierno cuando alguien que te quiere,te tapa con una manta y te abraza para darte calor.GRACIAS EX CORDE...
    Un abrazo infinito!!

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    1. Sabía yo que te iba a gustar esa mantita de versos del gran Borges. Me alegro y lo celebro. Felicidades.

      Mil abrazos.

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