lunes, 30 de octubre de 2017

Diario de Octubre X


Resultado de imagen de escribir a mano

La realidad tiene sus desvaríos y sus entuertos, sus focos de felicidad y sus edenes, sus pisos en el séptimo cielo, sus huertos de la sabiduría y sus carreteras en dirección a la rutina; sus  mínimos y máximos,  sus sueltos y ligeros, acelerados, indecisos, aterrados, contentos con lo que tienen, otra cosa es el idealismo; por eso nos asombramos tanto de lo que/nos acontece, o no; en ese asombro hay algo de interés/sana tendencia por cuestionarse uno las cosas. Estamos programados, y dentro de esos márgenes habrá quien se las apañe para salir desapercibido en su plan último, en la ilusión de su vida, en su austero y humilde proyecto de humanidad. Cada cual a su bola y yo en el país de las Musarañas. Los jardines no echan de menos el invierno, se conforman con este pausado otoño constantemente trufado de verano. Las islas de la soledad son refugios contra los terremotos terminales de la múltiple y absurda sobre/supra conexión con el eufemismo que viene a decirnos día a día como quien nos dice buenas tardes. Hoy nos es hoy en este diario; hoy es mañana, es ayer, fue anoche, volverá a serlo y así sucesivamente en esta coartada de la letra escrita. Escribir nos aumenta la visión pero nos aisla de un margen comunitario, porque todo no se puede tener; leo que Saul Bellow era un tipo huraño y egocéntrico, ensimismado en su trabajo como si nada existiera fuera de él. Se acaba el mes, vuelan los días a ras de suelo, quedan difuminadas las semanas en las nubes de este otoño tardío y efímero como la fragancia de una rosa que sobrevolase el pensamiento, la memoria, el órgano del olfato. Ahora me ha dado por escribir a mano, excepto las entradas de este blog. Nunca antes había sentido la necesidad del dibujo de las letras con tanta intensidad; me divierte y me enfrenta a mi mismo en ese juego de no parar hasta encontrar la idea. Escribir a mano implica un acto de soledad con muchas más posibilidades de ser acompañada por el paisaje de cualquier lugar en el que uno decida parar a desparramar unas cuantas palabras sobre el cuaderno de viaje de La Ciudad. Hay en estos días un aroma impreso en mi mente; tu aroma.

2 comentarios:

  1. Escribir a mano requiere tiempo, lo que permite más reflexión y, por consiguiente, la mejor elección de palabras. El resultado es más íntimo y queda la satisfacción del trabajo manual.
    Salu2, Clochard.

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    1. Escribiendo a mano es primordial dejarse llevar hasta que las ideas aparezcan, independientemente del mometo en el que ello suceda; después habrá que ordenarlas. Escribir a mano es un placer por la sencilla razón del trazado del dibujo de las palabras.

      Salud, Dyhego

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