viernes, 13 de octubre de 2017

Cumplir años

 

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Cumplir años es una dedicación
ordinaria a la que nos sometemos
queriéndolo y sin querer,
viéndonos pasar y suceder,
viéndonos en el reflejo de los gestos
que se han hecho tan nuestros
como nada de lo que nos pertenece.

Amen de la inexorable cualidad
del paso del tiempo todo fluye
sin detenernos en la contundencia
de lo minúsculo llamándolo superfluo;
es decir que le restamos trascendencia
pero no dejamos de tenerlo en cuenta
arrinconando ese material en un desván
al que acudir cuando la recapitulación
quiera pasarnos a limpio su diario.
Lo más duro es enfrentarse al final
de la primavera que uno creía eterna,
como si tener veinticinco fuese
tan fácil por el mero hecho
de que se le hubiese ocurrido
a Oscar Wilde, a Peter Pan,
a Robin Hood, a Dorian Gray.

Hacerse el sueco a sabiendas de que
lo más probable es que salgan al paso
las secuelas de la memoria que
nunca se desprende del olvido
es hacer de tripas corazón,
ingeniárselas para reconciliarse
con uno mismo y con el mundo,
porque al fin y al cabo
aquí estamos vivos y coleando,
sorteando las curvas y los relojes,
los apuntes de la pubertad,
los juegos de la infancia,
las maletas de los traslados,
los diccionarios del pecado,
las fronteras de las revoluciones,
el idealismo de la caverna,
el paisaje de la escuela,
los porros de la Universidad,
las madrugadas rompeolas,
las fragancias que nos impulsan
al precipicio no sin
pensárnoslo dos veces,
el recuerdo que miente
más que un epitafio.

Cumplir años es lo que viene a ser
el ritmo cotidiano y sonámbulo
de una rutina más bien peligrosa
a no ser que se disponga de
un chaleco salvavidas
y de otro antibalas,
y de una de esas barras por las que
descienden los bomberos
tras haberse jugado el pellejo.
Hay quien tiene vocación de joven
y hay quien prefiere llegar a viejo
antes de lo prescrito
por los prospectos de la costumbre;
hay quien se asoma al balcón
para contemplar el paisaje urbano
y hay quien no sale de casa;
hay quien desmiente lo que fue
mientras otros se inventan su pasado
y su presente y su futuro;
cumplir años no tiene la menor importancia
si en cada día cabe una vida entera.



4 comentarios:

  1. Ni si,ni no,ni todo lo contrario...Y que bello es llegar a la pubertad después de pasar por la niñez y conquistar un corazón maduro antes de abrazar la vejez y llegar a la cumbre para contemplar el más bello amanecer sientiendose libre...Y a lo mejor, reencarnarse en un aguila pescadora o en un condor o en pintor y sentir como la energía vuelve a ti y vuelta a empezar...
    Feliz nuevo año de vida y que el Sol dore tu piel dura n te muchísimos años más...
    Mil...!!

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    1. Muchas gracias, Amoristad, Me complace saber que desde Cantabría llueven tan buenos sentimientos en mi honor. Es un privilegio tener amistades tan lejos y tan cerca.

      Mil abrazos

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  2. Clochard:
    cumplir años es estar vivo, lo que todos deseamos, pero el camino a la vejez es angustioso. Notas que tus ilusiones siguen ahí, y también tu espíritu, tu jovialidad, tus intereses, tus proyectos, pero, ay, ay, ay, notas también que el cuerpo ya no responde como antes y ese desfase entre la "edad mental" y la "física" es deprimente.
    Salu2.

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    1. Para todo eso que dices hay que estar preparado; de hecho creo que uno de los trabajos personales de la existencia es el de prepararse para todo ello, para todo lo que tarde o temnprano llega; mientras tanto hay que seguir en la brecha con los cinco sentidos alerta.

      Salud, Dyhego

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