viernes, 22 de marzo de 2013

Primer año.





Siempre he sido muy distraido, realmente poco atento, para recordar las fechas de las conmemoraciones más célebres o las de los aniversarios de mis allegados. Nunca he dejado de permanecer constantemente en las nubes. Este auténtico desastre de mi memoria, nada selectiva para saber cuándo he de felicitar a quienes se encuentran en el interior de mi círculo más íntimo, imaginaros con el resto, me ha llevado a dar frecuentemente una enhorabuena con algunos días de retraso, casi siempre, o directamente no felicitar por puro y duro ejercicio del olvido y el descuido. En cambio me sorprende la facilidad con la que a mi retentiva se adapta un repertorio de doscientas referencias de vino, o de treinta diferentes quesos, o hasta la pericia con la que llevo a cabo algún que otro movimiento de mi profesión, que tenga que ver con la memoria sin ser precisamente la buena salud de ésta un rasgo que me caracterice, a la vez que soy completamente incapaz de hacer con relativa facilidad algo que supuestamente es bastante más sencillo, como pueda ser recordar una lista que no supere en tres o cuatro los artículos de una compra para el hogar o mi adaptación a las nuevas tecnologías que a penas plantean complicaciones sino más bien al contrario.
Recurrir a reglas nemotécnicas es un recurso que ayuda a mejorar la relación con aquellas cuestiones que nos pueden facilitar dar sucesivos pasos en pos de mejorar nuestra organización laboral con la aparente comodidad con la que se hacen los recados cotidianos. La explicación de mi constante atolondramiento y el subsiguiente rescate en el que me veo inmerso mediante artesanales técnicas que me orienten un poco, como recurrir a apuntar más de una cosa de lo más trivial para que no se me olvide, debe estar en el desapego a todo cuanto me rodea, en las ganas de no sentirme atado a nada y en el gusto por saborear el aire sin rendirle cuentas a nadie, o en la onírica ansiada esperanza de que llegue el día en el que trabajando sólo, sin necesidad de fingir una sonrisa, me resguarde lo suficiente de este mundo de publicidad y propaganda populista en el que me veo inmerso sin el más mínimo afán de estarlo, reconciliándome así con las partes de éste con las que no estoy de acuerdo: haciendo lo que uno sueña saber hacer algún día con la debida libertad y disfrutar en los ratos libres de lo que sucede, o aparentemente ocurre, sin darle más importancia que la que se merezca el escrutinio de la observación y el aprendizaje para después plasmar sobre un papel todo eso tras lo que se esconde algún rasgo de esencia que sea capaz de darle vida a las apariencias, sintiendo el crecimiento con el que valerme para afrontar la sucesión del tiempo de una manera tranquila y consciente de la importancia de llegar lo más lejos en el camino con la sensación de que ha merecido la pena el trayecto.

He empezado a escribir sobre esto pensando en que quería recordarme a mi mismo que ahora hace poco más de un año que comencé mi andadura en este blog, después de que la continua voz del ánimo por parte de mi querida Blimunda, hermana del alma, no cesase de insistir, a lo largo de un par de años, para que me pusiera manos a la obra con mis ripios con el fin de saciar una inquietud con el consiguiente beneficio que reportan las ideas sanas, como es el caso del acto de escribir. Después de esta temporada que abarca los últimos doce meses la sensación es de gratitud y de disponer de una especie de tabla de salvación en esta pantalla. Desde la primera entrada, Mutis y alarido, escrita tras uno de mis ordinarios paseos por las calles de Sevilla, como cada vez que pongo un pie en ella para dejarme llevar por el encanto de cuanto allí se mueve, en la que vi a unas personas protestando por la abolición de una serie de derechos de los que no querían verse despojados, protesta de la que yo me valí para comenzar con un mensaje general de desaliento y esperanza, hasta el día de hoy, han pasado por aquí personajes de la calle y de las bibliotecas en las que suelo refugiarme del frío humano, rincones del sur, gestos, barbaridades y sospechas, encuentros con lo que nos espera detrás de las esquinas, algún que otro humilde intento de poesía, trozos de un autorretrato, pensamientos que si no suelto pueden hacerme daño y la sensación de que esto es lo más parecido a una terapia para no dejar que el viento se lleve muchas de las cavilaciones que me acucian mientras me ducho o friego los platos o miro por una ventana preguntándome por qué son así las cosas y no de otra manera.

Tras un año, en el que ha pasado un poco de todo y he cambiado cuatro veces de apartamento, tengo todavía más ganas que al principio de continuar escribiendo, sintiéndome rejuvenecido y con la tentadora intuición de no decir ninguna tontería si afirmo que me siento mejor persona, que escribir debería formar parte de las recomendaciones más al uso de los psicólogos y psiquiatras para combatir los males de la mente en lugar de despachar de un plumazo a los pacientes garabateando una hoja de recetas con la que adquirir determinados fármacos a la primera de cambio. Quiero agradeceros vuestro esfuerzo e interés, a todos y particularmente a Blimunda, Amoristad y Dyhego, que dejáis un trozo de vuestra generosidad cada vez que pasáis por estos Peces de hielo en los que se barrunta a cerca de lo que se cuece en mi interior, con el deseo de que no decaiga el ánimo y que la realidad sea tan proclive a la inspiración como mis fuerzas para continuar entusiasmado en teclear y corregir hasta quedar medianamente satisfecho con el resultado y que me sigáis dando vuestra opinión tan agudamente como acostumbráis hacerlo. Así mismo lanzo desde aquí el impulso que mis fuerzas me permiten para desearos que vuestros blogs continúen gozando de tan buena salud, creatividad y originalidad poética, y que vuestra dedicación a los mismos sirva para que os sintáis cada día mejor contribuyendo con ello a que se extienda el efecto dominó de la benevolencia, todo lo cual me alegra y celebro como este primer año en el que he empezado a aprender a escribir.
MUCHAS GRACIAS A TODOS, EX CORDE.

4 comentarios:

  1. Clochard:
    Gracias.
    Felicidades.
    ¡Y que cuuuuuuuuuuplas muuuuuuuuuuchos máaaaaaaaaaaas!
    Salu2.

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    1. Dyhego:

      Gracias a vosotros y que nos continuemos viendo por aquí durante mucho tiempo, es un placer.

      Salud.

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  2. Querido Clochard,Desde que comenzaste a escribir en este blog:me has emocionado,me has hecho reir,me has sorprendido,incluso me he enfadado,pero,nunca has pasado indiferente.Te deseo que sigas con salud y con ganas de seguir escribiendo.Gracias a ti por compartir tú trozo de vida,por dedicarme una entrada(que fue un honor y una muy grata sorpresa)y por enriquecer nuestras vidas con tú peculiar forma de ver el mundo...UN ABRAZO EX CORDE!!

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    1. Gracias a tí por estar ahí. Espero no aburrir demasiado en este segundo año, y espero también que la vida nos depare temas interesantes y constructivos que poder representar en esta pantalla. Gracias.

      Mil abrazos.

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