La madrugada
levanta el telón
y con él su caparazón
contra las despedidas.
Cualquier esquina es buena
para perder el timón,
para desgastar las ruedas,
para recurrir a la perversión
con la que los labios se queman
y tiembla el corazón en una hoguera.
La madrugada
Cualquier esquina es buena
para perder el timón,
para desgastar las ruedas,
para recurrir a la perversión
con la que los labios se queman
y tiembla el corazón en una hoguera.
La madrugada
entabla conversación
con aquellas almas suicidas
que en las balas perdidas
buscaron su justificación
para huir de la pesadilla,
para refugiarse del desamor,
para ampararse en las cuartillas
en las que el lápiz y la voz
se entregan a la dulce partida
de escribir sin rendición,
de respirar un aire fresco
cargado con diamantes sobre el cielo.
La madrugada
se asoma al balcón,
para refugiarse del desamor,
para ampararse en las cuartillas
en las que el lápiz y la voz
se entregan a la dulce partida
de escribir sin rendición,
de respirar un aire fresco
cargado con diamantes sobre el cielo.
La madrugada
se asoma al balcón,
en ocasiones, acariciando un reloj
de arena y, a veces, una condición
que optó por olvidarse del despertador
a sabiendas del ingreso
de sus huesos en la trena
en ese apagón de las velas
de la posible resurrección,
en la precisa imposición
de las claridades de acuarela.
en ese apagón de las velas
de la posible resurrección,
en la precisa imposición
de las claridades de acuarela.
La madrugada
no repara en leyes matemáticas
ni se propone postponer el subidón,
ni el cuerpo de los dedos en las bocas con resaca,
ni las ojeras cuyas sombras sin amor
con el tacto indeciso de los sueños se delatan.
La madrugada a veces revive,
a veces endulza y a veces mata,
y otras veces da lo que recibe,
llegando a ser proclive
a cambiar ríos de oro
por arroyos de hojalata.
La madrugada
levanta el telón del tugurio y del antro,
La madrugada a veces revive,
a veces endulza y a veces mata,
y otras veces da lo que recibe,
llegando a ser proclive
a cambiar ríos de oro
por arroyos de hojalata.
La madrugada
levanta el telón del tugurio y del antro,
de los suburbios y de los taxis a la espera,
y de los sobresaltos que desesperan
al duermevela de la desesperación
por la maldita tentación
de cuanto llega y no llega.
De aquello que se retrasa
y sobrepasa el morbo y la emoción
como si todo dependiera de una llamada
con la que arreglar la desorientación
del murmullo y el ruido de las serenatas.
De aquello que se retrasa
y sobrepasa el morbo y la emoción
como si todo dependiera de una llamada
con la que arreglar la desorientación
del murmullo y el ruido de las serenatas.
La madrugada
es un óleo y un acordeón,
un borrador y por supuesto una escuela
y un boceto de petróleo en un tirabuzón
con el que ni con las musas hay manera.
Mmm..bueno muy bueno!
ResponderEliminarLa culpa de todo esto la tienen lo Gin Tonics...para que luego digan. Muchas Gracias, me alegro de que te gusten estos tragos.
ResponderEliminarCheers.
Querido Clochar,mira que hemos vivido madrugadas y las que nos quedarán por vivir y disfrutar.Que tendrá la enigmática luna y su incondicional noche,que todo se intensifica en las horas de las brujas y las musas.Que hermoso poema.Un abrazo fuerte!!
ResponderEliminarQuerida Amoristad:
EliminarLa madrugada se desvanece en los sueños y nosotros con ella, dejándonos llevar por los senderos de la imaginación que nos regala el descanso, y al mismo tiempo es un túnel en el que todo es posible, en el que pasan cosas inimaginables cuando el sol nos alumbra. Me alegro de que te haya gustado.
Mil abrazos.