sábado, 24 de marzo de 2012

Diario de un camarero.





Martes: Lo de todos los martes. Lázaro, levántate y anda. Ha costado arrancar, todavía me acompaña la resaca del domingo. Veremos a ver como viene la semana. La primitiva ni la he mirado, siempre se me olvida, lo mismo hasta soy rico y ni lo sé, al fin y al cabo y después de todo aún me excita mi oficio. Estaría bien ponerle a mi vida un poco del orden que tengo en el trabajo. Me niego a ir al psicólogo, no me fio del negocio, creo que seré capaz de hacerlo yo solo. Por algo dicen que somos muy buenos ojeadores, que calamos a la primera. No les falta razón a quienes lo afirman pero con frecuencia nos olvidamos de mirar dentro de nosotros mismos.

Miércoles: Lo nuestro es la monda. Esto no hay quien lo entienda; no esperábamos nada y se llenó hasta la bandera. Parecía que se habían puesto todos de acuerdo para venir a la misma hora. He vuelto a dejar de fumar un par de veces; pero quién no se pone un cigarrillo en la boca después de lo que nos ha caído, o una copita. Esto ya no es lo que era. Antes los del gremio trasnochábamos más, no parábamos, igual daba un martes que un viernes, y ahora que vamos camino de ser viejos rockeros siempre hay una excusa para no poder juntar a la mitad de la banda. A este paso acabaremos siendo dinosaurios.

Jueves: He echado cuentas y llevo en esto más de la mitad de mi vida. A veces pienso a qué me podría dedicar si tuviera que hacer otra cosa y lo primero que se me viene a la cabeza es un circo, o un teatro. Me suenan todas las caras y todos los nombres, todos los gestos. En los años de profesión he aprendido tanto sobre quinésica que a veces tengo la sensación de hablar con los clientes sin mediar palabra. La verdad es que en una sala se pueden hacer muchas cosas sin hablar, entre otras el amor. Por cierto, hoy no he cesado, he estado a punto de no poder con tanto, ha sido genial.

Viernes: Frecuentemente me pregunto si todas esas personas a las que les damos nuestros cuidados se enterarán de algo, si captarán nuestro mensaje o si ni siquiera repararán en el asunto que nos traemos entre manos. Hoy he tenido la sensación de sentirme solo en medio de un montón de gente y me ha entristecido mucho. Me ha delatado mi parte chunga, qué le vamos a hacer. Debe ser cosa de los tiempos que corren. Bueno, siempre nos queda el mañana, nunca se sabe. Esto es como el arroz, jamás sale igual.

Sábado: Ya queda menos.

Domingo: El último asalto me ha dejado el buen sabor de boca del hermoso suspiro que ha dado el resto en el intento y ha salido beneficiado con su esfuerzo. Siempre fueron los medios días del domingo santo de mi devoción. El ambiente es tan diferente, sobretodo entre nosotros, que bien podría ser así continuamente. Hay que ver cómo cambia el cuento, no hay color. Me he armado de valor y esta noche me he saltado la juerga, y por lo bien que me lo he hecho he abierto una botella de champán para cenar.

Lunes: Esto es vida. A mí que me digan misa si quieren, pero no tener que trabajar y cultivar la pereza a base de lecturas, sorbos, bocados y contemplaciones del paisaje es una maravilla. La nevera está llena y las facturas pagadas, la casa recogida y las camisas limpias y planchadas. Gozo de buena salud y buen humor. Me siento rico.

2 comentarios:

  1. ¿Quién ha dicho que los lunes cuesta arrancar? Que placer leerte, que gusto de comienzos de semana.

    Un besazo

    pd: rebuscando entre los estantes de tu frigo me hallo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si tuviésemos la certeza, si fuésemos realmente conscientes del valor de cada instante, no nos costaría arrancar ningún día y todo sería maravilloso. Por otro lado, como ves, en mi oficio de camarero pasan muchas cosas por la cabeza y la que más me gusta de ellas es el reparto de felicidad que ejercemos. Gracias por tu compañía. Estás en tu casa, en tu mar, en tu iceberg, en tu nevera.

      Un besazo.

      Eliminar